Rehabilitar a los presos en lugar de castigarlos: ¿una tendencia que crece?

En Argentina, la percepción sobre el tratamiento a los delincuentes se encuentra polarizada. Por un lado, existe un fuerte clamor social que exige penas severas y la permanencia de los condenados en prisión de por vida. Sin embargo, en otros países, se está explorando un enfoque diferente: la reinserción social de los presos.

Leí un artículo en el diario ABC de España que aborda este tema. En Noruega, por ejemplo, hay una cárcel inaugurada en 2010 en Halden, donde los presos viven en condiciones que se asemejan más a un hotel que a una prisión. Sin muros ni cámaras, la filosofía de este sistema se centra en la dignidad, la educación y la rehabilitación, buscando preparar a los internos para su reintegración en la sociedad.

En España, se está implementando un modelo similar en Barcelona, donde se inaugurará un centro abierto en la zona franca con capacidad para 800 presos. Este espacio no contará con rejas y se diseñará para facilitar la reinserción. Cada interno tendrá una tarjeta personal que le permitirá moverse por el centro y asistir a actividades fuera de él, bajo la supervisión de educadores y profesionales que brindarán atención individualizada.

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El objetivo de estos modelos es claro: reducir las tasas de reincidencia. Los datos muestran que quienes pasan tiempo en estos entornos menos restrictivos tienen mayores posibilidades de reintegrarse exitosamente a la sociedad. La idea es que los presos aprendan a convivir en comunidad, de modo que, al obtener su libertad definitiva, estén preparados para reintegrarse sin volver a delinquir.

Este enfoque plantea un interesante dilema. Por un lado, está la opción del castigo extremo, donde los internos viven en condiciones inhumanas y se les niega la posibilidad de rehabilitación. Por otro, existe la alternativa de ofrecer segundas oportunidades, donde se busca educar y preparar a los presos para su regreso a la sociedad.

La discusión sobre estos modelos de penitenciarismo es crucial. La pregunta que debemos hacernos es: ¿qué tipo de sociedad queremos construir? ¿Una que se base en el castigo y la exclusión, o una que apueste por la reinserción y la rehabilitación? 

En este debate, es fundamental considerar los resultados que se obtienen en otros países y reflexionar sobre la mejor manera de abordar la problemática del delito en Argentina.

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