El fotógrafo que sobrevivió a un rayo y se reinventó cultivando hongos

“Hace poco Joaquín Levinton contaba que tenía un amigo al que le había pegado un rayo. Bueno, ese soy yo”, dice entre risas Nicolás “Niki” Drucaroff, fotógrafo y creador de Funginista. El hecho ocurrió en las afueras de Mar del Plata: “Estuve 12 minutos sin reflejo respiratorio. Un médico que pasaba en auto me reanimó. Cuando me contaron después, no lo podía creer”, recuerda.

Lo más asombroso es lo que vino después. “Tiempo después vi un documental de Paul Stamets —una eminencia mundial en el estudio de hongos—, y contaba que donde impactan los rayos en la tierra suelen brotar hongos, por la vibración que genera el impacto en el micelio. Ahí entendí que lo mío había sido casi místico. Un reseteo”, dice.

Ese “reseteo” lo llevó a cambiar de vida. Durante la cuarentena, mientras su estudio fotográfico quedaba vacío, Niki transformó la cámara en microscopio y el lente en laboratorio. “Como no llegaban encargos, empecé a investigar sobre el cultivo de hongos. Me enamoré de sus formas y colores. Primero quise fotografiarlos, después quise hacerlos”, cuenta.

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Así nació Funginista, un proyecto que une arte, ciencia y naturaleza. Hoy produce hongos exóticos y medicinales, tinturas naturales, kits de autocultivo y, además, diseña cabinas visibles de cultivo para restaurantes, verdaderas vitrinas vivas donde los hongos crecen a la vista de los comensales. “La primera fue en el Chuí, después vinieron Martitegui y Chizpa, en Palermo. Ver cómo fructifican en esos espacios es un orgullo enorme”, dice.

Su emprendimiento también tiene una faceta comunitaria. Todos los primeros y terceros domingos del mes realiza en Buenos Aires “Las Regalonas”, jornadas abiertas donde regala bloques de cultivo para que cualquier persona pueda producir hongos en su casa. “Los bloques dan hasta cinco oleadas de hongos. Solo hay que mantenerlos húmedos y cuidarlos. Es una forma linda de acercar a la gente a este mundo”, explica. La próxima es este sábado, en la previa al día de la madre.

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En una charla TEDx, Drucaroff comparte esa historia de transformación que lo llevó de la fotografía de moda al cultivo biotecnológico artesanal. “Tuve suerte —dice— porque no me di cuenta hacia dónde iba. Descubrí algo que me apasionaba, lo hice con curiosidad y terminó convirtiéndose en mi trabajo. No lo forcé: simplemente me pasó”, describe.

Hoy, entre el arte y la biología, Niki sigue explorando un universo que parece inagotable. “El reino Fungi es infinito —asegura—. Cada día descubro algo nuevo. Y, de alguna manera, siento que el rayo me despertó para poder verlo", cierrra.

Entrevista de Fernando Genesir