Alejandro Pagni, fotógrafo cordobés.

La Argentina, Hoy

El fotógrafo de las finales: Pagni y cómo es vivir la historia desde adentro

21/11/2025 | 22:35

El reconocido fotoperiodista cordobés repasó su experiencia en Qatar, la emoción del título y el fenómeno viral detrás de sus imágenes más icónicas.

Redacción Cadena 3

El fotoperiodista cordobés Alejandro Pañi, con más de 45 años de trayectoria, volvió a su provincia para presentar Que sean eternos los campeones, el libro que reconstruye en imágenes el camino de la Selección Argentina hacia la coronación en Qatar 2022. La obra, realizada junto al analista Eduardo Vizcayar, reúne más de 200 fotografías seleccionadas entre más de 170.000 tomas realizadas durante el Mundial.

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Hola Alejandro, el gusto enorme de tenerte en Córdoba, tu casa. ¿Cómo fue la experiencia de Catar y cómo llegaste a cubrir el Mundial sin representar a un medio tradicional?

Sergio, gracias por la invitación. Córdoba siempre es mi lugar, vuelvo por familia, amigos y porque me gusta. En Catar la cobertura fue distinta porque en los últimos años hubo una reconversión del periodismo: cambiaron las maneras de comunicar, las plataformas y la tecnología. Empecé hace más de 45 años revelando rollos en un laboratorio y hoy, con una cámara, en segundos puedo enviar una foto al otro lado del mundo. Toda esa evolución la fui acompañando para poder seguir compitiendo. La esencia del trabajo es la misma que aprendí de grandes maestros en Córdoba, pero cambiaron las herramientas, los soportes y los objetivos: antes el gran orgullo era hacer una tapa; hoy lo son las webs y las redes sociales. En este Mundial busqué una alternativa: trabajé con marcas y empresas, y las fotos se volcaron a redes con un efecto periodístico que competía con los grandes medios.

Hoy todos sacan fotos con el celular, pero ¿qué diferencia al fotoperiodista del resto?

Me parece fantástico cómo evolucionó la fotografía. Antes de los celulares estaba casi minimizada a un grupo muy pequeño de seguidores. La aparición del celular la convirtió en una herramienta cotidiana: hoy en vez de anotar algo en un papel, sacás una foto. Eso ayudó mucho y también perjudicó, porque todos hacen fotos, pero no todos son fotógrafos. Cada especialidad —ballet, deporte, automovilismo— tiene su mirada entrenada. El fotógrafo potencia los gestos, los movimientos, las acciones. Esa es la diferencia.

En el libro se cuenta el Mundial en imágenes, incluso con la tapa de Messi acariciando la copa. ¿Cómo viviste esos momentos tan cerca de la acción? ¿Qué te pasó en el penal de Montiel?

Estaba a unos 25 o 30 metros. Cuando convierte el penal, para mí es como las profesiones de riesgo: aprendés a mantener la calma para que no te tiemble la mano. En los 90 minutos estoy muy tranquilo. Pero cuando Montiel festeja y vienen todos hacia mi sector, ahí se me llenaron los ojos de lágrimas. Fue el único momento de emoción. Seguí haciendo fotos, pero me conmovió. Haber vuelto campeón del mundo por primera vez en mi carrera fue un privilegio.

Antes de viajar me decías que tenías una sensación positiva sobre Argentina. ¿Cómo nació finalmente el libro?

El libro no estaba en los planes. Viajé por marcas y redes; Eduardo Vizcayar lo hizo por sus cadenas de televisión. Nos encontramos allá y siempre hablábamos de las posibilidades. Tras la derrota con Arabia Saudita pensamos “otra vez volverse”, pero fue un quiebre: le cambió la cabeza al técnico, a los jugadores y a nosotros. Después vinieron las sensaciones positivas. Al volver tenía cerca de 170.000 fotos, de las cuales Argentina ocupaba más de 100.000. La final sola tuvo 17.000. Del proceso de selección quedaron poco más de 200 en el libro.

Elegir una foto entre miles es un arte. ¿Cómo trabajás esa selección?

Entrevistado: A pesar de que las cámaras hacen 40, 60 o hasta 100 fotos por segundo, para mí no hay dos fotos iguales. Siempre hay una diferencia mínima y la mirada entrenada la detecta. A veces me sorprendo y veo que elegí bien incluso trabajando bajo el sol o mientras el partido sigue. En la cancha ya voy intuyendo jugadas y festejos. Cada estadio tiene sus tendencias. A veces acierto, a veces no, pero siempre preparo mentalmente las líneas posibles de acción.

Cubriste el superclásico en el que hiciste la foto viral del “Changuito” Ceballos metido en la tribuna. ¿Qué sentiste al verla difundida sin tu nombre?

Esa foto la hice desde unos 90 metros, atento a lo que pasaba en la tribuna. La envié a la agencia France Press y en segundos estaba distribuida en todo el mundo. Al rato empezó a viralizarse sin crédito. Lo que entra en internet se despersonaliza: lo asumí. Pero esta vez muchos colegas aclararon que era mía, y yo también pedí que se reconociera. Conectó porque parecía una foto de los años 70 u 80: el jugador mezclado con la gente, sin alambrados ni vidrios, pero actualizada por los celulares en las manos.

La foto recuerda a otra tuya, la del gol de Messi a México. ¿Tus protagonistas establecen vínculo con vos con el tiempo?

A veces sí, a veces no. Nuestro trabajo es anónimo. Dos días después del superclásico, Ceballos vino encantado con las fotos, pero es poco común. Algunos jugadores me reconocen por verme seguido, aunque no sepan mi nombre. Con Maradona o Messi me pasa eso: saben que estoy siempre. Y aprendí a no ser cholulo: me cuesta, pero así me formé.

Antes de terminar, siempre pido a los invitados que recomienden un libro. ¿Cuál elegís?

Creo que el fotoperiodista debe estar informado, capacitado, con un background amplio: leer, ver muestras y cuadros. Todo eso está en la foto. Soy seguidor de un gran fotógrafo francés, Henri Cartier-Bresson. Su serie sobre “el instante preciso” es maravillosa: no es para leer, es para mirar. Con cámaras manuales lograba capturar ese único momento. Recomiendo El instante preciso, de Cartier-Bresson.

Entrevista de Sergio Suppo.

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