Alfredo Casero en el programa La Argentina Hoy.

La Argentina Hoy

Alfredo Casero: "El humor cordobés es críptico y tiene una complicidad única"

18/07/2025 | 20:50

El icónico humorista argentino Alfredo Casero presenta "Cha Cha Cha Volumen 2" en Quality Espacio, este 19 y 20 de agosto. "Córdoba siempre me trata bien", aseguró. 

Redacción Cadena 3

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Alfredo Casero: "El humor cordobés es críptico y tiene una complicidad única"

El reconocido actor y humorista argentino Alfredo Casero se presentará este fin de semana en Córdoba, trayendo su particular estilo que combina complicidad, nostalgia y una mirada aguda sobre la realidad. 

En una entrevista con Sergio Suppo en el programa La Argentina Hoy de Cadena 3, Casero compartió su cariño por la ciudad, reflexiones sobre el humor cordobés y anécdotas sobre su icónico programa Cha Cha Cha, además de revelar detalles de su experiencia personal y artística, incluyendo momentos de valentía que marcaron su carrera.

¿Cómo te trata Córdoba?

Córdoba siempre me trata bien. Es una ciudad llena de amigos, donde la gente se ríe y me siento muy a gusto. No sé si viviría aquí, porque es una gran ciudad muy esparcida, y yo prefiero las afueras. 

¿Qué tiene de especial el humor cordobés que lo hace tan particular?

El humor cordobés es críptico, pero tiene una permisividad única que permite decir cosas graciosas con naturalidad. La gente se ríe porque hay una complicidad. Por ejemplo, una vez me crucé con un señor enorme que me pidió “un heladito” con una mano gigante, y con un simple gesto ya nos reímos. Es un humor que fluye, aunque también hay un humor más complejo que requiere enganchar al público. 

¿Cómo describirías el proceso de hacer humor?

El humor es un ejercicio de complicidad. Desde un punto de vista biológico, es como una disrupción en la cabeza: entro por tus ojos y oídos, activo tu memoria inmediata y provoco una convulsión que es la risa. Hay gente más abierta a eso y otros que no lo entienden. Si el público no se engancha, es como empujar una locomotora. Hay que ganarse incluso al que está ahí obligado porque lo llevaron. 

¿Cómo nació el programa Cha Cha Cha y qué lo hizo tan diferente al humor televisivo de la época?

Cha Cha Cha era un protocolo, un código, como tocar jazz. No era improvisación al azar; había reglas para que funcionara. Lo hicimos en condiciones precarias, en una casa antigua con una escalera de madera, sin utilería, buscando cosas en la basura. El mejor año fue 1997, cuando produje yo mismo y gasté todo en hacer lo que quería. El humor cordobés, como el de la revista Hortensia, influyó mucho. Hortensia transcribía las voces de la calle, y eso lo entendí al crecer. Cha Cha Cha tomó esa esencia, pero la llevó a otro nivel. 

¿Cómo surgió la idea de personajes como Juan Carlos Batman o Peperino Pómulo?

Juan Carlos Batman nació de imaginar a un tipo común que paga todo de su bolsillo, se enfrenta a todos y aun así sale airoso, como un héroe cotidiano. No es el Batman de Bruce Wayne, es un tipo con una buena infancia que corrige lo que no le gusta. Peperino Pómulo era una parodia de un cura real que todos reconocían, pero nadie podía decirlo abiertamente. Hicimos folletos de una supuesta Fundación Argentina del Mañana con sus frases, y parecían de una iglesia real. 

¿Qué encontrarán los cordobeses en tu show este fin de semana en el teatro?

Van a encontrar un protocolo de vida, una conexión. Es reírse con el de al lado por algo que no entendés del todo, pero en lo que confiás. Es una experiencia de complicidad donde todos entendemos algo juntos, aunque no sepamos exactamente qué. 

Cambiando de tema, en un momento de fuerte hegemonía política, fuiste de los pocos que se plantaron a cuestionar el relato oficial. ¿Cómo fue esa experiencia?

Fue un acto de valentía e inconsciencia. Dije que el discurso de la “juventud maravillosa” era una mentira, que los números no cerraban. Me cancelaron shows, incluso una universidad me bajó por considerarme “anticonstitucional”. Me atacaron porque toqué a figuras intocables. Pero hubo otros, como Diego Cabot y Lanata, que también señalaron lo que estaba mal. Fue duro, estuve años sin trabajar por eso. 

¿Cómo llegaste a tener un hit en Japón con Shimauta?

Fue pura casualidad. Un amigo me mostró la canción en un restaurante japonés. Ya habíamos cerrado un disco con Sony, pero insistí en incluirla. La canté en japonés, no solo por fonética, sino entendiendo lo que decía, como si fuera Schubert. En Japón conecté con gente valiosa, como Takeshi Kitano, y participé en el Gohaku Festival Utagasen, un evento donde solo habían estado Gael Costa y yo como no japoneses. 

¿Sos un artista que se reinventa o seguís siendo el mismo?

Soy un renacentista, un mecánico. Mi cabeza funciona buscando la causa de los problemas y cómo arreglarlos. Eso me ayuda a crear, pero no hay creación hasta que está probada y funciona. No me interesa la fama, sino hacer lo que quiero y que conecte con la gente. 

Antes de despedirnos, ¿qué libro recomendarías a los oyentes?

A los hombres, recomiendo dos: el Manual de Motores de Arias Paz, que te enseña cómo funciona el mundo y la importancia del orden, y Kim de Rudyard Kipling, ideal para chicos.

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