Messi y la copa del mundo, la foto más esperada.

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Carta de la pelota a Lionel Messi: para siempre

31/12/2023 | 18:24

   

Redacción Cadena 3

Juan Schulthess

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Carta de la pelota a Lionel Messi: para siempre

Querido Leo:

¿Te acordás de la carta que te escribí aquel invierno del 2021? Terminaba así: “Ese 10 de julio pude, al fin, saldar mi deuda. Al fin, Leo. La carta termina acá, pero no termina. Todavía le quedan varias letras. Y quien dice letras, dice palabras. Y quien dice palabras, dice oraciones. Y quien dice oraciones, dice párrafos. Tal vez, muchos párrafos. Vos lo sabés más que nadie”.

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Fue un 11 de julio de 2021, un día después de que ganaras la Copa América, tu primer título con los colores que más amás. Fue el día que te pudiste sacar la espina que más te dolía, la que te hizo conocer esas perversidades de la incertidumbre de las que hablaba García Márquez y te desdibujaban la sonrisa. 

Pasó el tiempo. Pasaron cosas. Muchas cosas. Y la carta no terminó. Y hubo letras, oraciones y párrafos, muchos párrafos. Los párrafos más lindos que hoy te puedo escribir, los que son lindos gracias a vos. Y no me equivoqué: vos lo sabías más que nadie.

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¿Te diste cuenta de lo que generás? El mundo se paraliza cuando tu botín izquierdo me abraza, porque sabe que empieza la magia, tu magia, nuestra magia. Le devolviste la ilusión al pueblo, un pueblo que traspasa los límites geográficos de un territorio, un pueblo que no se limita a las personas que portan un documento argentino, aunque ese domingo el mundo solo tuvo ojos para Argentina. Tu Argentina. Nuestra Argentina. 

Todos fueron (fuimos) felices ese domingo. Por una hora, dos, tres días, una semana o un año. O para siempre. Sonrieron con tu sonrisa. Se alegraron más por vos que vos mismo y sufrieron más por vos que por ellos. Eso, Leo, eso es el amor. El que vos me tenés. El que ellos te tienen. El que todos te tenemos. 

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Para vos, la cosa no cambió. Lo sé porque te conozco desde que eras ese chichón de suelo que despertaba el cuchicheo general en el baby fútbol de Grandoli, en Rosario, en tu Rosario. Y vos me trataste siempre igual. En esas canchitas de tierra donde el sol y el frío quemaban y en estadios con 80 mil personas jugando un Mundial con la camiseta que más querés en el ocaso del 2022.

Y es que ese 18 de diciembre del 2022 fue el día más importante desde que existo. Después del penal de Montiel en esa dramática noche qatarí me recosté en el verde césped, el mismo en el que un rato antes viajaba por los aires condenada a los vapores del insomnio que resucitan viejas dudas, pero ya tranquila, abrazada a tu alegría, que también es la mía, y la de la mayoría de los hombres y mujeres que dicen amarme.

Hace un año que vivo sumergida en un estado de felicidad permanente, y no es para menos. Pero también te admito que tengo un poquito de miedo. Rebobino en cámara lenta, con la lentitud como expansora de conciencia. Con creciente nostalgia del presente. Y me doy cuenta de que nos queda poco. Y de que no imagino cómo sería yo sin vos.

Ojalá ese poco no sea tan poco, pero el tiempo pasa para todos. Y también para nosotros. Y yo quiero disfrutarte al máximo en cada roce en tu botín izquierdo, en cada persona que espera verte salir por el túnel, en cada minuto que compartamos en una cancha de fútbol. Pero, también, ya me siento completa, porque pudiste tener esa felicidad que tanto deseabas, que tanto deseaba, que tanto deseábamos. "Mereces lo que sueñas", supo decir Cerati. Y vos lo soñaste. Y yo lo soñé. Y lo merecimos. Y fue.

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Vos, que entendiste que la vida a veces arranca después de morir varias veces, que cargaste la cruz más pesada, que padeciste adocenadas críticas de los que no entienden nada y nunca renunciaste a intentarlo una vez más, ahora sos otro. El mismo, pero otro. Lo veo. Te vemos. Lo ves.

El destino quiso que fuera un 18 de diciembre de 2022. Hace exactamente un año, el mundo se paralizó por mí. Y por vos. Por esa inmensa mayoría de corazones latiendo en las casas, en las plazas, en los barrios, allí en cualquier rincón donde se materializara algo de vida, que querían que vos, que ya ganaste todo, pudieras ganar lo único que te faltaba. Que era, también, lo único que me faltaba. Lo único que nos faltaba. Y que hoy ya no es.

Fue lo que Dios quiso. Fue lo que vos quisiste. Fue lo que todos quisimos. Fue. Y, como lo nuestro, será para siempre.

La pelota

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