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Las novedades que dejó el Mundial

16/07/2018 | 12:55 |

El VAR, muchos goles y penales, pocos expulsados, estrellas apagadas, partidos parejos y Fair Play son algunas de las cosas que tuvo la Copa del Mundo de Rusia, que ya es historia.

Diego Borinsky

Ahora sí, la frase que durante un par de meses de este 2018 jamás quisimos escuchar se hace realidad: la Copa del Mundo de Rusia ya es historia. Al saborear el primer bocado, el aroma que prevalece es el de un buen Mundial. Entretenido, parejo, atractivo. El hecho de que en 63 de los 64 partidos se convirtieran goles (el único 0-0 se dio en el demasiado amigable Francia-Dinamarca) nos habla de una Copa con emociones.

Se podrá jugar mejor o peor, cuidando más el arco propio o buscando el ajeno, pero si no hay goles, falta la sal de este asunto. Aunque faltaron sólo 2 goles para llegar al récord de los 171 anotados en Francia 98 y Brasil 2014, la cifra de 169 fue más que apreciable (2.6 de promedio por partido). No se gritaban 6 goles en una final desde el Mundial de 1966, y la marca quedó a apenas 1 del récord de Suecia 58, en que Brasil se impuso al local por 5-2.

Hay un sabor a que en los tramos finales de la competencia, el nivel bajó un poco. Quizás tenga que ver con la eliminación temprana de la mayoría de las potencias (Alemania, España, Argentina, Brasil) y con lo apagados que estuvieron los candidatos más firmes a ser figuras del Mundial: Messi, Neymar, Cristiano, Iniesta, y hasta Salah.

Fue un Mundial en el que prevaleció el concepto de conjunto por sobre el lucimiento individual. Un Mundial a la europea más que a la sudamericana, y no es casual que las selecciones de nuestro continente se hayan marchado demasiado rápido: Perú en primera fase, Argentina y Colombia en octavos, Uruguay y Brasil en cuartos. 

Un Mundial en el que sobresalieron una buena cantidad de arqueros (Courtois, premiado como el mejor, pero también Lloris, Pickford, Subasic, Schmeichel, Ochoa, el coreano Jo Hyenwoo, Ospina) y donde costó encontrar figuras que desequilibraron por habilidad o talento: apenas Eden Hazard y algo de Griezmann. Que el Balón de Oro del Mundial lo conquistara Luka Modric quizás pueda servir como síntesis para explicar este concepto. Hablamos de un volante que juega y hace jugar, que tiene buen trato de balón y lo pasa bien, un futbolista inteligente que promueve el aceitado funcionamiento de su equipo. No es un talento que se luce per se. Una fuente de inspiración y destreza. No. Modric simboliza un poco el fútbol que se vio en Rusia 2018.

Fue el Mundial de la paridad, también. Corea le ganó a Alemania, Japón a Colombia, Costa Rica le empataba a Brasil hasta el minuto 90, lo mismo que Túnez a Inglaterra y Egipto a Uruguay. Argentina no pudo ante Islandia, Rusia eliminó a España e Irán le empató a Portugal. Salvo Panamá y Arabia en el debut, ya no se puede afrontar un partido con cierto relajamiento, pensando en que no habrá mayores dificultades. La competitividad es una buena noticia. Nos aburre saber de antemano que el Real Madrid o el Barcelona le harán 4, 5 o 7 goles a la mayoría de los equipos que están de mitad de la tabla para abajo en la Liga Española.

Más allá de todas estas aristas, Rusia 2018 marcará un antes y un después en la historia por el ingreso definitivo de la tecnología. Esa fue la gran novedad. Aunque ya existía el reloj que marca si una pelota entra o no en el arco (una situación que se da muy esporádicamente en un partido) el advenimiento del Video Assistant Referee (VAR) constituye un mojón histórico.

“El VAR llegó para quedarse, está limpiando al fútbol, lo está haciendo más honesto y más transparente. Es una competición más justa. Era lo que queríamos conseguir y lo hemos logrado”, afirmó, con una sonrisa de oreja a oreja, Gianni Infantino, presidente de la FIFA, el 13 de julio, dos días antes de la final. Se lo notó contentísimo con su nuevo chiche. Y coincidimos con Infantino. Aunque haya cosas por ajustar, el VAR disminuyó las injusticias. No viene a solucionar los problemas del fútbol, porque aún viendo 20 veces una jugada por televisión, seguirá habiendo acciones que dividen opiniones. Con el offside es tajante, y eso lo recalcó Infantino: “Ya no habrá más goles en offside”. Con los penales seguirá habiendo polémicas, en especial cuando son consecuencia de pelotas que pegan en las manos. Que el árbitro tenga la oportunidad de ver 5 o 6 repeticiones desde distintos ángulos de una jugada que vio una sola vez en el campo de juego, quizás tapado, le permitirá tomar la decisión con mucha mayor seguridad.

En Rusia 2018 hubo récord de penales (29), cuando la cifra más alta hasta aquí había sido de 18. Y 9 de esos penales se sancionaron gracias al VAR, mientras otros 2 que habían sido marcados, luego no se cobraron tras la revisión en los monitores. Recordamos el de Neymar ante Costa Rica, cuando el partido aún iba 0-0. Se trató de una simulación del jugador brasileño. ¿Por qué se dio esta cifra récord? En principio, porque ahora los árbitros tienen más elementos para pitar situaciones que a simple vista, en el área, sobre todo cuando se agarran muchos jugadores, les cuesta cobrar, porque no están seguros.

También son consecuencia indirecta del VAR que haya habido tan pocos expulsados: apenas 4, la cifra más baja desde el Mundial 78 (hubo 3 rojas, pero muchos menos partidos, ya que sólo había 16 equipos). En Alemania 2006 se sacaron 28 rojas, por caso. Además se vieron 219 amarillas, un promedio de 3.5 por partido, una media muy baja. Esto es como el refrán. Uno puede cumplir las reglas por educación, pero si hay alguien que te controla, uno las cumple más. El ejemplo del tránsito es el más elocuente. Bien, aquí los jugadores se sentían observados permanentemente por más de 30 cámaras.

“La pelota parada no es determinante”. Aunque hoy provoque risas, esta frase la pronunció Jorge Sampaoli, en la antesala del debut argentino en el Mundial. Y justamente, Rusia 2018 pasará a la historia como el Mundial de la pelota parada. Decir que se convirtieron por esa vía 73 de los 169 goles, es decir un 43 %, es confirmar que casi la mitad de los festejos provinieron de una acción nacida en un balón detenido: 23 fueron de penal, 6 de tiro libre directo, 26 a la salida de un córner, 16 a la salida de un tiro libre y 2 luego de un saque lateral. Sin ir más lejos, los tres primeros goles de la final nacieron en una pelota parada. Para comparar: la marca más alta de goles con pelota parada databa de Francia 98, con 61. Este factor también es una consecuencia del VAR: los defensores se cuidan más porque saben que son observadores y les pueden pitar un penal en contra con pruebas contundentes (imágenes de TV).

Como nota color, nos queda como hito que en Rusia 2018 se utilizó por primera vez el criterio de Fair Play para definir una clasificación, luego de que dos equipos finalizaran igualados en todos los rubros la fase de grupos: puntos, diferencia de goles, goles a favor y resultado entre sí. Por haber sufrido menos cantidad de amonestaciones, Japón superó a Senegal y pasó a octavos de final, donde estuvo muy cerquita de tumbar a Bélgica. Otra lección de Rusia, que se suma a los efectos del VAR: además de tratar de jugar mejor que el rival y meter muchos goles, también hay que portarse bien. Si no, te podés quedar afuera por Fair Play.