Basta de mentirnos: el 92% de las personas no cumple sus objetivos de Año Nuevo

Basta de engaños. Basta de autoengañarnos. Estamos a mitad de diciembre y faltan apenas un puñado de días —16, para ser precisos— no solo para que llegue el año nuevo, sino para que venza el plazo de aquellas promesas solemnes que hicimos el 1 de enero. Sí, esas mismas que muchos ya ni recuerdan.

Ahí aparece la parte pesimista, si se quiere. Pero también está la optimista, que curiosamente surge de los números. Según la Universidad de Scranton, el 92% de las personas no cumple sus objetivos de fin de año. El 92%. Con ese dato sobre la mesa, quizá el problema no sea individual, sino colectivo. Tal vez no somos tan inconstantes: simplemente nos prometemos cosas imposibles.

Los números son brutales y bastante sinceradores. El 73% de la población sostiene sus propósitos durante la primera semana. Es decir, antes del 8 de enero, casi un cuarto ya abandonó. En un año de 52 semanas, hay quienes se quedan sin objetivos en apenas siete días. El que dijo "este año bajo de peso" y el 5 de enero ya tiró la toalla, básicamente dio por perdido el año en tiempo récord.

Al primer mes, el 64% todavía resiste. Pero uno de cada tres ya dejó el propósito en el camino. A los tres meses, solo el 50% sigue en carrera. Para marzo, entre el cambio de estación y la rutina, la mitad ya bajó los brazos. Entre los tres y los seis meses la caída es menor: queda un 46%. Y a fin de año, apenas el 19% se acuerda de lo que prometió. ¿Cuántos cumplen efectivamente? Apenas el 8%.

Traducido a una mesa de brindis: si son diez personas prometiendo algo, una sola va a cumplir. Las otras nueve se irán quedando en el camino. Y no necesariamente por falta de voluntad, sino porque las metas suelen ser demasiado ambiciosas, grandilocuentes, poco realistas.

Los propósitos más repetidos se repiten año tras año. 

-Bienestar físico: caminar 30 minutos diarios, hacer ejercicio tres veces por semana, jugar algún deporte —el pádel, por ejemplo, está viviendo su gran momento—.

-Alimentación: más frutas, más verduras, menos azúcar, más agua. 

-Salud mental: meditar diez minutos por día, aprender a decir que no. 

-Desarrollo personal: leer un libro por mes, aprender una habilidad nueva. 

-Finanzas (muy argentino): ahorrar un porcentaje del sueldo, hacer un presupuesto (aunque muchas veces no es que no se quiera, sino que no se puede). 

-Relaciones: llamar a un amigo una vez por semana, cuidar los vínculos. 

-Valores: practicar el respeto, la tolerancia, reducir "tóxicos" en casa.

El problema no es proponerse cosas. El problema es cómo. Los especialistas recomiendan dejar de hacer promesas puntuales y empezar a crear sistemas. Ir de a poco. No apuntar tan alto desde el arranque. No prometer una transformación épica en 12 meses.

Quizás el mejor propósito de fin de año sea, justamente, dejarnos de mentir. Prometer menos. Prometer mejor. Y entender que fallar no nos convierte en un caso aislado: nos pone, simplemente, dentro del 92%.