El banco de Boca, una trituradora de ídolos

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El banco de Boca, una trituradora de ídolos

01/04/2023 | 18:36

La razón por la que los grandes técnicos esquivan la Bombonera está abierta a debate. Algunos señalan a Riquelme y sus formas de conducir. Otros creen que el trajín del mundo Boca no es para cualquiera. 

Redacción Cadena 3

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El banco de Boca, una trituradora de ídolos

La odisea de Hugo Ibarra como técnico de Boca duró apenas 260 días. El histórico lateral derecho “xeneize” se mantuvo 36 partidos al mando del equipo, en los que obtuvo un 62% de efectividad y cosechó 2 títulos. Los buenos resultados no llegaron a coincidir con el juego del equipo, que nunca terminó de aparecer.

Sin siquiera dirigir un partido en la Copa Libertadores, “el Negro” fue despedido de su cargo como entrenador. Ante los medios, Ibarra se mostró conmovido, pero no sorprendido por la decisión. Después de todo, cuando asumió el cargo allá por julio del 2022, sabía muy bien en donde se estaba metiendo.

Hugo Ibarra dirigió 36 partidos y ganó dos títulos.

Sebastián Battaglia, predecesor de Ibarra, tuvo incluso menos crédito en el puesto: lo bancaron 27 fechas, en las que sacó el 60% de los puntos y dio dos vueltas olímpicas. Battaglia, el jugador más campeón en la historia de Boca, se presentó en conferencia hablando de “identidad” y de devolver al club al lugar que merecía. ¿El resultado? La dirigencia lo echó, sin previo aviso, en el bar de una estación de servicio.

Ibarra y Battaglia tuvieron caminos similares: ambos eran técnicos jóvenes que saltaron de dirigir las inferiores al primer equipo en un momento de crisis. Uno podría suponer, entonces, que su inexperiencia les jugó en contra y terminó marcando su destino. Pero esa hipótesis pierde fuerza cuando uno observa cómo le fue a un peso pesado como Miguel Ángel Russo.

En su último ciclo, Russo ganó dos títulos en 60 partidos dirigidos.

“Miguelito” volvió a Boca de la mano de Juan Román Riquelme, en una de sus primeras decisiones como vicepresidente del club. Viejos aliados en la Libertadores del 2007, la fórmula Russo-Riquelme ilusionó a los hinchas con la séptima copa, pero no pudo ser. La dolorosa eliminación copera ante Santos fue el principio del fin del ciclo de un técnico que supo llevar la bandera azul y oro a lo más alto, y que terminó yéndose en silencio y sin declarar.

La lista de destratos a viejas glorias se remonta incluso a varios años antes de la llegada de la actual gestión. El tercer ciclo de Carlos Bianchi en el 2013, o la apuesta por el “Vasco” Arruabarrena en 2014 son ejemplos de ello. Aún así, el caso más emblemático es el de Guillermo Barros Schelotto: ganador como pocos, la imagen del “mellizo” en Boca quedó asociada, para muchos hinchas, a la derrota más estruendosa de su historia.

Entre tantos referentes caídos en desgracia después de ponerse el buzo de técnico, se repite siempre el mismo patrón: los entrenadores de renombre contactados en cada oportunidad, no quisieron dirigir a Boca.

Sebastián Battaglia también ganó dos títulos y dirigió 55 partidos.

Sonaron en su momento Gabriel Heinze y José Pekerman, pero asumió Battaglia. Después el objetivo fue Ricardo Gareca, pero terminó firmando Ibarra. Y ahora que “el Negro” se fue, un experimentado como Gerardo Martino ya rechazó la oferta.

La razón por la que los grandes técnicos esquivan la Bombonera está abierta a debate. Algunos señalan a Riquelme y sus formas de conducir. Otros creen que el trajín del mundo Boca no es para cualquiera. Están los que justifican que no se puede competir con los contratos de los mercados extranjeros.

Sea como sea, a esta altura ya surge, al menos como gesto humanitario, la necesidad de poner una advertencia a quienes se animen a tomar la batuta en el mundo Boca. Para evitar nuevos lamentos, quizá, bastaría con un cartelito en el banco de suplentes: “¡Cuidado! Trituradora de ídolos”.

Narración de Raul Monti. Texto de Agustín González.

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