Transformó una bañera en horno y así levantó su propia panadería en Río Ceballos

En Río Ceballos, una historia de esfuerzo y fe se hornea todos los días desde la madrugada. Aldo Castro y Silvia Müller son el corazón de una panadería que nació literalmente en una bañera.

Él, albañil con seis hijos, decidió un día transformar una vieja bañera en desuso en un horno casero. Ella, secretaria en la municipalidad, lo acompañó amasando por las tardes y vendiendo junto a sus hijos los primeros panes del emprendimiento que hoy se ha convertido en una referencia local: "Müller, delicias caseras".

“Empezamos haciendo pan en casa, con la bañera como horno. Las chicas salían a venderlo, y así fuimos creciendo. Después hicimos otro horno, más grande, con dos bañeras”, recuerda Aldo, con la sencillez de quien no olvida sus primeros pasos.

Silvia aporta otra parte de la historia: “Yo hacía pan desde los 12 años, cuando mi papá cayó enfermo. Más adelante, mientras trabajaba en la Muni, seguía amasando a la siesta y los chicos vendían. Hasta que decidimos dejar el empleo público y apostar por lo nuestro. Es sacrificado, pero es nuestro”.

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Hoy, la panadería familiar produce no solo pan, sino también criollos, tartas, empanadas, pizzas y mermeladas caseras hechas con frutas del mercado. “Nos acostamos a las tres de la mañana y a las cinco ya estamos levantados”, cuenta Silvia entre risas y cansancio.

El emprendimiento, que funciona con el apoyo de toda la familia, sigue creciendo pese a las dificultades. 

En 2015, una ordenanza municipal los ayudó a regularizar su producción y abrir un local propio. Sin embargo, aún enfrentan obstáculos para ampliar el espacio y adquirir un horno rotativo que les permitiría producir en mayor cantidad. “Tenemos los materiales, pero no nos habilitan la construcción. Seguimos luchando para poder crecer más”, dice Silvia.

Mientras tanto, los vecinos de Río Ceballos siguen eligiendo su pan “casero, sin conservantes, hecho con las manos y el corazón”. Una historia que, como su pan, se amasa con esfuerzo, se hornea con fe y se comparte con amor.

Entrevista de Claudio Giglioni y Fernando Genesir