¿Cómo conociste a tu pareja? El factor oculto que define el éxito de la relación

En la era de las aplicaciones de citas y los encuentros digitales, una pregunta clave sobrevuela el panorama afectivo: ¿El origen de la relación afecta su calidad?

Una exhaustiva investigación realizada por el Instituto de Psicología de la Universidad de Wroclaw, Polonia, analizó datos de 6.646 personas en pareja de 50 países y encontró una tendencia clara y sorprendente: las relaciones que comienzan en la vida real son, en promedio, más felices y demuestran niveles más altos de amor y compromiso que las que se inician en el entorno digital.

Si bien la forma de conocerse ha cambiado radicalmente —el 16% de los encuestados conoció a su pareja online, una cifra que crece año a año desde el 2000—, la calidad percibida de esos vínculos parece ser distinta.

Las claves del vínculo sólido

Los investigadores cruzaron el modo de encuentro con métricas de calidad de la relación (satisfacción, intimidad, pasión y compromiso). Incluso al controlar variables como la edad, el nivel socioeconómico, la educación y la orientación sexual, el resultado se mantuvo firme:

Las parejas que se conocieron en persona reportaron mayor satisfacción, intimidad y pasión.

La diferencia más notable se registró en el compromiso, siendo significativamente mayor en las parejas con origen offline.

Este patrón no es exclusivo de un grupo demográfico. El estudio no halló diferencias fuertes en el uso de apps por edad, género o ubicación geográfica (rural vs. urbana).

¿Dónde queda Argentina en el mapa global?

Dentro de este panorama mundial, Argentina se ubicó en un lugar destacado que refuerza la tendencia:

Puesto 11 de 50: entre los países donde las relaciones que arrancan cara a cara son más satisfactorias que las online.

Puesto 20: en el ranking de países donde el encuentro offline reporta mayor compromiso.

Estos hallazgos coinciden con investigaciones realizadas en Estados Unidos, donde los jóvenes adultos casados que se conocieron online se mostraron consistentemente menos felices que aquellos que se vincularon a través de amigos, la escuela o espacios religiosos.