Inflación
26/05/2025 | 08:05
Redacción Cadena 3
Federico Albarenque
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¿Adiós a las salidas? Por qué los argentinos comen menos afuera
Comer fuera de casa, un pilar de la vida social argentina, se ha transformado en un placer ocasional debido a la inflación y la pérdida de poder adquisitivo.
El ritual de compartir una mesa, un café prolongado o una pizza entre amigos ya no es tan frecuente.
Según el INDEC, los precios en restaurantes subieron más que los de los alimentos, alejando esta experiencia de muchos bolsillos.
Una encuesta de Kantar (marzo 2025) revela que el 76% de los argentinos redujo sus salidas gastronómicas, un número que trepa al 85% en sectores de menores ingresos.
Solo el 42% de los encuestados puede darse el gusto de salir a comer con cierta regularidad. Las preferencias varían: el 61% opta por restaurantes casuales, el 38% por comida rápida y el 29% por cafeterías.
Los mayores de 65 años prefieren los restaurantes (70%), mientras que los jóvenes (18-34 años) eligen comida rápida (48%) o cafeterías (41% en el grupo de 18-24 años).
La socialización sigue siendo el principal motivo para salir (66%), seguida por las celebraciones (33%), especialmente entre los 35-49 años (44%).
Sin embargo, los altos precios (74%), los tiempos de espera (41%) y las malas experiencias previas desmotivan a muchos, sobre todo a los más jóvenes, que buscan vivencias memorables.
Comer afuera no es solo alimentarse; es un espacio de encuentro y alivio emocional. Sin embargo, los costos lo convierten en un lujo. En Buenos Aires, un plato cuesta entre $17.000 y $35.000, con variaciones según la zona.
En el interior, como Córdoba o Mendoza, también se redujeron las salidas, y crecen opciones como comida callejera o delivery.
El aumento del 20% en los precios de restaurantes respecto a los alimentos (enero 2024-2025) refleja una estructura de costos más pesada para el sector, con menos clientes y gastos fijos altos.
Algunos locales de alta gama resisten, pero muchos pequeños recortan personal, horarios o días de apertura. Las promociones y menús económicos son cada vez más comunes.
Los argentinos adaptan sus hábitos: buscan cafeterías baratas, combos accesibles o salidas esporádicas que priorizan el valor emocional.
“Antes salíamos todas las semanas; ahora, solo en ocasiones especiales”, cuenta Mariana, una madre de Quilmes. Para muchos, como Federico (42 años), salir una vez al mes es un esfuerzo que vale la pena por mantener ese “cable a tierra”.
El sector gastronómico enfrenta el reto de atraer a un consumidor más exigente y con menos recursos.
La clave, según expertos, está en ofrecer experiencias únicas, buen servicio y precios competitivos para mantener a los clientes en un contexto económico desafiante.
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