El fútbol unitario

La AFA es una entidad centralizada y despótica, con un funcionamiento unitario. El criterio se mantiene intacto desde 1893, cuando lo ingleses introdujeron el fútbol organizado al país.

El artículo 1 de la Constitución indica que “La Nación Argentina adopta para su gobierno la forma representativa, republicana y FEDERAL”.

Las voces de la calle dicen, en cambio, que Dios está en todas partes, pero atiende en Buenos Aires.

Esta declaración constitucional y esencial en la organización política de la Argentina, choca en el fútbol (como ocurre en otros aspectos más importantes del país) con una realidad diametralmente opuesta.

La AFA es una entidad centralizada, con un funcionamiento unitario.

Organiza el fútbol y sus torneos casi sin intervención de los clubes del interior y en lo económico, casi siempre favorece los de su jurisdicción cercana.

Se denomina pomposamente como Asociación del Fútbol Argentino, cuando en realidad su interés se focaliza en Capital Federal y el Gran Buenos Aires.

La reelección, hasta 2025, de Claudio "Chiqui" Tapia consolida claramente el poder de los clubes metropolitanos, en detrimento de los de tierra adentro.

El “Ascenso Unido”, la fuerza política que amalgama a los clubes del Gran Buenos Aires y las distintas categorías del ascenso, le dieron los votos suficientes, y Chiqui construyó su poder otorgándoles prebendas y privilegios e incluso suspendiendo los descensos hasta 2022.

En la Argentina hay aproximadamente más de 3500 clubes de fútbol.

De ellos, 87 son directamente afiliados a la AFA, en su gran mayoría en un radio cercano a la Capital Federal y más de 3000 son indirectamente afiliados, son los del interior.

En un país con 24 provincias, la primera división se juega en Capital Federal y en sólo 7 provincias: Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Santiago del Estero, Entre Ríos, Tucumán y Mendoza.

En 1893, los británicos que trajeron el fútbol a la Argentina, crearon La Argentine Association football League.

La entidad sólo permitía afiliarse a los clubes ubicados en un radio de 80 km de la Capital y el resto era considerado indirectamente afiliado, creando un sistema cerrado de competencia.

En 1913, cuando la organización del fútbol comenzó a ser manejada por dirigentes argentinos, la estructura se mantuvo sin cambios. 

Los clubes del interior no podían competir en igualdad de condiciones con los de Capital, creaban sus ligas y los clubes afiliados a ellas son considerados indirectamente afiliados a la AFA.

La incorporación de clubes del interior a la competencia con los porteños y bonaerense fue provisoria, lenta e incompleta.

En 1939 se suman a la AFA Rosario Central y Newell's. Unión de Santa Fe lo hizo en 1940 y Colón en 1948. Recién en 1967 Valentín Suarez crea los viejos torneos Nacionales y en 1985 se forma la Primera B Nacional.

A los de Buenos Aires los campeonatos así, le resultan favorables económicamente y cómodos, recorren distancias cortas para competir y las entidades están ubicadas relativamente cerca unas de otras. En algunos casos, parecen competencias entre barrios.

La mayoría de las provincias no tiene clubes de Primera, por lo que quedan excluidas del circuito económico que generaría una competición verdaderamente federal.

La Liga Nacional de Básquetbol es la antítesis de la AFA, en este sentido, su creación le dio un impulso a esta disciplina, que le permitió ganar una medalla de oro Olímpica y colocar jugadores en la NBA.

En lo político, el sistema de elección de autoridades es clave para sostener esta manera de ejercer el poder.

La Asamblea, el órgano que las elige, tiene 46 miembros y de ellos aproximadamente el 75 % son directamente afiliados.

Un ejemplo contundente se produjo hace algunos días: La FIFA aportó 74 millones de pesos a la AFA para ayudar a los clubes de nuestro país durante la pandemia.

A los de la B Metropolitana AFA le dio 500 mil pesos a cada club; a los del Torneo Federal A, que juegan por el ascenso, en la misma categoría deportiva, les entregó 190 mil pesos, 310 mil pesos menos.

El sistema de ascensos y descensos perjudica al interior claramente.

"Chiqui" Tapia reformuló sobre la marcha en la temporada anterior la cantidad de ascensos en la B Metro (pasaron a ser 5, favoreciendo entre otros, a Barracas, su club) y las probabilidades de los clubes del interior para llegar a la segunda categoría son cada vez más remotas.

Los jugadores nacidos en determinadas provincias o pueblos se pierden porque no pueden ir a la Capital.

Así y todo, el fútbol argentino históricamente y cada vez más, se nutre de jugadores del interior.

El irrelevante Consejo Federal se creó como una Federación dentro de la propia AFA en 1935. Nuclea a más de 250 Ligas, unos 400.000 jugadores y más de 3000 clubes.

El Presidente de la AFA forma parte del cuerpo y elige a 9 de los 18 representantes, con 10 se reúne el quorum para sesionar, de modo total, está a merced del titular de AFA y no representan la voluntad de los indirectamente afiliados.

Sus cuentas y sus decisiones están supervisadas por la AFA.

Gran parte de la responsabilidad de lo que ocurre la tienen los mismos dirigentes del interior: genuflexos, indolentes, dan prioridad a las prerrogativas que reciben, a los viajes que les otorgan y a sus intereses personales.

Hace algunos días 226 ligas y 16 Federaciones le dieron luz verde a la continuidad de Chiqui Tapia.

En la nota de felicitación de la Liga Cordobesa a Tapia por su reelección, el ente cordobés se define como una “humilde Liga formadora”.

A confesión de parte, relevo de pruebas.

El Chiqui supo construir poder con el apoyo clave de las distintas categorías del ascenso Metropolitano y a esos intereses responde.

Pablo Toviggino, empresario santiagueño, flamante Secretario Ejecutivo de AFA (manejará la caja) y lugarteniente del Comandante Tapia, escribió en su cuenta de Twitter: "La AFA sigue siendo una entidad centralizada y despótica.”La lealtad es un camino de ida y vuelta, si te la pido, la obtendrás de mí. Espalda con espalda”.

Grondolandia sigue vigente sin Don Julio.

Con o sin pandemia, nuestro fútbol atrasa, sus dirigentes son poco confiables y el nivel deportivo decae, con torneos que igualan hacia abajo.

Es evidente que fútbol sigue siendo tan unitario como en 1893, cuando los ingleses lo introdujeron a la gran Capital de los argentinos.