El nuevo Papa
08/05/2025 | 13:09
Redacción Cadena 3
El cónclave para elegir al sucesor del papa Francisco, fallecido el 21 de abril de 2025, captó la atención del mundo entero.
En este ritual milenario, 133 cardenales electores, provenientes de 70 países, se reunieron en la Capilla Sixtina para decidir quién será el 267º pontífice de la Iglesia Católica.
Para definir el nuevo Papa, se requirieron cuatro votaciones, la última esta tarde, cuando con los dos tercios de los votos se abrió la puerta al anuncio “Habemus Papam”.
El cónclave, que comenzó el 7 de mayo de 2025, sigue las normas establecidas por la constitución apostólica Universi Dominici Gregis.
Para elegir al nuevo papa, un candidato debía obtener una mayoría calificada de dos tercios de los votos, lo que, con 133 electores, equivalía a un mínimo de 89 votos.
Las votaciones se realizaron en sesiones de dos rondas por la mañana y dos por la tarde, con las papeletas quemadas al final de cada bloque para emitir las famosas “fumatas”: negra si no había acuerdo, blanca cuando se eligió.
El primer día del cónclave, el 7 de mayo, se llevó a cabo una sola votación, como es habitual, para sondear las preferencias iniciales de los cardenales.
El resultado fue una fumata negra, para indicar que ningún candidato alcanzó la mayoría requerida.
Este 8 de mayo, segundo día del cónclave, dos votaciones matutinas fueron negativas.
Y esta tarde, emergió el humo blanco.
Históricamente, el número de votaciones necesarias para elegir un papa ha variado significativamente. El cónclave de 2013, que resultó en la elección del papa Francisco, requirió cinco votaciones y se resolvió en apenas dos días, uno de los más rápidos en la historia reciente.
En 2005, la elección de Benedicto XVI tomó cuatro votaciones, también en dos días. Sin embargo, cónclaves más disputados, como el de 1963 para elegir a Pablo VI, necesitaron seis votaciones, mientras que el de 1914, que dio como resultado a Benedicto XV, requirió diez.
Pio X (1903): 7 votaciones, 4 días.
Benedicto XV (1914): 10 votaciones, 3 días.
Pio XI (1922): 14 votaciones, 5 días.
Pio XII (1939): 3 votaciones, 2 días.
Juan XXIII (1958): 11 votaciones, 4 días.
Pablo VI (1963): 6 votaciones, 3 días.
Juan Pablo I (1978): 4 votciones, 2 días.
Juan Pablo II (1978): 8 votaciones, 3 días.
Benedicto XVI (2005): 4 votaciones, 2 días.
Francisco (2013): 5 votaciones, 2 días.
El cónclave más prolongado de la historia de la Iglesia Católica se desarrolló entre 1268 y 1271 en Viterbo, Italia, tras la muerte del papa Clemente IV.
Durante casi tres años, la elección del nuevo Papa quedó estancada por divisiones entre facciones de cardenales franceses e italianos, prolongando un proceso que culminó con medidas drásticas de los habitantes locales y la elección de Gregorio X.
Iniciado con 20 cardenales, el cónclave se vio bloqueado por la falta de consenso, ya que ninguna facción lograba la mayoría de dos tercios requerida.
La tensión entre los cardenales franceses, nombrados por Urbano IV, y los italianos paralizó las deliberaciones.
En el otoño de 1269, frustrados por la demora, los ciudadanos de Viterbo encerraron a los cardenales en el palacio papal.
En junio de 1270, las medidas se endurecieron: el tejado de la sala fue retirado y se restringió el suministro de alimentos para presionar a los electores, cuyo número se había reducido a 16 por muertes y abandonos.
Finalmente, tras 1.006 días, se adoptó una solución de compromiso: seis cardenales fueron designados para proponer un candidato.
El 1 de septiembre de 1271, eligieron a Tebaldo Visconti, un archidiácono de Lieja que no era sacerdote.
Visconti, coronado como Gregorio X el 13 de marzo de 1272 en Roma, marcó el fin de un proceso caótico que inspiró reformas en los cónclaves futuros, como las establecidas por el propio Gregorio en el Concilio de Lyon de 1274.
Este episodio, reseñado en crónicas históricas y fuentes vaticanas, refleja las tensiones políticas y eclesiásticas de la época, así como la determinación de los habitantes de Viterbo para forzar una resolución.
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