Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén.

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Pierbattista Pizzaballa, el cardenal de Tierra Santa en la mira del papado

01/05/2025 | 10:10

El patriarca latino de Jerusalén, conocido por su labor en un contexto de conflicto, emerge entre los elegibles gracias a su perfil pastoral y su valentía, aunque enfrenta retos por su juventud y posturas políticas.

Redacción Cadena 3

En el corazón de Tierra Santa, el cardenal Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén, se perfila como un candidato inesperado para suceder al Papa Francisco tras su fallecimiento.

A sus 60 años, este fraile franciscano italiano capta la atención del cónclave por su experiencia en una región marcada por tensiones religiosas y políticas, su compromiso con el diálogo interreligioso y su valentía en crisis, como cuando se ofreció como rehén en 2023 para liberar a niños secuestrados por Hamás.

Sin embargo, su juventud, falta de experiencia en la Curia Romana y críticas por su postura en el conflicto israelo-palestino podrían frenar sus aspiraciones al trono de Pedro.

Nacido en 1965 en Cologno al Serio, Italia, Pizzaballa ingresó a la Orden Franciscana y llegó a Jerusalén en 1990.

Su trayectoria incluye 12 años como custodio de Tierra Santa (2004-2016), administrador apostólico del Patriarcado Latino (2016-2020) y, desde 2020, patriarca latino, lo que lo lleva a liderar a los católicos de rito latino en Israel, Palestina, Jordania y Chipre.

En 2023, el papa Francisco lo elevó a cardenal, un reconocimiento que lo colocó en el radar de los observadores vaticanos.

Un líder forjado en el conflicto

Pizzaballa ha demostrado una capacidad única para navegar las complejidades de Tierra Santa.

Su fluidez en hebreo, inglés y árabe (este último aprendido tras críticas iniciales por no dominarlo) le ha permitido conectar con judíos, musulmanes y cristianos.

Ha promovido gestos de unidad, como el rezo interreligioso de 2020 por la pandemia y la oración por la paz de 2014 junto a líderes israelíes y palestinos.

Su condena equilibrada de la violencia, tanto de Hamás como de los bombardeos israelíes, refleja su esfuerzo por mantenerse neutral en un contexto polarizado.

“La presencia cristiana en Tierra Santa es un puente, no un muro”, suele decir Pizzaballa, quien visita regularmente comunidades vulnerables, como las de Gaza, y apoya iniciativas como la Secretaría General para la Juventud Palestina.

Su ofrecimiento en 2023 de intercambiarse por rehenes israelíes durante el conflicto en Gaza lo consolidó como un pastor dispuesto a sacrificarse, ganándose admiración global.

Fortalezas que lo impulsan

El cardenal destaca por su experiencia en crisis, un activo en un mundo dividido.

Su estilo pastoral, descrito como espontáneo y moderno, resuena con la visión de Francisco de una Iglesia cercana a los pobres y marginados.

Su acceso a líderes como Shimon Peres y Mahmoud Abbas, junto con su cooperación con instituciones israelíes en turismo y peregrinación, le otorgan una estatura internacional.

Además, su énfasis en el diálogo interreligioso lo posiciona como un candidato capaz de tender puentes en una Iglesia global.

Debilidades que lo desafían

A pesar de su ascenso, Pizzaballa enfrenta obstáculos. Su edad, considerada joven para el papado, podría ser un inconveniente en un cónclave que suele favorecer pontificados más cortos.

Su postura en el conflicto israelí-palestino generó fricciones: sectores proisraelíes criticaron su condena a los bombardeos de 2023, mientras que algunos palestinos cuestionan su cercanía a Israel.

Su falta de experiencia en la Curia Romana lo deja en desventaja frente a cardenales con mayor conocimiento de la burocracia vaticana.

Además, su esfuerzo por mantener la neutralidad lo ha dejado en una posición solitaria, sin el respaldo pleno de ninguna facción.

Un "papabile" singular

Pizzaballa representa un perfil poco convencional: un pastor de una diócesis pequeña pero simbólica, con un enfoque global y una vida marcada por el servicio en una tierra sagrada.

Su cercanía al legado de Francisco –paz, justicia social y diálogo– lo hace atractivo para quienes buscan continuidad.

Sin embargo, su éxito dependerá de si los cardenales priorizan su valentía y visión pastoral sobre las limitaciones de su experiencia y las controversias políticas.

Mientras el cónclave se prepara, el nombre de Pizzaballa resuena como el de un hombre que, desde las tensiones de Tierra Santa, podría llevar al Vaticano un mensaje de esperanza y reconciliación. Pero en la carrera por la Silla de Pedro, su destino sigue siendo incierto. 

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