De Salta a Ecuador: los chicos del béisbol argentino que sueñan en grande

En plena ruta rumbo a Santa Cruz de la Sierra, para volar camino a Guayaquil, un grupo de chicos salteños detuvo su viaje para contar una historia que merece ser escuchada. Son parte de la delegación argentina que representará al país en la Little League de Béisbol, el torneo de menores más importante del mundo. La voz que lidera esta travesía es la de Carlos Van Cauwlaert, director Nacional de Desarrollo de la Federación Argentina de Béisbol y presidente de la delegación.

“Estamos haciendo este viaje por tierra por una cuestión de costos. Pero más allá del sacrificio, lo vivimos como una aventura inolvidable”, cuenta Van Cauwlaert desde el auto, con un entusiasmo que atraviesa kilómetros y fronteras. Lo que está en juego no es solo un campeonato: es una apuesta al futuro del béisbol argentino.

La Little League no es un torneo cualquiera. Es la puerta de entrada al profesionalismo y, para muchos chicos, una posibilidad concreta de educación superior en Estados Unidos. “Si estos chicos siguen este camino, tienen garantizado el acceso a universidades en EE.UU. Algo que ni los propios estadounidenses tienen asegurado”, remarca Van Cauwlaert.

El semillero está en Salta

La delegación argentina está integrada principalmente por jugadores salteños, muchos surgidos del club Popeye, tetracampeón de la Liga Infantil. La elección no es casual: en el último Panamericano jugado en Panamá, 12 de los 18 convocados al seleccionado nacional fueron de Salta. "Venimos trabajando hace años con esta cantera", explica Van Cauwlaert.

A diferencia de otros torneos, en la Little League los equipos deben estar formados por jugadores locales. “No podés reforzarte con chicos de otras provincias, como en los Panamericanos. Y hay un estricto control documental: partida de nacimiento, certificado escolar… Está muy bien organizado”, señala.

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Soñar con las grandes ligas

Argentina ocupa hoy el puesto 36 en el ranking mundial de béisbol, pero apunta a más. La participación en torneos juveniles y femeninos es clave para escalar posiciones. “Tenemos que posicionarnos en el ranking y eso se logra desde abajo, con los más chicos”, afirma.

El gran objetivo de Van Cauwlaert y de toda la Federación es que, algún día, un argentino llegue a jugar en las Grandes Ligas. “Ya tuvimos deportistas olímpicos, a Messi, a Maradona… pero en béisbol aún no tenemos a nadie allá arriba. Por eso este proceso es tan importante”.

Béisbol, pasión de familia

La historia de Van Cauwlaert es también la de un padre comprometido. Tiene siete hijos, y viaja con Pedro, de 12 años, quien también forma parte del equipo. “Hace tres años me metí de lleno en esto por él. Desde entonces fuimos a Cartagena, Panamá, Chile… Ahora vamos a Ecuador. Tenemos una generación hermosa”.

El próximo gran desafío será en septiembre, cuando Salta reciba el campeonato nacional U12, el más convocante del país. La provincia, que ya cuenta con clubes históricos como Popeye y FOC, apuesta a ampliar la base y captar nuevos talentos. “Tenemos que levantar los clubes chicos, llevar el béisbol a los colegios. Es un deporte hermoso que te abre muchas puertas”, dice Carlos, convencido.

El valor de la difusión

El crecimiento del béisbol también se alimenta del boca a boca, de los amigos que invitan a otros chicos, y de la visibilidad en los medios. “Después de la difusión que tuvimos por el Panamericano, se duplicó la cantidad de menores que se acercaron al deporte. Por eso es tan importante este espacio”, agradece Van Cauwlaert.

Hoy, además de Salta, Córdoba y Buenos Aires, otras provincias como Rosario y San Luis empiezan a dar pasos en el desarrollo del béisbol. El sueño es federal: conformar una Liga del Norte y replicar el modelo en todo el país.

Mientras tanto, el equipo argentino sigue su viaje. Si ganan en Guayaquil, el próximo destino será Pensilvania, donde se celebra la instancia mundial de la Little League. Allí, en el corazón del béisbol estadounidense, estos chicos buscarán dejar la bandera argentina en lo más alto.

Entrevista de Claudio Giglioni