Una pyme textil, al borde de la quiebra por un juicio laboral: "Es muy injusto"

En el marco de un intenso debate nacional sobre la reforma laboral en Argentina, el caso de la pyme textil bonaerense "Naranja Mandarina" se convirtió en un caso concreto de las distorsiones del sistema judicial. 

Lo que nació como un emprendimiento familiar textil en Junín hace 12 años, hoy enfrenta un "tiro de gracia" jurídico. La aplicación del controvertido "Fallo Barrios" por parte de la justicia de la provincia de Buenos Aires ha transformado una demanda laboral en una cifra de $190 millones, monto que supera la facturación anual de la pyme. 

Mariana Cademartori, la fundadora de la firma, expuso en Cadena 3 la fragilidad de quienes emprenden en el país y el impacto devastador de un sistema que, en sus palabras, "no tiene criterio ni empatía".

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- Antes de ver los datos de este juicio tremendo, revisé los antecedentes de tu empresa, ¿hay una historia familiar por detrás, Mariana?

Sí. Mi familia siempre se dedicó al rubro textil. Mi papá trabajó en eso hasta que falleció de manera repentina. Yo no me animé a desarmar su espacio y en ese lugar armé Naranja Mandarina hace 12 años. Venimos creciendo, a veces bien y a veces no tanto.

- Para litigar, ¿tenés que aportar el total de la demanda, Mariana? 

Claro, en la provincia de Buenos Aires, si necesitás apelar una sentencia que no está firme, necesitás contar con la totalidad de ese dinero líquido para dejarlo en una cuenta judicial. En este caso son $190 millones que no los tenemos. Como no los tenemos, nuestro abogado presentó un recurso, pero la justicia de Junín nos embargó las dos cuentas bancarias por $330 millones. Eso frena la operatoria comercial abruptamente.

- Estamos hablando de una pyme que fabrica ropa para bebé, pero 330 millones es mucho... ¿facturás algo parecido a eso por año?

No, claramente no. El embargo es por un valor que ni siquiera es algo de la facturación, no estoy hablando de ganancia, estoy hablando de facturación bruta. La sentencia representa 14 veces nuestra ganancia.

- Tenés tres empleados en blanco, ¿qué va a pasar con ellos?

No sabemos. Es bastante incierto porque se corta la cadena de cobro, de pago y la producción. A esta altura tendría que estar comprando telas para la temporada que viene y estoy defendiéndome de algo muy injusto. No solo deja sin trabajo a mis colaboradores directos; nosotros tercerizamos producción y son por lo menos 15 familias más que trabajan con nosotros.

- Prácticamente estás en un embudo. ¿La Corte tiene que decidir ahora?

Sí, estoy en un embudo. El juez dijo que se debía hacer un "análisis exhaustivo" de la situación, pero creo que la nuestra no fue analizada, como tampoco lotras pymes que me contactaron y están en la misma situación. Es terrible que no tengan criterio. Suponiendo que la justicia tuviese razón —que insisto, no la tiene porque el demandante era un revendedor y no un empleado—, la indemnización que le otorgan es un departamento. Cómo funciona entonces: ¿Lo enriquecés y dejás sin trabajo a los demás?

- ¿Han sido años fáciles o esto termina siendo la frutilla del postre de mucho reniegue?

Emprender en Argentina es complejo, las reglas cambian todo el tiempo y te vivís readaptando. El último año ha sido brutal para los textiles, las ventas bajaron un 40% desde junio. Y la situación judicial termina siendo el tiro de gracia. Me indigna la poca empatía de la justicia laboral. Firmar desde un escritorio $190 millones parece que es muy fácil de hacerlo pero uno la rema en dulce de leche todos los días.

Siempre te dicen "más vale un mal arreglo que un buen juicio" y es lamentable. Basta tener un testigo bien preparado para generar dudas y ya está, porque ante la presunción todo el mundo se presume empleado. Claramente tiene que haber algo que cambie para que sea más justo para los dos lados. Ni desproteger los derechos de la gente que trabaja, ni creer que todo el mundo que emplea es un inescrupuloso.

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Entrevista de Miguel Clariá y "Siempre Juntos".