Visión de crecimiento
26/11/2025 | 14:21
Redacción Cadena 3
Audios
Cómo un productor argentino logró exportar maíz directo a Chile desde su campo
Esta es una historia que resume la mezcla de coraje y creatividad que todavía mueve al país. Ramiro Digón, productor agropecuario de Monte Cristo e hijo de una familia que lleva tres generaciones trabajando la tierra, decidió que no quería seguir haciendo las cosas “como siempre”.
Volvió de China con una convicción nueva, derribó sus propios límites y convirtió el campo familiar Don Claudio en un caso único: un establecimiento que exporta directamente desde el corazón de Córdoba, como si la aduana estuviera en su propia puerta. Su historia no es solo productiva; es profundamente humana, y prueba que cuando alguien se anima a cambiar la mirada, todo lo demás empieza a moverse.
“Soy un poco terco”, dijo entre risas para contar cómo se le ocurrió apuntar hacia este objetivo para hacer crecer la empresa familiar.
Formado en la Universidad Nacional de Córdoba, Digón inició su carrera en empresas multinacionales del rubro petrolero y agroindustrial. Pero su gran salto fue a China. “Quise ir a ver de primera mano qué pasaba. Lo que te cuenta otro nunca es lo mismo que lo que ve uno mismo”, explicó sobre su decisión.
Para llegar, debió reinventarse. Aplicó a universidades y academias para dar clases de inglés: “China valora muchísimo el inglés (…) y me dijeron: tu posibilidad está en enseñar. Y así fue”. Pasó medio año trabajando y viajando a ferias internacionales. Vivía en una ciudad que, según contó, “hace treinta años era un pueblito pesquero y hoy es el Silicon Valley del hardware”.
Pero algo lo empujó a volver: “Lo que más me llamó la atención era la brecha de conocimiento entre yo, productor agropecuario, y el mercado de destino de lo que producimos. Eso me generó una duda y me movilizó”.
Cuando volvió a Córdoba, sus padres lo reunieron junto a sus hermanos y les propusieron comenzar la transición generacional. “Nos dijeron: en unos años vamos a estar en otra situación, empiecen a hacerse cargo”, contó.
Ramiro tomó la idea con un objetivo ambicioso: transformar el modo en que la empresa comercializaba su producción. Fue entonces cuando surgió el proyecto del “puerto seco”.
“Tener una aduana en planta es literalmente tener la aduana en tu casa”, explicó. Cada vez que exportan, un oficial de Aduana viaja hasta el establecimiento para inspeccionar la carga y avalar la operación. “Me encontré con barreras fitosanitarias, documentación, internacionalización… sí, hubo burocracia, pero para mí la barrera más grande era mental”, dijo.
Su meta era vender directamente al cliente chileno. “El 95% de la producción argentina sale por puertos marítimos. Nosotros nos preguntamos: ¿por qué siempre comercializamos igual?”, sostuvo. Tras meses de trámites, logró concretar la primera venta directa.
/Inicio Código Embebido/
/Fin Código Embebido/El impacto fue inmediato: “Tener factura de exportación en dólares termina siendo una mejora en el posicionamiento de la empresa. Te cambia ante bancos, proveedores, municipios, clientes. Genera prestigio”.
También destacó el rol del Estado provincial: “No quiero dejar de mencionar a la Agencia ProCórdoba, que nos acompañó muchísimo”.
La innovación no quedó ahí. En agosto, Don Claudio puso en marcha su propio parque solar. “Reemplazamos el 70% del consumo eléctrico del riego artificial con energía solar”, señaló. Lo vive como un cambio cultural: “Estamos un pasito más cerca de pensar la sustentabilidad, de generar menos huella. El agro no solo produce alimentos: también produce energía”.
Para Digón, Argentina debe ampliar la mirada: “Países como Estados Unidos y Brasil buscan independencia energética con soja, maíz y cultivos alternativos. Acá el productor tiene que entender que no solo produce para sistemas ganaderos, sino para industrias y energías limpias”.
La empresa está integrada por cuatro hermanos. “Mi hermano mayor es ingeniero agrónomo y se ocupa de la parte técnica. Mis hermanas son abogada y odontóloga; no trabajan activamente, pero participan como socias y en decisiones estratégicas”, explicó.
Digón defiende el modelo: “Las empresas familiares tienen que incorporar multidisciplinariedad. Ahí es donde aparece la evolución”.
Antes de despedirse, dejó dos ideas que lo representan. Primero, que “el alambrado es mental”, citando a un referente de CREA. Y segundo, que la riqueza no es solo económica: “La riqueza es comunitaria. En estos procesos la gente se enriquece culturalmente, mentalmente, se capitaliza. Eso después también se transforma en dinero”.
Y extendió una invitación abierta: “Están invitados a visitarnos. Quiero que quienes industrializan nuestros productos conozcan el origen. No nos colectivicemos: del otro lado hay apertura”.
Así, entre historias de China, exportaciones desde Monte Cristo y paneles solares entre maizales, Ramiro Digón dejó claro que la innovación también germina donde hay curiosidad, terquedad y pasión por hacer.
Te puede Interesar