Ferdinand y su hijo Ferry, junto al "Sascha" de 1922
Maffersdorf, en Bohemia, donde nació Ferdinand Porsche
Muy joven comenzó a experimentar con la electricidad
Cuando terminó la formación escolar se fue a Viena a trabajar
El "vehículo eléctrico Egger-Lohner, modelo C.2 Phaeton" (denominado "P1")
Exposición Universal de Paris, 1900, esta unidad se presentó como un Lohner-Porsche
El nombre de Porsche comenzaba a sonar en el mundo del automóvil
Detalle del motor eléctrico pequeño colocado en ll cubo de la rueda
En 1901, diseñó este "híbrido" eléctrico-térmico, el primero de la historia
Ferdinand Porsche en su híbrido, en 1903
Entró en Daimler en 1906, este es un Mercedes eléctrico para repartir comidas
A Porsche le gustaba correr. Las carreras fueron siempre un impulso vital para él
Ferdinand ganó en 1910 la Prinz-Heinrich Farht con un Austro-Daimler
Diseñó y construyó este tren para caminos o rieles para el ejército austríaco -1913-
Los hermanos Ferry y Louise Porsche, en 1915
Ferry Porsche tenía como juguete un "autito" de 2,5 caballos
A la salida de la I Guerra, Porsche piensa en autos más pequeños
Fabricó el Sascha de 1.1 litros; aquí lo maneja Adolf Neubauer, nada menos
En 1922, su Sascha gana su clase en la Targa Florio, en Sicilia

Historias de hacedores - 2

Porsche: un apellido atraviesa tres siglos a toda velocidad

17/06/2020 | 17:15 | Al final del siglo XIX, desde su hogar en la Bohemia, con precoz inclinación por la electricidad, se revelará el genio de Ferdinand, el fundador de la dinastía. Creó el auto híbrido en el año 1900.

Para la historia de esta familia creadora de una marca que es leyenda, todo comenzó en Maffersdorf, Bohemia, por entonces Imperio austrohúngaro, donde Ferdinand Porsche nació un 3 de septiembre de 1875. 

El tercero de los cinco hijos del hojalatero llamado Anton, demostró precoces inclinaciones y cualidades para el manejo de la electricidad, para el estudio de los sistemas mecánicos, unidas a una férrea vocación por el trabajo.

Desdeñando la prosperidad del oficio familiar —no sin la manifiesta resistencia de su padre— el joven Ferdinand experimentaba con sus sistemas eléctricos.

A los 13 años, colocó timbres con baterías en su casa; a los 15, asistía de noche a una escuela técnica cercana para saber con fundamento sobre cuestiones eléctricas; y a los 16, le instaló la iluminación eléctrica completa al hogar paterno.

Toda una proeza y una novedad tan importante, que derribó la oposición de papá Anton —además de conseguirle pedidos del mismo tipo en muchas casas vecinas— y le permitió irse a Viena, a los 18 años, para emplearse en la Sociedad de Electricidad Bela Egger & Cía e intentar estudiar ingeniería mecánica en la universidad.

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Ferdinand había completado su formación secundaria en la escuela de comercio estatal en Reichenberg y nunca cursaría, finalmente, la carrera universitaria. Aunque cuentan que se colaba en las clases nocturnas, después del trabajo, para aprender más.

Su progreso en aquella empresa eléctrica vienesa fue muy rápido, pues, se reveló pronto como un prodigio para la ingeniería. Tenía soluciones rápidas y muy eficientes para todos los desafíos que se presentaban y provocaba admiración en sus compañeros y sus superiores.

Su apasionada inquietud por la automoción —de incipiente desarrollo en esos años— lo llevó a aceptar en 1998 un puesto en la empresa de Jacob Lohner, el prestigioso proveedor de los carruajes para la corte austríaca, que comenzaba a desarrollar su división de automóviles. 

Los coches de Lohner impulsados por electricidad tenían una potencia muy baja. Y los trabajos de Ferdinand solucionarán ese problema.

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El 26 de junio de 1898 está marcado como el día de uno de los primeros registros de automóviles en Austria, el del "vehículo eléctrico Egger-Lohner, modelo C.2 Phaeton", denominado P1, diseñado y construido por Ferdinand Porsche, que luego recorrería las calles de Viena. En 1899, el P1 ganó una apreciada carrera para vehículos eléctricos en la Exposición Internacional de Automóviles, en Berlín.

Con el siguiente diseño, extremadamente novedoso, se adelantará mucho a su tiempo. Porsche coloca dos pequeños motores en el eje de las ruedas delanteras de un Lohner, en lugar de uno más grande y pesado central. Eliminó el diferencial —con ello, bastante peso— y mejoró mucho la potencia.

Un principio similar se aplicó en 1969 para el vehículo que la NASA envió a la histórica expedición lunar.

En la Exposición Universal de Paris de 1900 la unidad se presentó como un Lohner-Porsche. A los 25 años, el joven Ferdinand ya estaba inmerso en la esfera internacional de la naciente industria del automóvil.

Su siguiente gran innovación fue más allá, aún, respecto del adelanto a su época. Ferdinand Porsche creó un coche mixto, movido por la combinación de un motor de combustible y motores eléctricos. Lo que hoy llamamos un híbrido. 

Tenía propulsión eléctrica en las cuatro ruedas, cuya energía se generaba desde un pequeño motor térmico de un cilindro. Lo llamaba Semper Vivus ("Siempre Vivo"). Ferdinand lo llevó a Versalles marchando a 14 kilómetros por hora desde Viena, y podía marchar a 37 kilómetros por hora.

En 1902, Porsche fue reclutado para el servicio militar y sirvió como chofer, conduciendo sus propios diseños para el archiduque Francisco Fernando de Austria, el príncipe heredero austriaco cuyo asesinato, diez años después, provocaría la Primera Guerra Mundial.

Porsche era tan obsesivo con el trabajo, que el 17 de octubre de 1903, entretenido en una reunión con sus asistentes, casi no llega a tiempo a su propia boda con Aloisia Johanna Kaes, la joven vienesa que admiraba su pasión por los autos y que le dio su hija Louise en 1904 y a su hijo Ferry (Ferdinand Anton) en 1909.

Al poco tiempo de nacer Louise, Jacob Lohner prescindió de los servicios de Ferdinand Porsche. Le salía muy caro. No será la última vez que le suceda, por la misma causa. Experimentar con automóviles es una tarea muy costosa.

Aunque volverá pronto al trabajo. En 1906, se convierte en el director técnico de la gran Austro-Daimler.

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A Porsche le gustaba correr. Las carreras fueron siempre un impulso vital para él. La idea de probar los límites de sus producciones en las competencias le aseguraba que los cumplirían con creces en ciudades o carreteras. Todo lo que aprendía corriendo, lo aplicaba después a los vehículos que construía. 

En 1908, fabricaba los coches de competición para sus nuevos jefes de Austro-Daimler. Y ya alcanzaban la extraordinaria velocidad de 120 kilometros por hora.

Porsche no estaba en casa cuando nació su hijo varón. Ese mismo día ganó una carrera con su híbrido. Y a ese éxito profesional, se le agregó el nacimiento de Ferdinand Anton, en aquella maravillosa jornada de 1909. 

Ferry Porsche, el hijo, solía contar que él vino al mundo con el automovilismo. Claro estaría, que sus aficiones y entusiasmos no podrían ir por ningún otro lado que no fueran los automóviles. 

Para seguir acrecentando logros, Ferdinand ganó en 1910 la Prinz-Heinrich Farht con un Austro-Daimler, ocupando otro de sus coches el segundo puesto. El coche de carreras y el coche en general se inclinaba por el motor térmico, más potente, liviano y fácil de gestionar.

Los historiadores cuentan que Porsche padre trabajaba en una habitación cerrada. Era tremendamente prolífico, lo ponía todo sobre hojas de papel, y los cajones de la oficina estaban llenos de sus diseños. En el día de trabajo, estaba en todos los sitios y en ninguno.

Con la Austro-Daimler ya en el contexto de las tensiones políticas previas a la Primera Guerra Mundial, se dedicó también a desarrollar motores para aeroplanos. Quería que la compañía estuviera preparada. Austria no tenía aviones y él desarrolló un motor para aviación que resultó muy oportuno.

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También contribuyó a esa causa con el diseño y la producción de un tren terrestre para el Ejército. Con un poderoso tractor y más de seis vagones, podía transportar armas, soldados y un cañón de 26 toneladas por caminos abiertos o por rieles. Dio a las tropas austriacas una movilidad sin parangón sobre terrenos accidentados.

Por estos aportes, fue premiado con honores militares y con un doctorado 'honoris causa' de la Universidad Técnica de Viena. También es ascendido hasta director general de la Austro-Daimler y construyó, después de la guerra, el primer vehículo deportivo biplaza, el 'Sascha'. Era un auto de carrera más pequeño que las habituales limusinas de Daimler, dotado de un motor de 4 cilindros y solo 1.1 litros, con el que en 1922 gana la famosa carrera Targa Florio en su clase.

Su original sistema de válvulas tenía dos árboles de levas  montados con eje central sobre la tapa de cilindros ('a la cabeza'). El pequeño motor entregaba 45 CV y el coche superaba los 140 kilómetros por hora. 

Con un peso total de menos de 600 kilogramos, era compacto y tenía una relación de peso-potencia sensacional. El 'Sascha' era perfecto para caminos con muchas curvas y pozos, como los de la célebre carrera siciliana en la que ganó.

A Ferdinand Porsche, por entonces, la idea de fabricar autos más pequeños le comienza a obsesionar. Pero chocará con la dura reticencia de sus pares ingenieros y de sus jefes para llevarla adelante.

Aunque esa historia ya es parte de nuestra próxima entrega. Donde les seguiremos contando sobre Porsche, el apellido que atraviesa tres siglos a toda velocidad.

Cadena 3 Motor. Fuentes: wikipedia, porsche media, racingarchives, motorsportmagazine, gtspirit, motorpasion, porschefahrer, classicsandsportcars.