Historias de hacedores - 1
15/06/2020 | 01:25 | Ferdinand, fundador de la dinastía, constructor a fines del siglo XIX; Ferry, su hijo, levantó la fábrica de Stuttgart tras la II Guerra Mundial; Butzi, el nieto, creó el inmortal 911 en los 60.
Muchos de los hechos de la historia del automóvil refieren a un nombre propio, al apellido de un creador, a un hombre que se distingue del resto, que aporta con la idea, además, la fuerza para realizarla y muchas veces la vida completa para sostener lo creado. La crucial diferencia entre los que lo logran y los que no.
Hay una buena lista de esos nombres y el del apellido Porsche es uno particularmente especial. Porque cubrió genuinamente tres generaciones, atravesando las barreras de tres siglos.
El fundador, Ferdinand Porsche (1875-1950), genial autodidacta, diseñador y constructor, creador del Volkswagen Escarabajo; su hijo homónimo, Ferry (Ferdinand Anton Ernst, 1909-1999), creador del Porsche 356, el deportivo que inauguró la mítica línea de la casa familiar de automóviles; y el nieto, Butzi (Ferdinand Alexander, 1935-2012) que diseñó el más famoso auto de la marca y uno de los máximos éxitos de la historia del auto, el Porsche 911.
/Inicio Código Embebido/
Una dinastía realizadora de sólidos fundamentos conceptuales y lealtad a la empresa original fundada por el padre. Que ha logrado que en sus autos de hoy, se reconozcan las líneas de los del primer día y, a la vez, le resulten al usuario lo mejor que se puede manejar en el presente.
Y eso, en una industria con la dinámica de la del auto, ha construido ese mito indestructible que sostiene a la casa de Stuttgart como una referencia de estilo y performance en el tope del nivel.
Sin afán historicista, nos atrevemos a sobrevolar —en una serie de entregas sucesivas— esta historia fascinante de mundos sacudidos por cambios tecnológicos, políticos y sociales de gran calibre. En el que una leyenda industrial se transmite 'genéticamente' entre padre, hijo y nieto con logros que sorprenden por ir ascendiendo en su escala, en cada momento.
El patriarca, genial, prolífico, polémico y más irascible de lo que se necesita, que crea el automóvil híbrido en 1901 y luego le entrega al Tercer Reich —el Gobierno de Adolf Hitler— el 'auto del pueblo' en 1938.
Su hijo, más sociable, contemporizador y comerciante, pero que abreva en su padre el amor y el concepto del auto deportivo —más pequeño, más maniobrable y más seductor a la vista— arma la fábrica en Stuttgart para relanzar el nombre y el sueño de la familia convertido en un auto que enamorará primero a la Alemania del 'milagro' y luego a toda la Europa de la posguerra.
El nieto, que con la misma pasión infundida en sangre, salta hacia el cambio de cosmovisión global de los años 60 con un diseño que es, quizás, el clásico más inconfundible de toda la historia del auto.
Ferdinand, Ferry y Butzi, los Porsche que pudieron tener la más impresionante fábrica de autos de serie de Europa, decantaron su preferencia por hacerlos de a uno, a mano, artesanalmente y con su estilo.
Y en el medio de todo eso, las carreras. Las carreras de autos. Los tres hombres fuertes de Porsche empuñaron un volante de competición. Los tres comprendieron que no había una dinámica más superadora para el desarrollo y el ensayo del automóvil, de sus sistemas y de sus partes, que la de la competición. El mítico Auto Unión, el 904, el 911, el 908, el 917, el 956, el 959. La historia de sus triunfos deportivos tiene uno solo como marca en Fórmula 1, pero tal vez porque nunca fue un objetivo que buscaran a fondo, decididamente. Pero con un motor Porsche, McLaren ganó los campeonatos 84, 85 y 86.
Acompáñenos, durante esta serie de notas, para conocer más sobre esta historia curiosa, polémica, sin duda, y llena de producciones asombrosas.
Cadena 3 Motor. Fuentes: porsche.com, wikipedia, racingarchives, motorsportmagazine, gtspirit, motorpasion.