“Adolescencias eternas”: el fenómeno que retrasa la autonomía de los jóvenes

Hay una problemática que atraviesa generaciones: la dificultad de los jóvenes para alcanzar la autonomía y el rol de los adultos en ese proceso.

En la Universidad de Granada, en España, colgaron un cartel que rezaba: “No se atienden padres”. El aviso, dirigido a las familias que pretendían intervenir en los reclamos académicos de sus hijos universitarios, encendió un debate global sobre los límites de la sobreprotección.

Este mensaje recuerda que todos los alumnos son mayores de edad y deben gestionar sus propios trámites académicos, pero al mismo tiempo invita a pensar hasta qué punto los padres siguen ocupando un lugar que ya no nos corresponde.

El doctor Enrique Orschanski, profundizó: “La adolescencia no es una sola etapa, sino un proceso que se extiende. Hay una primera adolescencia entre los 9 y 12 años; una segunda, más turbulenta, entre los 13 y 17; y una tercera, que puede prolongarse más allá de los 18, cuando ya debería consolidarse la autonomía”.
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Según el especialista, muchos jóvenes logran destacarse en lo académico o lo profesional, pero muestran dificultades para desenvolverse en lo cotidiano. “Son brillantes resolviendo dilemas complejos, pero no saben cambiar una lámpara o realizar un trámite simple. Son hábiles en redes tecnológicas, pero pobres en el uso de la lengua para conversar con profundidad”, resumió.

La paradoja, es que estos mismos jóvenes reclaman independencia, pero no siempre están dispuestos a asumir las responsabilidades que los acompañan. “La comodidad del hogar posterga el fin de la adolescencia. Y los adultos, muchas veces, somos cómplices al evitarles frustraciones o tareas”, indicó.