De médico a enólogo: volvió de Europa para hacer vinos en Colonia Caroya

Gabriel Filiberti dedicó gran parte de su vida a la medicina. Otorrinolaringólogo especializado en cirugía de oído, llegó a ser jefe del Servicio del Hospital Infantil de Córdoba y trabajó en el Sanatorio Allende. Sin embargo, la vida lo llevó por caminos inesperados: en plena pandemia, tras emigrar a España para continuar su carrera, descubrió que lo que realmente lo apasionaba no estaba en los hospitales europeos, sino en las viñas argentinas.

“Me fui con toda la ilusión, había trabajado en Mallorca y quería ser médico europeo. A los tres días me sentía morir: extrañaba todo lo que acá odiaba. No aguanté, renuncié y me fui a refugiarme en mis hijos que vivían en Torino”, recordó Filiberti en diálogo con Cadena 3 para La Argentina Posible. Ese tiempo en Italia, que describe como un momento de vulnerabilidad, terminó siendo un punto de inflexión: en la comuna de Barolo conoció pequeñas bodegas familiares y decidió que ese sería su nuevo camino.

De regreso en Argentina, en 2021 compró un terreno en Colonia Caroya. Se formó en enología en la Universidad de UMAZA, recibió el acompañamiento de productores locales y del enólogo Daniel Vicentini, y junto a sus hijos –dos arquitectos y un ingeniero– levantó la bodega Gavianna. “La inauguramos en 2022 con el casamiento de mi hijo mayor. Fue un sueño hecho realidad”, contó. Hoy producen cinco varietales, entre ellos un Malbec y un Tanat que en pocos años ya cosecharon reconocimientos internacionales. En la última edición del concurso VINUS, avalado por la Organización Internacional del Vino, Gavianna obtuvo dos medallas de oro y una de plata.

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Los vinos llevan el sello Dr. Blend, un guiño a su formación médica y a la propuesta de la bodega: la creación de cortes personalizados en degustaciones con sommeliers. “Nuestra especialidad es hacer blends a pedido. Fermentamos cada variedad por separado y después armamos el corte. Es algo distinto, muy artesanal”, explicó. La producción es limitada y se vende exclusivamente en la bodega, donde también organizan eventos y experiencias de cata.

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A sus 62 años, Filiberti combina la docencia universitaria con esta nueva pasión, convencido de que su decisión de volver al país fue la correcta. “Cuando hacés lo que te gusta no hay fronteras. No sé si voy a ver mis plantas producir, pero sé que mis nietos van a tener un viñedo hermoso andando. Y lo más lindo es disfrutar el camino”, resumió.

Su historia resume una decisión vital: elegir el corazón antes que la comodidad. “No sé si alguna vez voy a ver mis plantas producir, pero lo importante es que mis nietos sí lo harán. Y mientras tanto, yo disfruto del camino”, dice Gabriel. Una lección de vida que trasciende la enología.

Entrevista de Fernando Genesir