Una empresa testigo… del desastre

Energía

Una empresa testigo… del desastre

11/08/2020 | 14:03 | Si de algo es testigo YPF es del castigo del Estado a las empresas energéticas. Altos costos, precios congelados y subsidios fallidos.

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Cuando al gobierno se le ocurrió expropiar Vicentin su idea fue poner a la empresa bajo el ala de YPF, que tiene un división en la que cambia combustibles y químicos por granos y que, al menos hasta ahora, tiene respeto en la sociedad. YPF es lo más presentable que tienen los políticos estatistas que siempre quieren tener una “empresa testigo” del Estado para intervenir en el mercado.

Bueno, la situación de YPF ya venía siendo muy complicada desde antes de la pandemia, porque desde la estatización la habían llenado de empleados y le dieron el rol de liderar la explotación de Vaca Muerta, que nunca terminó de arrancar del todo. YPF perdió fortunas en su operación y antes de la pandemia ya valía un cuarto de lo que valía cuando el kirchnerismo la estatizó hace 8 años.

Pero ahora, con la pandemia, ya está en una situación límite. Ayer se conoció que perdió 79 mil millones de pesos en la primera mitad del año, más del doble que todo el año pasado, cuando ya había perdido muchísimo.

Si de algo es testigo YPF es del castigo al que el Estado somete a todas las empresas energéticas.

El gobierno les exige a que vendan barato en los surtidores y regalen el gas residencial y las usinas eléctricas que producen la luz para los votantes. Pero a la vez les exigen que paguen más regalías de las que corresponden a las provincias petroleras (para eso se hizo el barril criollo), altísimos impuestos de todo tipo sobre los combustibles y que no muevan un dedo sin el permiso de los sindicatos petroleros, que están sentados sobre los convenios laborales más onerosos del país. Como si fuera poco, el Estado les promete miles de millones de dólares en compensaciones y subsidios luego termina pagando tarde o no pagando.

Por eso la actividad petrolera y gasífera está en coma. Es imposible sobrevivir a una pandemia que se da sobre una industria mal regulada, con políticas erráticas y financiada con subsidios de un Estado que no puede subsidiar a nadie porque, por empezar, él mismo está quebrado. No es un verso de petroleras privadas dirigidas por el Club de los Malos. Es lo que dice el balance de YPF. La empresa testigo. Testigo del desastre.