Aimar cumplió el sueño de retirarse en el club donde se crió (Foto: SporsCenter).

Ídolos del deporte

Pablo Aimar, el mago que dejó su sello en el fútbol mundial

28/01/2018 | 07:33 | "El Payaso" se despidió de su carrera como futbolista en Río Cuarto, su ciudad natal, en un conmovedor partido. La Previa recordó su gran paso por la historia de este deporte. Entrá y mirá.

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Pablo Aimar, un jugador querido y admirado por multitudes.

El actual entrenador de la Selección Sub-17 y eximio mediocampista, Pablo Aimar, se despidió de su carrera futbolística en un partido de Estudiante de Río Cuate frente a Sportivo Belgrano en su ciudad natal, por la primera fase eliminatorio de la Copa Argentina.

Más allá del resultado del encuentro, en la cancha se vivieron fuertes momentos de emoción y cariño por la figura del ídolo, que también llegó a brillar con la camiseta celeste y blanca.

Tanto Pablo, como su hermano Andrés, quien también jugó en el partido, son una familia ligada al fútbol.

“En casa siempre se ‘mamó’ fútbol, yo soy muy futbolero y los chicos también. A medida que fueron creciendo mamaron fútbol siempre”, confesó Ricardo Tomás Aimar, el padre del jugador, mientras su hijo recuerda: “Nos tiraba una pelota a los 3 años para cabecearla con los ojos abiertos, para nosotros era como una granada, pero a él le gustaba”.

“El Payo”, apodo que después heredó Pablo, fue un talentoso que jugó en Newell’s, en Belgrano, y terminó su carrera en Río Cuarto, en el Deportivo Italiano. Mientras que su hijo, Pablito, dio sus primeros pasos en la calle del barrio riocuartense Banda Norte junto a su hermano.

“Nosotros estábamos todo el día juntos. Nos mudamos a Banda Norte y crecimos ahí. Nos hicimos adolescentes y como no había muchos vecinos jugábamos los dos. Yo me acuerdo de haber pasado momentos maravillosos jugando en el garage de casa. Cuando rompíamos algo, nos hacíamos los cansados y dejábamos de jugar para que no nos reten”, recuerda “El Payaso”.

Luego comenzó haciendo carrera en Estudiantes de Río Cuarto donde captó la atención de Daniel Passarella, en ese entonces técnico de River que lo convenció de llevarlo hacia el club millonario.

En 1995, con apenas unos 15 años, Aimar perseguía el sueño de jugar en la primera de River. “El primer año lo viví muy mal, sufriendo a la noche o cuando me iba de Río Cuarto. Después te acostumbras que la vida es eso. Y después vienieron Laura y Andrés y ahí la pasamos bien”, contó.

En su paso por “La Banda” alcanzó su mejor nivel y fue parte de “los cuatro fantásticos” junto a el Burrito Ortega, Javier Saviola y Juan Pablo Ángel.

Se destacó en la Copa Mundial de Fútbol Juvenil de 1997 en Malasia, y participó en el 2002 del mundial Corea Japón bajo la dirección de Marcelo Bielsa, a quien destaca como uno de los técnicos que mayor enseñanza le dejó.

En 2006 fue convocado por José Pekerman y compartió cancha con un joven Lionel Messi que manifestaba su admiración por el jugador.

Aimar recuerda que durante su paso por los clubes de España era común cambiar la camiseta con los otros argentinos que jugaban y con Messi era mutuo. “Tengo de Messi la 30, la 19 y la 10. Para mí está buenísimo. Es de esos cinco tipos por encima de los demás y que me venga y me pida una camiseta, me llena de orgullo”, asegura.

Durante su paso por los clubes europeos mezcló las pinceladas de buen fútbol con molestas lesiones que lo privaron de jugar en primer nivel. Al respecto confiesa: “Los momentos más felices míos en el fútbol son poquitos. Son los momentos en los que tu equipo gana un campeonato. Esos son los más lindos pero los más tristes son las lesiones, son los momentos más feos en el fútbol”.

En 2014 regresó a River, bajo la dirección de Marcelo Gallardo, quien antes había sido su compañero en las filas millonarias, pero promediando el segundo tiempo de un partido que River le ganaba a Central ingresó a la cancha, jugó algunos minutos y debió abandonar.

Más tarde asumió como DT del seleccionado sub 17, con el plan de llevar al semillero de las selecciones formativas, en el momento en el que las bases requerían un recambio.

Sin embargo, quedaba sin cerrar su historia como furbolista y fue en Río Cuarto donde se dio el escenario perfecto para que “El Mago” diera su última función con la pelota. Pablo y Andrés, salieron juntos a la cancha ante un estadio completo y le cumplieron el sueño al mítico enganche local.

“Jugamos muchas veces juntos, pero no con gente”, contó “El Payaso” respecto al partido de su hemano, mientras su padre apuntó: “es una emoción muy grande ver a mis dos hijos jugando en la cancha llena”.

Informe de Raúl Monti.