Cubero se despidió de Vélez.

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"El Poroto" Cubero, un caudillo de Vélez que deja el fútbol

01/12/2019 | 23:09 | El defensor, que jugó casi toda su carrera en "El Fortín" y es un símbolo de la entidad de Liniers, anunció su retiro. Más allá del deporte, su nombre aparece seguido en noticias de farándula. Escuchá.

Raúl Monti

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"El Poroto" Cubero, un caudillo de Vélez que deja el fútbol.

El fútbol argentino nos ha dado, a lo largo de su historia, muchos ejemplos de jugadores que se transformaron en verdaderos símbolos de sus equipos. Hombres que, más allá de su talento o habilidad, se destacaron por su fidelidad y amor incondicional a un club. Bochini e Independiente, Amadeo Carrizo y River o Luis Galván y Talleres son sólo algunos de ellos.

Los nuevos tiempos del fútbol y los mercados de pases han hecho que sea cada vez más extraño ver a esa clase de caudillos en nuestro fútbol. ¿Cuántos son los jugadores que debutan, juegan seis meses en su equipo, y se van a Europa? Quedan ya muy pocos ídolos “como los de antes”. Uno de ellos es Poroto Cubero en Vélez y anunció el final de su carrera.

Fabián Alberto Cubero llegó al mundo en un año glorioso para el fúbol argentino, 1978, el 21 de diciembre. Nació y creció en Mar del Plata, rodeado por el cariño de su familia, su pasión por el fútbol y el imponente mar. Tita, su abuela, lo marcó para siempre cuando él tenía apenas 2 años: por el pequeño tamaño de su nariz lo llamó “Poroto”, apodo por el que el mundo del fútbol lo conocería a lo largo de toda su carrera.

Su romance con la pelota inició desde que era un niño. Su papá, Carlos, fue un destacado futbolista en su ciudad, y llegó a jugar en el seleccionado local. Por seguir el ejemplo de su padre, Fabián fue hincha de Boca a lo largo de toda su niñez, pero pasó la mayor parte de su etapa formativa en las divisiones inferiores del club Kimberley.

El histórico entrenador José Pekerman vio al joven Cubero en un amistoso que jugaban un combinado de futbolistas de Mar del Plata contra la selección sub 17 que él dirigía. Pekerman notó un gran potencial en el aguerrido volante marplatense y decidió darle una chance que cambiaría su destino: defender la camiseta argentina.

Cuando jugaba bajo las órdenes de Pekerman, un preparador físico de Vélez Sarsfield le ofreció viajar a la gran ciudad para probarse en el club de Liniers. Poroto estuvo muy nervioso a lo largo de las próximas semanas, pero logró convencer al cuerpo técnico del club de que tenía lo necesario para ser un futbolista profesional.

El propio Carlos Bianchi, director técnico de la primera e ídolo de la institución velezana, lo invitó a formar parte del plantel. El debut de Cubero no se hizo esperar, y el 17 de noviembre de 1996 pisó por primera vez el Estadio José Amalfitani con la V azulada en el pecho.

No tuvo mucho tiempo para disfrutar y adaptarse a su nueva vida como profesional: apenas un año más tarde tuvo que armar las valijas y volar 15 mil kilómetros para llegar a Malasia. Allí lo esperaba un nuevo desafío: disputar el Mundial Sub-20 de 1997, aunque solo tenía 18 años y era uno de los más chicos del plantel. Pekerman confiaba en él.

Formó parte de un equipo sensacional, en el que jugaban Pablo Aimar, Esteban Cambiasso, Walter Samuel y Juan Román Riquelme, entre otros futuros cracks. Cubero se dio el gusto de ser titular en la final, contra Uruguay, para encargarse del trabajo sucio en el medio campo.

Argentina derrotó por 2 a 1 a la Celeste, y se consagró campeón mundial juvenil en Malasia. Muchos años más tarde, Poroto confesaría que ese fue el día más feliz de su carrera.

Regresó al país y logró demostrar en su club todo lo que había aprendido en la Copa del Mundo. Se afianzó como titular en la primera de Vélez y se quedó con el Torneo Clausura de 1998, bajo la dirección técnica de Marcelo Bielsa.

Fue el puntapié inicial de una carrera descomunal en el fútbol argentino. Con cada año que pasaba, ganaba en potencia, presencia y personalidad dentro y fuera del campo de juego. Sus compañeros le dieron la cinta de capitán y se transformó en un ídolo para los hinchas del Fortín, cuando metió el gol del campeonato en el Clausura 2005.

Luego de la consagración, el volante decidió probar suerte en el México, en el club Tigres, pero su aventura fue muy breve. Poroto no soportó estar lejos de casa y al terminar la temporada, le pidió a los dirigentes que rescindieran su contrato. Con el pase en su poder, vistió nuevamente la camiseta de Vélez, que no volvería a cambiar hasta el final de su carrera.

Regresó al país más aguerrido que nunca, y sus luchas en la mitad de la cancha le valieron un curioso récord. Es el hombre que más veces vio la tarjeta roja en la historia de los torneos cortos del fútbol argentino. Alcanzó las 26 expulsiones en toda su carrera, y superó la marca que ostentaba Roberto Trotta.

Las reacciones desmedidas del capitán le costaron varias fechas de suspensión, pero a los hinchas no les importó. El amor entre Liniers y Cubero estaba sellado para siempre, y no hizo más que crecer cuando el club obtuvo cinco campeonatos locales más entre 2009 y 2013, con Cubero como el gran líder del equipo.

Aún así, la marca más importante en su carrera no tuvo que ver con los títulos ganados, sino con su presencia dentro del campo de juego. El 30 de septiembre de 2012, y en el Estadio José Amalfitani, alcanzó a Pedro Larraquy como el jugador que más veces vistió la camiseta de Vélez. En su partido 457 defendiendo al Fortín, Poroto quedó para siempre en la historia grande del club de Liniers.

Cubero ya era una leyenda viva del fútbol argentino, pero su rendimiento comenzó a decaer. Luego de una década gloriosa, Vélez entró en una mala racha de juego que lo alejó de la lucha por el campeonato y lo llevó a pelear por el descenso. Poroto se convirtió en un personaje mediático, protagonista de campañas de modelaje y programas de chimentos por sus distintos amoríos, pero era cada vez más cuestionado en la cancha. Atravesó su peor momento como profesional y llegó a ser duramente criticado por los propios hinchas del Fortín.

Una seguidilla de lesiones y el paso del tiempo hicieron que el capitán de Vélez volviera a parar la pelota. Perdió la titularidad en manos de jugadores más jóvenes y su físico empezó a pasarle factura. La Legislatura porteña lo nombró Personalidad destacada del Deporte, pero la distinción lo encontró fuera de las canchas. Fabián se emocionó hasta las lágrimas y agradeció el reconocimiento, pero admitió que no se sentía del todo bien.

Lo peor ya pasó: Vélez atraviesa un buen momento gracias a la llegada de Gabriel Heinze y una nueva camada de talentos, pero el cuerpo del capitán dijo basta. Cubero anunció que colgará los botines a fin de año y pondrá punto final a su carrera. El próximo 21 de diciembre cumplirá 41 años y, según sus propias palabras, prefirió dejar al fútbol antes de que el fútbol lo deje a él.

Cuando el día llegue, los presentes en el Estadio Amalfitani se pondrán de pie. La voz del estadio anunciará, por última vez, la salida del número 5. Y una vez más, la hinchada del Fortín le rendirá pleitesía a Fabián Alberto “el Poroto" Cubero: su capitán, su héroe, su símbolo. El último ídolo, “como los de antes”, del fútbol argentino.