Trump-Putin o el pugilato político en el G20 rioplatense

El Mundo en Argentina

Trump-Putin o el pugilato político en el G20 rioplatense

26/11/2018 | 11:06 |

Los presidentes de EE.UU. y Rusia y la prensa vienen calentando la previa del encuentro a lo Mayweather-Khabib. El líder chino tendrá su rol protagónico, y el valor local tratará de sacar su tajada.  

Marcos Calligaris

Cuando Vladímir Vladímirovich Putin aterrice en Ezeiza con su Ilyushin Il-96-300PU de más de 500 millones de dólares, los 800 rusos que husmearon los últimos dos meses cada rincón de Buenos Aires ─entre ellos, particulares, diplomáticos y fuerzas de seguridad con francotiradores en sus filas─ ya se habrán ocupado de no haber dejado ni un detalle librado al azar: desde coordinar los encuentros del líder y participar en los operativos de seguridad locales, hasta controlar qué llevan los alimentos que va a ingerir el mandatario (sí, lo acompaña un veedor ad hoc). 


Desde el hotel en Recoleta que eligió como búnker (en común acuerdo con su homóloga alemana Angela Merkel, con quien tiene programada una reunión), Putin se dirigirá a Costa Salguero en su flamante Bestia ─ una limusina blindada made in Russia que tendrá su duelo particular con la Bestia de Trump (a ver quién la tiene más grande, literalmente) ─, y entonces será el momento de una de las veladas más esperadas de este G20: el 30 de noviembre los ojos del mundo se posarán sobre el mano a mano que el mandatario ruso sostendrá con el presidente Donald Trump, con la anunciada salida unilateral del pacto nuclear INF por parte de EE.UU. como tema central y acuciante.  


Entre otras cumbres a confirmar, el presidente ruso podría reunirse con el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohamed bin Salman, quien se ha visto salpicado por el asesinato del periodista Jamal Khashoggi, además de la anunciada cita con la canciller alemana. 


La otra gran velada de estos verdaderos titanes del ring político a orillas del Río de la Plata será sin dudas la que animarán Donald Trump y Xi Jinping, con la guerra comercial entre EE.UU. y China como tema excluyente, una contienda que tiene en vilo a la economía planetaria y cuya posible resolución en Buenos Aires corre por detrás en las apuestas. Pero esa es otra historia.  


En cuanto al dueño de casa, habrá que ver si la cumbre Macri-Putin de local deja algo más concreto que aquella del pasado 22 de enero en la gélida Moscú, cuando el hecho más destacable fue probablemente la inauguración de una plazoleta en honor a la República Argentina en la capital rusa. 


Segundos afuera, primer round 
Donald America First Trump sorprendió al mundo (una vez más) el pasado 31 de octubre con el anuncio de la salida unilateral de EE.UU. del tratado de eliminación de misiles nucleares de corto y medio alcance (INF, por sus siglas en inglés). 
Lo hizo con el argumento de que ya era "obsoleto", a lo que Vladímir Vladímirovich respondió que dar ese paso podría provocar "una carrera armamentista". 


En concreto, EE.UU. aún no se bajó del acuerdo, por lo que se especula que la decisión ─por el sí o por el no─ podría sellarse en la cumbre bilateral con la máxima autoridad rusa en Buenos Aires. ¿Se tratará de una simple argucia del estadounidense para correr con ventaja en otra negociación? Ya lo sabremos. O no. 


Pero para entender la importancia del pacto con el que puerilmente amenazan con abandonar hay que remontarse a la Guerra Fría, cuando el 8 de diciembre de 1987 en Washington Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov, líderes de EE.UU. y la entonces URSS respectivamente, firmaron el Tratado INF (Intermediate-Range Nuclear Forces). 


Básicamente, bajo los lineamientos de este acuerdo las potencias se propusieron eliminar los misiles balísticos y de crucero nucleares o convencionales, cuyo rango estuviera entre 500 y 5.500 kilómetros. Esto llevó a que el 1 de junio de 1991 se destruyeran 2.692 misiles con estas características (846 por parte de EE.UU. y 1.846 por el lado de la URSS). El mundo propiamente dicho exhaló y se convirtió en un lugar más seguro de la noche a la mañana. Y es justamente esa sensación de seguridad la que vuelve a ponerse en tela de juicio con el amague de Trump. 

"El 30 de noviembre los ojos del mundo se posarán sobre el mano a mano que Putin sostendrá con Trump, con la anunciada salida unilateral del pacto nuclear INF por parte de EE.UU. como tema central y acuciante".  


En esta oportunidad, el inquilino de la Casa Blanca aseguró que "Rusia violó el acuerdo y durante mucho tiempo", ya que supuestamente desarrolló un nuevo misil de mediano alcance llamado Novator 9M729, que le permitiría lanzar un ataque nuclear sobre los países de la OTAN en muy poco tiempo. 


Esto es algo que por supuesto el Kremlin niega tajantemente. Incluso semanas atrás había sido la misma Rusia la que insinuó con retirarse del tratado, en su caso, debido al despliegue del escudo antimisiles de EE.UU. en Rumania y Polonia.  


Pero además, este clásico Putin-Trump, Trump-Putin en tierra neutral contará con condimentos coyunturales que seguramente se colarán en la mesa de negociaciones: las sanciones que impone Occidente contra Rusia desde 2014 tras la adhesión de Crimea por parte del gigante euroasiático; las acusaciones contra Moscú por el presunto hackeo de las elecciones de EE.UU. en 2016; las rispideces en Siria ─donde EE.UU. y Rusia apoyan a los diferentes bandos beligerantes─ y, como no podía ser de otra manera, la expansión de la OTAN y el escudo antimisiles, algo que irrita a Moscú desde hace varios años. En otras palabras, será un encuentro para alquilar balcones y con pronóstico reservado. 


Macri - Putin, de semifondo 
El mano a mano entre el presidente Mauricio Macri y su homólogo ruso no acaparará la atención mundial ni mucho menos. Pero si se cumplen ciertas expectativas de la Cancillería argentina, cuando suene la campana y Macri concrete su segundo encuentro del año con Putin hay posibilidades concretas de que puedan anunciar un salto cuantitativo en la cooperación, algo que tendría su correlato positivo en la balanza comercial entre ambos países. Así al menos lo desean los diplomáticos del Palacio San Martín. 


Incluso semanas antes del encuentro han surgido buenas señales sobre la cooperación comercial. De acuerdo con los datos brindados por el Servicio Federal de Aduanas de Rusia (FTS, por sus siglas en ruso), en los primeros nueve meses de este año el comercio bilateral entre Rusia y Argentina aumentó en un 25,8 % en comparación con el mismo período de 2017. Mientras entre enero y septiembre del año pasado el intercambio comercial entre ambos países sumó 727,6 millones de dólares, en los mismos meses de 2018 ascendió a 915,6 millones de dólares.  


En concreto, algunos de los ejes que se tratarán en la cumbre bilateral tendrán que ver con energía, comercio e inversiones. Uno de los temas más importantes ─al menos para la parte argentina─ será Vaca Muerta, ya que sería interés de ambos mandatarios la participación de Rusia en el desarrollo del yacimiento neuquino, una de las obsesiones del Gobierno de Mauricio Macri. 


La agroindustria no será ajena. Podría plantearse la necesidad de reforzar la cooperación comercial de alimentos, según informó La Nación. Y de acuerdo con Cancillería, los jefes de Estado también podrían abordar la cuestión del trabajo conjunto en materia de seguridad y en ciencia ─puntualmente, la exploración espacial─. Asimismo, un pacto de cooperación entre el Mercosur y la Unión Económica Euroasiática podría ser parte de la agenda. 


Finalmente, como un anticipo del saldo que podría dejar la cumbre entre los líderes de Argentina y Rusia, la empresa rusa Transmashholding ─que ya reinauguró el taller ferroviario de Mechita con su compañía mixta TMH Argentina─ dio a conocer días atrás que planea invertir en proyectos en Argentina unos 200 millones de dólares en cinco años y participar en la renovación del transporte ferroviario. 


 Corolario de un G20 caliente 
 Si finalmente prima la buena voluntad, el entendimiento y la madurez política entre los líderes EE.UU. y Rusia, el G20 de 2018 podrá recordarse en el futuro con nombre propio, como aquel en el que se logró poner paños fríos a la amenaza de una nueva carrera armamentista. ¿Se producirán los "acuerdos de Buenos Aires"? De lo contrario, las dos potencias podrían volver a conducir al mundo por una peligrosa senda, como ya sucedió en la segunda mitad del siglo XX. 


En cuanto a la Argentina, la localía, cierta sintonía con el líder ruso y la oportunidad pueden allanarle el terreno al presidente Macri para lograr acuerdos concretos, y que lleguen finalmente ─en este caso desde la lejana Siberia─ las inversiones extranjeras que supo pregonar. 

 
 Solo resta esperar que se traduzca en hechos aquello que Vladímir Putin le anunció a Macri el 22 de enero en el Kremlin: "Argentina es uno de los socios más importantes de Rusia en América Latina".  ¡It's showtime!