Prohibición de dispositivos tecnológicos en escuelas: el debate educativo actual

El uso de celulares, tablets y computadoras en las escuelas vuelve a estar en el centro del debate educativo. La Comunidad de Madrid, España, aprobó un decreto que prohíbe estos dispositivos en Educación Infantil y Primaria, y delega a los centros de Educación Secundaria la decisión de regularlos. 

La medida, que entrará en vigor en el ciclo lectivo 2025/26, busca “reducir los riesgos derivados del uso temprano, intensivo o inadecuado de las tecnologías” y favorecer la socialización, el juego, el deporte y el regreso a libros y cuadernos.

El Consejero de Educación madrileño, Emilio Viciana, explicó que la norma beneficiará a más de 550.000 estudiantes de instituciones sostenidas con fondos públicos. El decreto establece excepciones para alumnos con necesidades específicas de apoyo, previo informe psicopedagógico, y para asignaturas optativas que requieran tecnología.

En diálogo con La Argentina Posible, el médico y especialista Enrique Orschanski señaló que en Argentina también se están tomando medidas en esta dirección, aunque dependen de cada jurisdicción. La Ciudad Autónoma de Buenos Aires, por ejemplo, dictó recientemente una resolución que limita el uso de celulares y tablets en clases y recreos, salvo en actividades pedagógicas planificadas. En tanto que, otras provincias avanzan con normativas similares.

Orschanski destacó que estas regulaciones buscan un equilibrio: aprovechar el potencial educativo de la tecnología sin descuidar el desarrollo de vínculos cara a cara. “Los chicos necesitan relaciones auténticas”, afirmó.

El debate, sin embargo, está abierto. Hay especialistas que defienden mantener el uso de dispositivos en el aula, argumentando que su exclusión podría dejar a los estudiantes en desventaja frente a un mundo cada vez más digitalizado. Otros, en cambio, ven ventajas en volver a métodos más tradicionales, retomando lápices, cuadernos y libros impresos, tal como empiezan a hacer países nórdicos que antes habían liderado la digitalización escolar.

La experiencia madrileña y las discusiones locales muestran que la clave podría estar en un uso regulado y colectivo de la tecnología, donde los dispositivos se empleen como herramientas comunes para toda la clase y no como elementos de uso individual sin control.