El CEO de AmCham, Alejandro Díaz, entrevistado por Sergio Suppo.

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Alejandro Díaz: “La relación actual de Argentina y EE.UU. no tiene precedentes”

16/12/2025 | 20:45

El CEO de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en Argentina (AmCham) dijo a Cadena 3 que el país tardará de 6 a 8 años en ser competitivo. Consideró que el acuerdo de integración económica desafiará al empresariado local.

Redacción Cadena 3

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Alejandro Díaz: “La relación actual de Argentina y EE.UU. no tiene precedentes”

La relación entre Estados Unidos y Argentina ha cambiado rotundamente en poco tiempo, algo que parecía casi imposible. Ante el anuncio de un acuerdo que aún no se concretó, ¿cómo impacta este escenario en AmCham y en las empresas que la componen, que deseaban un contexto similar al planteado a fines de octubre?

El cambio fue absolutamente diferenciador y yo diría que no hay precedentes en la historia bilateral de una relación como la que hoy tienen ambos gobiernos. Creo que hay mucho de estrategia y que Estados Unidos está volviendo a la adecuada política Monroe, otorgando un peso relativo a Latinoamérica que claramente no tenía en años anteriores. El interés de Latinoamérica para Estados Unidos toma un color que no se había visto en relaciones anteriores. En este contexto, Argentina era probablemente el país del Cono Sur que más estaba alineado estratégica y geopolíticamente a la administración de Donald Trump.

Aunque se esperaba una relación intensa debido a la afinidad entre Donald Trump y Javier Milei, la intención de anunciar un acuerdo de integración económica no estaba en el cálculo de nadie. ¿Qué perspectivas le ve a este acuerdo y por qué se está demorando su firma final?

Ya se venía hablando de esto desde que comenzó la administración el año pasado, aunque inicialmente había confusión sobre si sería un Tratado de Libre Comercio (TLC), lo cual siempre estuvo fuera de discusión. Con el replanteo global de la política comercial de Estados Unidos en abril, los aranceles adicionales y recíprocos cambiaron el panorama del comercio internacional y las cadenas de valor. Desde hace más de un año se discutía la posibilidad de crear un esquema arancelario de beneficio con canales comunes entre ambos países. Creo que lo importante es que este fenómeno, parecido al ingreso de Argentina a la OCDE, obligará a nuestro país a replantear su productividad y competitividad. Argentina lleva más de dos décadas cerrada al mundo, sin definir su matriz exportadora. Esto pondrá a Argentina en un estadio superior, lo cual se observará en un periodo más largo, no solo en el comercio bilateral con Estados Unidos.

Luego de la reunión en la Casa Blanca, se pensó que el acuerdo sería firmado y puesto en marcha rápidamente. ¿Qué fecha especula o maneja para su concreción final?

No lo sé. Yo especulé que sería el 5 de diciembre con la presencia del presidente Milei en el sorteo de la FIFA. Incluso, junto con la US Chamber, estábamos organizando un evento importante esa mañana, al cual ya se habían inscripto más de 400 personas. No hay una fecha establecida y dependerá de muchos factores, pero la ausencia de una fecha no nos preocupa demasiado. El contenido está preestablecido y no se anunciará en detalle hasta la firma debido a la confidencialidad. Esta confidencialidad se debe a que Estados Unidos está negociando con 16 países y tampoco comunicó los detalles de los acuerdos cerrados con Vietnam y Reino Unido. Es un proceso amplio que depende mucho más de Estados Unidos, pero no sentimos preocupación por la demora.

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Se está tratando la reforma laboral en el Congreso. ¿Considera imprescindible una reforma impositiva inmediata para que las empresas argentinas logren un punto de partida competitivo, como lo que Pablo Roca denominó "nivelar la cancha"?

Nuestras expectativas están balanceadas. Hemos estudiado profundamente el proyecto de ley y consideramos que facilita muchos aspectos para las empresas formalizadas como las nuestras. La reforma flexibiliza el esquema indemnizatorio y el esquema de las 48 horas semanales, elementos que debían adecuarse de la normativa de los años 70. Sin embargo, tengo la sensación, como alguien del mundo de los negocios, de que la reforma no ataca dos problemas laborales relevantes hoy: la pequeña y mediana empresa y la informalidad. Si bien la reforma simplifica y clarifica situaciones de la vieja ley de contrato de trabajo, requerirá un proceso adicional que sí combata estos dos flagelos. Respecto a lo impositivo, en esta primera etapa, la reforma será simplificadora. Probablemente se bajen algunos impuestos puntuales, como el impuesto estadístico y quizás el impuesto al débito y crédito bancario. No obstante, creo que quedará pendiente la reforma integral donde la carga tributaria se revise sustancialmente para lograr la fuerte reducción que el modelo de negocio argentino requiere.

La falta de crédito es esencial para el desarrollo de la economía. ¿Cree que la ausencia de financiamiento para los sectores productivos incipientes está demorando la reactivación económica?

Somos más optimistas respecto al crédito. Creo que el motor de crecimiento del próximo año no provendrá del aumento del consumo. Los productos de consumo sufrirán un primer semestre complejo y, probablemente, todo el año, ya que no hay indicadores de una mejora en el ingreso de las personas o una recuperación de los ingresos salariales frente a la inflación. El crecimiento se dará en sectores clave. El problema es más integral y requiere un nuevo sistema regulatorio más eficiente y equilibrado. La carga impositiva afecta la competitividad. Por ejemplo, un vehículo vendido en Argentina puede costar un 38% más caro que el mismo exportado a Chile, debido fundamentalmente a dos factores: impuestos y la logística. Mover un contenedor desde Salta hasta el Puerto de Buenos Aires es más caro que moverlo desde Buenos Aires a Singapur, porque el 84% del transporte es por camión. El problema tiene que ver claramente con la infraestructura. Al analizar la competitividad argentina, los factores determinantes son la infraestructura, la carga tributaria, los costos de logística y, como cuarto elemento, lo laboral. El gobierno entiende la situación: los trenes están en proceso de licitación, el Belgrano Cargas es uno de los primeros, hay 39 licitaciones de rutas por salir, y la hidrovía volvió a relicitarse.

Hay una cultura del encierro, como usted la llama, que quizá no afecta a AmCham, porque las empresas norteamericanas están acostumbradas a competir. ¿Cómo cree que se puede cambiar esta cultura del encierro que afecta a muchas más empresas de lo que se supone? 

Abrir la importación eliminando fuertemente los derechos de importación es doloroso porque mueve los modelos de negocio. Por ejemplo, un modelo de negocio textil que era 100% nacional hoy se encuentra con productos de Asia o Perú un 30% más baratos y con una tela superior. A largo plazo, el consumidor se beneficiará. Pero en la transición, el fabricante nacional se encuentra con el ingreso de estos productos, lo que puede afectar la empleabilidad en confección. Las transiciones son complejas: si Argentina hubiera transicionado en 10 o 15 años, esta discusión no ocurriría. Cuando se busca transicionar en dos o cuatro años, la situación será muy complicada para algunos sectores.

Hubo un principio de transición que se abortó en 2001, seguido de una regresión muy fuerte en los últimos 25 años. Teniendo en cuenta las condiciones del país, ¿cuánto tiempo calcula que Argentina tardará en alcanzar la competitividad global?

Seis a ocho años. Hablaría de ese período de tiempo mínimo, porque se encapsuló de tal manera que a los agentes económicos les costará reestructurarse. En muchos sectores, la capacidad instalada sin utilizar ronda el 59% o 60%. Un fabricante no tiene incentivo para invertir en nuevas tecnologías si aún tiene un 25% o 30% de capacidad ociosa. Ese proceso llevará mucho tiempo, asumiendo que en ese periodo las variables estarán estabilizadas. Creemos que el crédito mejorará el próximo año, ya que las tasas de interés insostenibles cayeron. El motor del crecimiento del próximo año será el crédito.

Hemos estado viendo de cerca el fenómeno de Vaca Muerta y la minería. Las cifras de potenciales inversiones en minería impresionan, pero están "dormidas". ¿Por qué cree que no se avanzó este año en ese sentido? 

Tenemos siete empresas con inversiones proyectadas a cinco años de 35 billones de dólares americanos. La restricción principal es la Ley de Glaciares. Hay una conceptualización equivocada de una ley muy imprecisa, especialmente en la definición del concepto preglaciárico. La Ley de Glaciares es el gran inhibidor. El otro limitante es estructural: la infraestructura. Además, el "compre provincial" es otra limitante. Si se exige esto, y salen a producir mineras que necesitan 15.000 empleados, muchos de ellos no podrán ser locales. Los gobernadores tendrán que revisar estas leyes, aunque resulta contradictorio que fueran dictadas a propósito del boom minero. Queda pendiente también la licencia social. Si se remueven las limitaciones, nos encontraremos con otro país, pero ese proceso también durará 10 años.

Me parece que, como nunca desde que se restableció la democracia, hay un criterio de cambio. ¿Usted tiene esa misma expectativa de que el Congreso trate y apruebe, por ejemplo, la Ley de Glaciares, para generar las inversiones necesarias?

Creo que es la última oportunidad que tiene Argentina si eso no ocurre. Si no se dan las reformas, se limitará fuertemente el desarrollo. Hay cuatro sectores que moverán Argentina en los próximos 15 años: agronegocios, ciencia del conocimiento, servicios exportables al mundo, y minería y petróleo y gas. Si esto no se da, hipotecaremos nuestro futuro. La ciudadanía entendió la dinámica, y creo que hoy están validando este proceso transformador. El Congreso después del 26 de octubre parece ser un congreso más transformador de lo que era antes del 10 de diciembre.

Volviendo al acuerdo de integración económica con Estados Unidos, ¿dónde notaremos esa integración cuando se firme? ¿Veremos más productos o inversiones norteamericanas, o se abrirán mercados como el de la carne?

Respecto a la carne, aún no está definido cuál será el incremento de la exportación a Estados Unidos. Un ejemplo claro es el aceite de oliva que exporta Argentina: si tuviera el 10% del arancel que tiene hoy, sería competitivo. Si se le elimina el arancel del 10%, el aceite de oliva argentino será hipercompetitivo en términos comparativos, ya que Italia o España pagan el 15%. La idea del acuerdo es retrotraer aranceles a antes del 2 de abril y establecer un canal comercial específico. Este canal definirá qué productos argentinos tendrán un tratamiento competitivo adicional para la exportación a Estados Unidos. Cuando se empiece a discutir el Tariff Channel Mechanism, hablaremos de otra capacidad. Históricamente, Argentina importó más de lo que exportó a Estados Unidos. Si Argentina empieza a dialogar con un esquema específico, lo notaremos, aunque quizás recién en enero de 2026. Esto pone a Argentina en la necesidad de redefinir estratégicamente su matriz exportadora.

¿A los empresarios argentinos les interesa de verdad este acuerdo de integración?

Es una muy buena pregunta y no puedo ayudarlo con la respuesta. Creo que quienes ambicionan llegar al mundo con sus productos verán la oportunidad y la explotarán. Sin embargo, el "empresario argentino" es una entelequia. Si hablamos del empresario que lleva 20 años sin competir con el mundo, ¿se siente cómodo o incómodo con la apertura de Argentina?. El mercado americano es complejo y competitivo. Argentina no tiene una economía complementaria con Estados Unidos, razón por la cual un TLC tampoco es la solución. No obstante, si se define este canal de exportación, siempre habrá oportunidades para que los argentinos exporten a Estados Unidos.

Para cerrar, le pedimos que recomiende un libro que le haya gustado o que esté leyendo, y que le gustaría que los oyentes lean. 

El libro que estoy leyendo es "Back to the 90s" ("Regreso a los años 90"), de Marina Dal Poggetto. Me parece muy interesante porque busca con seriedad la comparación económica entre lo que sucedía en los años 90 y lo que está pasando ahora en Argentina.

Entrevista de Sergio Suppo.

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