Valentín Barco, Rodrigo Villagra y Claudio Echeverri.

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Los jugadores que se quieren ir

03/02/2024 | 17:04

Los casos de Rodrigo Villagra, "El Diablito" Echeverri y "El Colo" Barco abrieron un debate sobre el poder de decisión de los jugadores sobre su carrera y las desventajas que traen a los clubes.

Redacción Cadena 3

Mauricio Coccolo

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Los jugadores que se quieren ir

La novela del verano en el mercado de pases argentino llegó a su fin: Rodrigo Villagra se va de Talleres a River. El “Matador” se queda con una jugosa cifra por su pase y el volante de 22 años cumple su deseo de vestir la banda roja, pero se va por la puerta de atrás. Su caso es el último de una serie de conflictos que se repite cada tanto con los grandes exponentes de nuestro fútbol: ¿qué debe hacer el club cuando un jugador decide que se quiere ir?

El caso Villagra generó un ruido especial cuando River entró en escena, pero también porque era una pieza clave en el esquema de la “T”. Desde que llegó a Talleres en 2021, proveniente de Rosario Central, Rodrigo se adaptó muy rápido al equipo y se adueñó del mediocampo albiazul. Se posicionó entre los mejores volantes del torneo doméstico e incluso fue convocado a la selección sub 23. Y sin embargo, a pesar de su gran rendimiento en la última temporada, la dirigencia no dudó en apartarlo del primer equipo cuando expresó su deseo de irse de barrio Jardín.

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El 2024 no arrancó bien para Villagra. Además de su roce con los dirigentes tras una frustrada negociación en la que podía emigrar al fútbol mexicano, se quedó fuera de la lista de Javier Mascherano para el Preolímpico. Y encima, después de varios días entrenando a contraturno, se viralizaron rumores de una supuesta discusión en malos términos con Andrés Fassi. El propio presidente del “Matador” se encargó de desmentir cualquier conflicto a nivel personal, pero dejó en claro que su salida sólo se concretaría si era en los términos de Talleres.

Al final, Fassi cumplió con su palabra: River transpiró más de lo habitual para conseguir al refuerzo que quería Demichelis, pero la negociación llegó a buen puerto. Villagra jugará donde quería jugar y la “T” cerró una gran venta desde el aspecto económico, pero el vínculo entre el jugador, la gente y la dirigencia no terminó siendo el mejor.

A pesar de las rispideces en la etapa final de la negociación, el desenlace podría haber sido mucho más desprolijo. Basta comparar su caso con el de Valentín Barco, que pocos días después de irse de Boca se encontró con que el mismísimo Juan Román Riquelme lo incineraba en televisión nacional.

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El enojo de Román con el pibe Barco es proporcional a la ilusión que generó su aparición en el hincha de Boca. Con una desfachatez inusual para un chico de su edad, “el Colo” se agrandó en noches de Copa Libertadores y rápidamente llamó la atención de clubes del extranjero. A pesar de recibir ofertas tentadoras a mediados del 2023, eligió quedarse a pelear la séptima, aunque el sueño se derrumbó cuando los de Almirón cayeron ante Fluminense en la final.

Barco se fue al Brighton inglés a mediados de enero y terminaron todos enojados. “El Colo” se fue alegando que los dirigentes no lo escucharon en la negociación. Los hinchas se dividieron entre los que cuestionaban el manejo del Consejo de Fútbol y los que apuntaban contra el jugador. Y el que lejos de bajar el tono de la discusión echó más leña al fuego fue el flamante presidente “Xeneize”, que se despachó con una definición contundente: “Es decisión del jugador”.

El que zafó con lo justo de atravesar una situación similar fue Claudio Echeverri. “El Diablito” cometió un pecado de juventud en pleno festejo de campeonato con River, cuando confesó que su idea era no renovar contrato e irse libre del club. Mientras el video comenzaba a viralizarse en redes sociales, el propio Martín Demichelis tuvo que salir en defensa del juvenil del “Millonario”.

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Echeverri no pudo elegir un momento más inoportuno para aquel sincericidio: era apenas su primer partido como titular en River. El joven delantero chaqueño había tenido muy poquitos minutos en la temporada, pero venía envalentonado tras una actuación estelar en el Mundial sub 17, que lo había puesto en el radar de los grandes clubes europeos. Una vez pasado el enojo inicial, los hinchas apuntaron contra su representante, que terminó ocupando el rol del malo de la película.

La historia del “Diablito”, a pesar de la turbulencia inicial, tuvo un final feliz. Tras los dichos de Echeverri, los dirigentes de River no tuvieron más remedio que negociar su salida, pero lograron un acuerdo más que digno con el Manchester City: el jugador se irá, pero recién al final de la temporada y dejándole plata al club.

¿Qué deben hacer los clubes en estas situaciones? En los últimos años, hubo casos para todos los gustos en el fútbol local. En Racing, Matías Rojas fue titular hasta el último partido antes del vencimiento de su contrato, y el paraguayo se fue siendo una de las figuras del equipo. La dirigencia de Huracán, en cambió, apartó del plantel durante un semestre entero a su capitán, Lucas Merolla, cuando este quiso irse a Boca. Al final la transferencia se cayó y todos los involucrados salieron perdiendo.

¿Hacen bien los clubes en separar a los futbolistas en estas situaciones, o deberían dejarlos jugar todo el tiempo posible? ¿Y los hinchas? ¿Exageran al soltarles la mano a los futbolistas apenas expresan que quieren cambiar de aire, o está bien que el escudo vaya por delante de cualquier nombre?

Como referencia inevitable ante cualquier discusión futbolera en nuestro país, hay una frase de Diego Maradona que muchos recuerdan en este tipo de situaciones. Cuando Diego era capitán de Boca en su última etapa y algunos compañeros hablaban de un futuro fuera del club, no los perdonó: “Si te querés ir, andate. Si te da lo mismo, andate. Acá no te queremos”.

El de Rodrigo Villagra es solo un ejemplo más de lo difíciles que son las despedidas en el fútbol. Lo que queda claro es que cuando un jugador se quiere ir, su deseo se cumplirá tarde o temprano. Dependerá de él (y de los dirigentes) si esa salida se da con la ovación de su gente o por la puerta de atrás.

Texto Agustin González, narracion Mauricio Coccolo y edición Agustín González y Erika Ándujar.

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