Desde un pueblo entrerriano: las alpargatas que enamoraron al mundo

En el pequeño pueblo de Aranguren, en el interior de Entre Ríos, el sonido de las máquinas y el aroma a telas se mezclan con la dedicación artesanal de un grupo de personas que hace más de 60 años elabora uno de los productos más emblemáticos de la cultura argentina: las alpargatas. Allí funciona La Rosa Blanca, una fábrica familiar que hoy celebra un reconocimiento internacional tras haber sido premiada en la feria Magic de Nueva York como la mejor marca de calzado.

“Somos alpargateros de alma”, dice con orgullo Sandra Ostorero, segunda generación al frente de la empresa que fundaron sus padres. “Hace 30 años que fabricamos exclusivamente alpargatas, un trabajo muy artesanal, bien argentino y bien entrerriano”, contó en diálogo con Cadena 3. El emprendimiento emplea a unas 15 personas, que en temporada alta llegan a ser 20, y también terceriza parte del proceso de producción.

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El secreto del éxito, asegura Ostorero, está en la pasión y el trabajo diario. “El proceso sigue siendo cien por ciento manual, pie por pie, y eso se nota. En un mundo tan tecnologizado, conservar un producto tradicional, hecho a mano, nos llena de orgullo”, explicó. En La Rosa Blanca fabrican distintos modelos: desde las clásicas alpargatas de yute natural, trenzadas y cosidas a mano, hasta versiones más modernas con suelas de goma eva o PVC, adaptadas a nuevos públicos y estilos.

El reconocimiento en Nueva York fue un antes y un después. La empresa fue seleccionada por la Secretaría de Producción de Entre Ríos para representar a la provincia en la Semana de la Moda, y terminó sorprendiendo al jurado internacional. “Llevar la alpargata —tan nuestra como el mate— a un escenario global y ver que llama la atención nos llena de felicidad. Fue un mimo enorme, sobre todo porque producir en Argentina muchas veces cuesta, pero estas cosas te demuestran que vale la pena”, expresó emocionada.

Para Sandra, la clave está en la pasión y la constancia. “Es todos los días. Desde que te levantás hasta que te acostás, ponerle entusiasmo, respeto por el trabajo y amor por lo que hacés. Eso se transmite en el producto, en la atención al cliente, en todo”, afirmó.

Así, desde el corazón entrerriano, La Rosa Blanca sigue demostrando que los sueños tejidos con esfuerzo y tradición pueden cruzar fronteras. Porque, como dice Sandra, “cuando uno hace algo con pasión, el resultado siempre pisa fuerte”.

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Entrevista de Fernando Genesir