Soñar a lo grande
24/11/2025 | 14:19
Redacción Cadena 3
Audios
Tiene 16 años y convirtió su pasión por la cocina en un emprendimiento propio
En una pequeña esquina de la avenida Callao, a pocos metros de Juncal, funciona una de las focaccerías más diminutas del mundo: apenas tres metros cuadrados y una idea enorme detrás. Allí, con apenas 16 años, trabaja Marc Míguez, un adolescente que decidió convertir su pasión por la cocina en un emprendimiento propio. Con el apoyo de sus padres y una vocación que nació cuando apenas tenía seis años, abrió La Casetta Focaccia, un pequeño local que ya empieza a hacerse famoso entre los vecinos.
“Estoy muy feliz, esto era un sueño que tenía desde hace mucho tiempo”, cuenta Marc en diálogo con Cadena 3 Argentina. Y se le nota: habla rápido, entusiasmado, como quien todavía no termina de caer en lo que está viviendo. El proyecto, dice, nació hace tres años en el colegio, cuando empezó a imaginar un kiosco de diarios reconvertido en espacio gastronómico. Aquel garabato escolar se llamó “Sopa de Focaccia” y, aunque la legislación no le permitió instalarse en un kiosco, el espíritu quedó intacto. Un amigo de su papá le ofreció el local mínimo que tenía disponible, y Marc no dudó: “Somos la segunda focaccería más chiquita del mundo”.
Aunque no viene de una familia de cocineros, la cocina se le volvió un territorio natural desde la infancia. “Mi viejo es artista callejero, mi mamá es artista plástica y psicoanalista. En mi casa no había chefs, pero siempre había comida, juntadas, amigos, historias”, recuerda. A los 6 años hizo su primer curso en Mar del Plata, y desde ese momento no paró: tomó talleres de cocina básica, ingresó al IGI (Instituto Gastronómico Internacional) a los 12 y lo terminó hace unos meses. Ahora sigue formándose en el IAG (Instituto Argentino de Gastronomía). “Estudiar lo que amás es lo mejor que hay en el mundo”, resume.
/Inicio Código Embebido/
/Fin Código Embebido/Consciente del tamaño del local, Marc decidió que la carta debía ser breve pero contundente. Cuatro variedades, todas con nombres de artistas italianos: Caravaggio, Vivaldi, Da Vinci y Giuseppe. “Busqué abarcar lo mayor posible con lo mínimo”, explica. Hay opciones vegetarianas, combinaciones clásicas con pesto y jamón cocido, y propuestas más elaboradas como mortadela con ricota y nuez. Cada focaccia cuesta 13.000 pesos y está pensada para compartir.
Las sopas —la idea original del proyecto— hoy están en pausa para concentrarse en el fuerte del local: las focaccias. En verano, adelanta, sumarán gazpachos. La producción se realiza en otros espacios porque la “casetta” mide apenas tres metros cuadrados. Allí, con ollas eléctricas y un pequeño mostrador, el adolescente emprendedor arma cada sándwich con dedicación quirúrgica.
Marc nació en Valencia, España, pero vive en Argentina desde hace más de once años. Nunca pensó seriamente en irse, aunque la gastronomía lo tienta a viajar. “Amo Argentina, planifico mi vida acá. La cuestión económica complica, pero nunca me frenó”, asegura.
La focaccería abrió hace apenas un mes y medio y ya superó todas sus expectativas. “Es muy loco que la gente coma lo que vos cocinás. A mí me flashea. Soy muy feliz”, dice. Sobre el futuro, no se apura: “Siempre pensé en un crecimiento natural. Que fluya. Yo priorizo la calidad y voy a hacer todo para ofrecer mi mejor producto”.
/Inicio Código Embebido/
/Fin Código Embebido/Consultado de qué le diría a quienes tienen una idea y todavía no se animan. Con humildad de adolescente, responde: “Soy muy pibe para aconsejar, pero creo que cuando uno hace lo que ama, lo disfruta. Nosotros siempre nos la buscamos. Eso estoy aprendiendo”.
Marc atiende todos los días en Callao 1290. Sus redes: @marc.c.chef y @lacassetta.focaccia.
Un adolescente, un cuaderno escolar, cuatro focaccias y un local diminuto: otra historia que muestra que La Argentina Posible existe porque hay gente que la hace posible.
Entrevista de Fernando Genesir
Te puede Interesar