El negro Ramírez

La fama es puro cuento

El negro Ramírez

02/07/2022 | 20:40 | Escuchá y leé el cuento de Coccolo.

Redacción Cadena 3

Mauricio Coccolo

Audios

El negro Ramírez

El nombre del negro Ramírez aparece cada tanto en las conversaciones de los hinchas, especialmente durante las noches calurosas del verano. El paso del tiempo convirtió al Negro en un misterio, con todo lo que eso implica, y nunca se supo nada nuevo de su vida desde que se fue del pueblo.

Además de por ser el 9 de Independiente, al negro Ramírez se lo conocía por ser el mejor alambrador de campos de la zona y se lo recuerda, antes que nada, por la ola de calor de marzo del 80, cuando se jugaron por primera vez en la historia de la Liga partidos nocturnos para evitar las altas temperaturas.

Para los clubes fue una novedad y un problema porque la mayoría de las canchas no contaban con luz artificial. En el pueblo, los dirigentes de Unión pusieron las luces y el alambrado olímpico, pero los de Independiente no tenían plata y tuvieron que jugar todos los clásicos de visitante.

El negro Ramírez no solo era el mejor, también era el único capaz de alambrar la cancha de Unión. El Negro manejaba la tenaza con las dos manos como nadie: no se sabía si era zurdo o derecho y la misma habilidad tenía para moverse adentro del área.

Los dirigentes de Independiente pensaron que era imposible, que de ninguna manera su goleador podía aceptar el trabajo porque indirectamente colaboraba con el crecimiento institucional del clásico rival, pero al negro Ramírez la propuesta no le provocó ningún conflicto ético.

Los más memoriosos recuerdan que cuando los directivos de Unión le plantearon el asunto del dilema moral, el Negro respondió levantando los hombros y torciendo los labios sin decir nada. Ni siquiera se aprovechó de la situación y cobró lo de siempre.

La noche que encendieron las nuevas luces de la cancha de Unión el alambrado brilló de punta a punta. El negro Ramírez había hecho un trabajo impecable y terminó justo para que pudieran estrenarlo en el primer clásico del año.

El acontecimiento tomó tanta trascendencia que del diario El Regional mandaron a un periodista con fotógrafo y a los dos días publicaron cuatro paginas con los mejores momentos de la histórica noche.

La dirigencia de Unión hizo salir a los equipos con la cancha a oscuras, pero la verdadera sorpresa fue una voz latosa que bajaba desde algún lugar en lo alto de las torres. La mayoría de la gente no había escuchado nunca algo parecido. Después se supo que los dirigentes habían aprovechado una oferta para poner también unas bocinas propaladoras.

La voz del estadio arengó al público gritando por el orgullo que significaba para el pueblo que uno de sus clubes tuviera luz artificial en la cancha. Al final, invitó a los presentes a sumarse a la cuenta regresiva para que el intendente encendiera las luces.

Después del fogonazo de los faroles se escucharon murmullos de admiración seguidos por gritos y aplausos. La intensidad de las luces cubría casi todo el campo de juego, aunque dejaba conos de sombra en los rincones.

El inicio del partido se demoró porque el locutor no terminaba de repasar las formaciones de los equipos. Oportunista, cuando llegó al negro Ramírez hizo una pausa y dejó lugar para algunos silbidos que surgieron del lado de Independiente. Los de Unión soltaron un aplauso irónico.

A los jugadores les costó acostumbrar la vista y se notó en el trámite del juego. Aburridos, los hinchas miraban las luces y se entretenían con el tejido. Los más grandes dejaban caer sus cuerpos contra el alambre y los más chicos trepaban como arañas.

El final de la historia se agrandó con los años y los recuerdos borrosos, a media luz, le agregaron épica al desenlace. Hay detalles que siguen perdidos en la penumbra de aquella noche. Las versiones de cómo fue la jugada dependen de quién la cuente.

Lo cierto fue que el negro Ramírez estaba jugando de mal para muy mal hasta que a la salida de un córner apareció de la nada, como un fantasma, dominando la pelota en el borde del área chica de espaldas al arco.

Se sabía que al negro Ramírez no había que dejarlo girar, pero una cosa era saberlo y otra muy distinta evitarlo: podía salir tanto para la derecha como para la izquierda. Cuando el Negro trabó los brazos y sacó la cola, todos en la cancha entendieron que la jugada terminaría en gol.

El Negro giró como un trompo y pateó con tanta fuerza que la pelota rebotó contra la red y salió despedida hacia el medio. El festejo alocado del negro Ramírez todavía puede verse en la foto del Regional que está colgada en la sede de Independiente.

La imagen del cuerpo fuera de foco, rodeado por la oscuridad, es la prueba que certifica la veracidad de la leyenda. El 9 de la camiseta, en el centro de la escena, flamea colgado del alambre que brilla iluminado por el flash de la cámara.

Todo lo que no se ve, se deja adivinar. El negro Ramírez saltó el alambrado y cayó como un gato, apoyado sobre las manos y las rodillas. En un solo movimiento recuperó la vertical, se limpió las palmas en el pantalón, tomó del brazo a su mamá, que había corrido desde uno de los rincones, y se fueron caminando juntos entre los hinchas.

Te puede Interesar

Informes de La Previa

La salida de Julián Álvarez de River al City disparó la discusión. Andrés Fassi dijo que, sin el goleador oriundo de Calchín, ese lugar es de Diego Valoyes. ¿Es tan así?

Liga Profesional

El equipo deportivo de Cadena 3 analizó el desempeño de cada jugador tras la contundente derrota de Boca ante Banfield. Mirá.