Alexander Medina, el “cacique” que lleva a soñar a Talleres

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Alexander Medina, el “cacique” que lleva a soñar a Talleres

13/02/2021 | 11:45 | El entrenador del "Matador" llegó a Córdoba casi como un desconocido y hoy es el líder de un equipo que llega entonado al nuevo torneo y se ilusiona con pelear arriba. Conocé su historia.

Jorge Parodi

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Alexander Medina, el “cacique” que lleva a soñar a Talleres

Saco oscuro, camisa ajustada y corbata al tono. Los zapatos, color marrón cobrizo, acompañan la elegante caminata del hombre. La imagen podría asociarse a una fiesta de casamiento, si no fuera por el pique de una pelota, acompañado por el inigualable sonido ambiente de una cancha.

El “uruguayo, uruguayo”, hit que supo inundar distintos estadios del país, acompaña el camino del hombre, que mira de reojo y sonríe, camuflando su tradicional gesto serio y su tono pausado y reflexivo.

El hombre es Alexander Medina. “El Cacique”. El que llegó a Córdoba siendo casi un completo desconocido y que, con el paso del tiempo, se ganó el respeto, el cariño y la admiración no solo de su equipo, sino de toda la Argentina futbolera.

El "salto" de Salto al fútbol grande

Alexander Jesús Medina nació en Salto, Uruguay, un 8 de agosto de 1978. Hijo de Alberto y Ana María, creció en ese lugar, cuna de cracks como Luis Suárez y Edinson Cavani, junto a la tranquilidad del río Uruguay, en el límite con Argentina.

Criado en el seno de una familia de clase media, que le inculcó los valores que después trasladó al fútbol, desde pequeño empezó a manifestar su amor por la pelota en una tierra amante de ese deporte. Con solo 9 años, ya le decía a su padre, con la convicción que lo caracteriza hasta el día de hoy, que quería ser jugador profesional.

Hizo sus primeras armas en el fútbol amateur mientras cursaba sus estudios en la escuela secundaria, hasta que a los 18 años migró a Montevideo en busca de alcanzar su sueño.

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Al comienzo no le resultó fácil adaptarse a la incursión al profesionalismo, con los sacrificios y los cambios en la rutina que eso implicaba. Llegó a coquetear con dejar el fútbol y dedicarse a estudiar abogacía, la carrera que había pensado seguir si no aparecía el imán de la redonda, que terminó siendo más fuerte.

Su primera experiencia fue en Huracán Buceo. Se curtió en el ascenso uruguayo, donde al principio le costó sumar minutos y afianzarse, pero luego, al pasar a Liverpool y ser dirigido por el entrenador Julio Ribas, éste le dio un giro a su carrera: no solo lo ayudó a ganarse un lugar, sino que le puso el apodo que lo caracteriza.

Su imagen como futbolista contrastaba con la que tiene ahora de entrenador: pelo largo, sobre los hombros, vincha y esencia de guerrero. Parecía el prototipo del defensor rudo, pero “El Cacique” era delantero y goleador.

En Liverpool culminó el torneo oriental como máximo artillero, logro que replicó después al dar el salto a Nacional, uno de los clubes grandes del vecino país. Allí, empezó a construir los cimientos de su idolatría desde sus primeros pasos en la institución.

Sus buenas actuaciones en “El Bolso” lo llevaron al fútbol español, donde jugó en Cádiz y Racing Ferrol. También tuvo un breve paso por Arsenal de Sarandí y por Chile, pero siempre terminaba volviendo a Nacional, donde alcanzó la gloria de consagrarse campeón uruguayo en más de una oportunidad.

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Más allá de los laureles, el amor de la hinchada alba hacia Medina se potenció por su rendimiento en los clásicos ante Peñarol: en ellos dejó, con la 9 en su espalda, gritos inolvidables.

Con el apoyo de su esposa, Sthephanía Berti, y sus hijos, llegaba al ocaso de su carrera como futbolista mientras en su cabeza ya tenía decidido, con esa convicción intrínseca a su ser, su nuevo desafío: ser entrenador.

En su última etapa en Nacional había sido dirigido por Marcelo Gallardo, que lo puso como capitán. “El Cacique” hablaba mucho con “El Muñeco”, y fue incorporando conceptos que le sirvieron para ir definiendo el perfil que iba a delinear en ese rol a futuro.

Con solo 30 años, Medina ya se había recibido de director técnico, por lo que tras su retiro, en 2015, quedó a la espera de que le llegue la oportunidad. Nacional, su gran amor, fue el que le abrió las puertas al año siguiente, en la tercera división de la institución. 

Allí se fue consolidando y se coronó campeón uruguayo de la categoría. El buen nivel que mostraban sus dirigidos y el perfil que “El Cacique” iba construyendo como entrenador llevaron a que la dirigencia del “Bolso” le confiara días después hacerse cargo del primer equipo.

Medina asumió el desafío de tomar las riendas de un Nacional donde era muy querido, poniendo en juego su idolatría. Por su gran exigencia, enarboló un amplio plan de trabajo, en el que empleaba curiosas estrategias para obtener información de los rivales.

La jugada, aunque riesgosa, le salió bien: logró dar dos vueltas olímpicas con “El Decano”, sumando una flor más al racimo de amor que le tienen los hinchas del elenco montevideano.

La llegada a Córdoba

En junio de 2019, y luego de dar un paso al costado en el club uruguayo, le llegó la chance que soñaba: dirigir en el fútbol argentino. Talleres puso los ojos en él y Andrés Fassi lo llamó para ser parte del proyecto albiazul.

Al arribar, trascendió que Medina traía consigo un “decálogo de los 10 mandamientos”, que incluía una mirada dura y rústica hacia los rivales, algo que se encargó de desmentir.

Lo que sí trajo “El Cacique” fue personalidad y liderazgo, con una llegada cercana hacia sus dirigidos. Tras un comienzo irregular en la Superliga, la “T” logró un inolvidable triunfo ante un River de Gallardo que parecía imbatible en el Monumental, con gol de Nahuel Bustos.

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“El Matador” se llenó de confianza y llegó a estar segundo, aunque después cayó algunos puestos. Sin embargo, se iba afianzando el espíritu competitivo de un equipo joven que, en el tramo final del campeonato, prometía mucho. Después, llegó la frustrada Copa de la Superliga, que largó con una clara goleada sobre Huracán, pero la pandemia le cortó el envión.

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A pesar de todo, Talleres culminó la temporada con la clasificación a la Copa Sudamericana 2021, logrando uno de los objetivos planteados con el arribo del técnico.

La vuelta a la competencia representó otro desafío para la “T” y su entrenador: durante el extenso parate, varias de las figuras del plantel habían emigrado hacia otros destinos.

El “grupo de la muerte” en el que cayó “El Albiazul” hacía presagiar un horizonte tormentoso. Sin embargo, Talleres sorprendió a propios y extraños a partir del momento en que la pelota comenzó a rodar.

Desde la primera fase, el conjunto de barrio Jardín se caracterizó por ser un combinado aguerrido y con un impactante despliegue físico, que supo quitarle el invicto al Boca de Russo en la Bombonera.

En esa dura zona, Medina tuvo un encontronazo con Frank Darío Kudelka, entrenador de Newell’s y símbolo de Talleres, al finalizar un partido en Rosario.

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“El Matador” solo cayó una vez a lo largo de toda la copa y quedó a las puertas de disputar la final por el título ante Boca, lugar que finalmente ocupó Banfield.

“El Cacique” fue elogiado por un abanico de aciertos, como la confianza que depositó en un renacido Diego Valoyes, que pasó de villano a héroe y fue figura, o en el juvenil Federico Navarro, por quien apostó como volante central, quizás la gran revelación del certamen.

Un nuevo desafío

Diversas encuestas y opiniones de hinchas ubicaron a Medina como el mejor entrenador del campeonato, y a varios de sus dirigidos, en el once ideal de la Copa Maradona, aunque algunos consideran que los logros del uruguayo se exageran y aún tiene mucho por demostrar.

Con los ecos de la gran campaña de la “T” aún resonando por Córdoba, llega, con poco descanso, el inicio de una nueva temporada, con tres frentes por delante: Primera División, Copa Argentina y la esperada Copa Sudamericana.

En torno al gran momento albiazul, surgen preguntas de diván: ¿Podrá el equipo del “Cacique” mantener la intensidad que lo caracteriza en los tres torneos? ¿Tiene madera el uruguayo para convertirse en el mejor entrenador del país, o se exageran sus laureles? ¿Para qué está Talleres en este 2021?

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