¡Atento Fioravanti!

Grandes del deporte

¡Atento Fioravanti!

16/11/2019 | 16:34 | El maestro Fioravanti fue la voz mayor del fútbol durante casi treinta años. Fue el creador de la transmisión radial de partidos como la conocemos hoy. 

Jorge Parodi

Audios

¡Atento Fioravanti!

Eran tiempos en los que fútbol era arte y la radio era magia.

Eran momentos inolvidables en los que el fútbol y la vida pasaban por la radio.

Eran años en que lo todo que acontecía en el verde césped era narrado con precisión y sin prisa, aunque con la emoción y la imaginación a flor de piel.

Eran momentos de goles gritados con la "L" prolongada e interminable.

Eran tiempos de un notable narrador, que además era un maestro.

Eran los domingos por la tarde de radio, de fútbol, de arte, de magia y de Fioravanti. Él decía que no era un relator, sino un narrador.

El maestro Fioravanti, Joaquín Carballo Serantes, su verdadero nombre, creó un estilo y fue la voz mayor del fútbol durante casi treinta años. Fue el creador de la transmisión radial tal cual se la conoce ahora, el primero en todo.

Fue líder de audiencia durante las décadas del '40 y el '50, primero en LR4 Radio Splendid y luego en Radio El Mundo.

En los años '60 compitió con José María Muñoz quien relataba desde Radio Rivadavia. Se retiró en 1972, aunque en 1975 volvió a la actividad como relator de LT3 Radio Cerealista de Rosario.

Fioravanti fue el primero en relatar desde una cabina ubicada en lo más alto del estadio, y no desde el borde del campo o en la platea, para evitar que se colaran los insultos de los espectadores.

Creó las conexiones para tener al instante todo lo que sucedía en las otras canchas. El "Atento Fioravanti", indicaba que Horacio Besio, Damián Cané o algún otro periodista informaría sobre un gol en otra cancha. Se oía a continuación la voz de Monzón, el locutor comercial, quien a su vez decía: "¡Informa Ginebra Bols!". Fioravanti entonces respondía: “Si, adelante compañero Cané”. Contestaba entonces Cané: ¡Gol de Platense! Báez a los 31 minutos del primer tiempo. Platense 1 - Independiente 1”.

Tuvo durante años un auspiciante único -cigarrillos Caravana, Bodegas y Viñedos Giol- para que las largas tandas y las voces de sus locutores comerciales no consumieran los mejores momentos de los partidos.

Y al final de sus programas resumía la jornada con una síntesis que remataba con la repetición del relato de los goles.

Como cierre del programa, Fioravanti expresaba: “Amables oyentes, espero que el programa haya sido del agrado de todos ustedes. Si fuera así, esto nos llenaría de una íntima y gran satisfacción. De no ser así, nos gustaría mucho saberlo. Quiero decirles que siempre tratamos de superarnos en nuestra labor y que si hubo algún error, fue siempre mío y les pido por esto mil disculpas a todos. A mis compañeros de equipo no tienen que disculparlos porque ellos no se equivocaron, el responsable de los errores siempre fui yo al ser el conductor de todas las transmisiones".

En el año 1949, luego de producirse un gol relatado por Fioravanti, surgía la voz de su locutor comercial quien acotaba: “El arquero no la pudo detener porque justo en ese momento iba a tomar Ginebra Bols”.

Su gran obsesión era el uso del lenguaje. Evitaba expresiones burdas y reiteraciones con un uso permanente de la sinonimia.

En diciembre de 1962, cuando Roma le atajó el penal al brasileño Delem que para Boca significó ganar el campeonato, para graficar la alegría del público Xeneize, Fioravanti habló de "vocinglería" (ruido que producen muchas voces ) y "chillerío" (conjunto de voces descompensadas). Al otro día, miles de alumnos preguntaban a sus maestros y profesores el significado de esas palabras.

Una tarde en que por el campeonato Metropolitano de 1971 jugaban Boca y San Lorenzo en el Estadio de Boca, Fioravanti dijo: “La hinchada de San Lorenzo ubicada en la parte alta del estadio, lanza algunas cuartetas y cánticos soeces y procaces, no del todo claros y en los cuales mencionan algunas partes del cuerpo humano, que el viento, ese generoso emisario que Dios pone a disposición del ser humano, se encarga de transportar en la búsqueda de otras latitudes y destinos adecuados”.

Su primera pasión, fue la lectura de clásicos. A los 30 años había leído a los grandes de la literatura universal.

Uruguayo de nacimiento pero santafesino por adopción, cuando contaba con seis años, se radicó junto a su familia en Santa Fe, siendo un destacado periodista gráfico hasta que recibió un importante ofrecimiento, dio el gran salto profesional y se trasladó a Buenos Aires. Adoptó para la radio el pseudónimo de Fioravanti por el personaje que compuso siendo adolescente, cuando estudiaba teatro.

En sus relatos, Fioravanti no corría detrás de la pelota. Su estilo era pausado, sereno, sin estridencias. Su lenguaje florido, ameno y hasta romántico. Describía el partido sin histerias y con la narrativa de un paciente hombre de letras.

A la gran categoría idiomática de Fioravanti en sus relatos, se sumaba el tradicional grito: “¡Golllllllllllllllllllll! (con una “L” sumamente prolongada).

A fines de los '60 Fioravanti y Mario Trucco componían binomio en la Cabalgata Deportiva de una conocida marca de hojitas de afeitar. Uno de sus últimos relatos, fue el memorable zurdazo de Juan Carlos Cárdenas, goleador de Racing, al Celtic de Glasgow, final de la Copa Mundial de Interclubes en el 67.

Fioravanti, con casi 60 años de edad, consideraba ése relato, como su broche final.

Eran tiempos en los que el fútbol y la vida pasaban por la radio.

Eran años en los que lo que sucedía en el verde césped era narrado con precisión y sin prisa, aunque con la garganta llena de emociones.

Eran momentos de goles gritados con la "L" prolongada y la imaginación sin fronteras.

Eran tiempos de un narrador, que además era un maestro.

Eran tiempos en el que el fútbol era arte y la radio era magia.

Eran tiempos en los que todo un país futbolero detenía su corazón al escuchar desde algún estadio desconocido, aquel: ¡Atento Fioravanti!