En 300 mil hectáreas de La Candelaria, los jesuitas se dedicaron a la cría de mulas

Grupo Edisur

A 256 años de su expulsión, el legado que nos dejaron los jesuitas en Córdoba

12/07/2023 | 17:38

Grupo Edisur te cuenta la historia de las estancias, la Manzana Jesuítica y la Cripta que la Compañía de Jesús construyó en la provincia. 

Redacción Cadena 3

La Compañía de Jesús fue creada por el papa Paulo III en 1540. Se convirtió en una de las órdenes católicas más importantes. En el lapso comprendido entre 1599, año de su llegada a Córdoba, y 1767, cuando fue expulsada por el rey Carlos III de España, los jesuitas establecieron un sistema sociocultural único en la América hispana, que marcó el desarrollo de la provincia. Grupo Edisur te invita a conocer el legado que dejaron en nuestro territorio.

Las estancias

Las seis estancias jesuíticas son su principal legado arquitectónico en la provincia, aunque solo cinco se mantienen en pie y fueron declaradas por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad en 2000.

Los inicios de la estancia Caroya se remontan a 1616. Inicialmente funcionó como un predio con producción de maíz y trigo para financiar al Real Colegio Convictorio de Nuestra Señora de Monserrat. Luego fue sede de la primera fábrica de armas blancas durante la Guerra de la Independencia Argentina (por sus instalaciones pasaron José de San Martín y Manuel Belgrano), el correo postal y la residencia de inmigrantes friulanos. Además de la residencia principal, se conservan la capilla, el perchel, el tajamar, los restos del molino, las acequias y el área dedicada a la quinta.

El complejo de Jesús María se construyó en 1618 y su ubicación se debe a que por allí pasaba el Camino Real, en su huella hacia la capital del Virreinato. Actualmente funciona como Museo Jesuítico Nacional y se pueden observar los restos de algunas de sus construcciones: iglesia, residencia, bodega, molino, perchel y tajamar. Desde 2014, también es un sitio de memoria de la organización Ruta del Esclavo.

La estancia Santa Catalina está localizada en un paraje rural en el que se conservó el entorno natural.

La estancia Santa Catalina es un complejo integrado por una iglesia, claustros, galerías, patios, talleres, tajamar, huertas y rancherías, que constituyen una de las más valiosas obras de la arquitectura colonial conservadas en Argentina. Las tierras de Calabalumba la Vieja fueron compradas en 1622 y el primer gran proyecto fue un conjunto de conductos subterráneos que traían agua desde Ongamira y la almacenaban en un gran tajamar. Así se convirtió en un gran centro de producción agropecuaria y de obraje, y es reconocida especialmente por su imponente iglesia, ejemplo del barroco colonial argentino con influencias de la arquitectura centroeuropea.

Las tierras del complejo de Alta Gracia fueron donadas en 1643 por Alonso Nieto de Herrera, quien ingresó a la Compañía de Jesús tras enviudar. Los jesuitas crearon un establecimiento agrícola, ganadero e industrial que sostenía al Colegio Máximo, luego convertido en la primera universidad argentina. Además de la residencia para los jesuitas, había obraje, ranchería, vivienda de los negros esclavos, batán, complejo sistema de riego de quintas, hornos para materiales de construcción y tajamar. La iglesia destaca por su influencia barroco-italiano tardía.

La estancia La Candelaria era la más extensa de su tipo en la provincia. En 1683 funcionaba como un gran foco de producción agropecuaria. Se trata de una tipología única en Córdoba, identificada por su aspecto cerrado y organizado en torno a un patio central rectangular. Había habitaciones para el convento, talleres, depósitos, cuadras, corrales, tajamar, molino de harina, horno y huerta. Fuera del cerramiento, se levanta una larga fila de ranchos en los que vivía la gente de trabajo.

Manzana jesuítica

La Manzana Jesuítica comprende la Iglesia de la Compañía, la Capilla Doméstica y la Residencia de los padres; el Rectorado de la Universidad Nacional de Córdoba (antiguo Colegio Máximo), incluyendo sus dependencias administrativas (Claustro, Salón de Grados y Biblioteca Mayor); y el Colegio Nacional de Monserrat.

En estas construcciones se condensan algunas de las máximas expresiones del arte barroco en Latinoamérica, como es el caso de las bóvedas pintadas y los retablos de ambos templos. Todo el conjunto ha sido declarado Monumento Histórico Nacional y Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

La Compañía regresó a Córdoba en 1853, pero solo se le restituyó la Iglesia, la Capilla Doméstica y la Residencia.

A su llegada, los jesuitas se radicaron en los solares cedidos por el cabildo de la ciudad, donde existía desde 1589 una pequeña ermita, que pronto resultó insuficiente para albergar a religiosos, estudiantes y fieles. A partir de 1608, comenzaron las obras de edificación que darían forma a la actual Manzana Jesuítica.

Tras la expulsión de la orden en 1767, la manzana fue asignada a los franciscanos. A partir de 1820, pasó a depender del Gobierno de la provincia. Tres décadas después se nacionalizaron la Universidad y el Colegio de Monserrat, constituyendo el núcleo original de la actual UNC. La Compañía regresó a Córdoba en 1853, pero solo se le restituyó la Iglesia, la Capilla Doméstica y la Residencia.

La Cripta

La Cripta Jesuítica es la ruina soterrada de lo que alguna vez fue el Noviciado de la orden en la ciudad de Córdoba. Este tesoro escondido en plena capital provincial fue redescubierto en 1989, cuando un grupo de obreros abrió un sector de la avenida Colón con el fin de ejecutar un tendido de cables telefónicos. A partir de allí, se decidió su recuperación arqueológica y arquitectónica.

En 1767, con la expulsión de los jesuitas, el edificio quedó abandonado y luego fue pasando de mano en mano, cumpliendo diferentes funciones: hospital, cementerio de los muertos de una epidemia de cólera, sótano y bodega.

La construcción de la Cripta fue encargada por la Compañía de Jesús. Agencia Córdoba Cultura.

Finalmente, en 1928 la obra de ensanche de la avenida Colón terminó de desaparecer los últimos restos coloniales superficiales, incluyendo las bóvedas que techaban la Cripta, la cual se rellenó con escombros.

Aún no se puede dilucidar si iba a ser la cripta de una iglesia de grandes magnitudes, un templo diseñado bajo tierra o una capilla que quedó sepultada con el paso del tiempo.

Fuente: Agencia Córdoba Turismo.

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