Los planes de Guzmán son muy estables… por un rato

FMI no es prioritario

Los planes de Guzmán son muy estables… por un rato

17/02/2021 | 12:55 | En semanas el dólar pasó de seguidor de los precios a ancla de inflación. El gasto, de objeto de ajuste a billetera electoral. Y el FMI, de prioridad a la lista de espera.

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Cuando yo era chico tenía un amigo muy enamoradizo. Cambiaba de novia a cada rato. Las chicas enseguida empezaron a decir que mi amigo era muy “inestable”, a lo que él respondía que no era así; que él era muy estable, pero que lo que pasaba era que era muy estable… por un rato.

El plan del ministro Martín Guzmán es más o menos así como mi amigo. Allá por septiembre, luego de arreglar el canje con los acreedores privados se le dio por compadrear y dijo que no iba a hacer falta reducir el gasto público. El dólar se le disparó, se asustó, y entonces firmó el ajuste: mandó la ley para desconectar las jubilaciones de la inflación y dijo que iban a aumentarse las tarifas para reducir los subsidios. También aseguró que iba a seguir aumentando el dólar al ritmo de la inflación para que no se acumularan expectativas de devaluación y no desalentar las exportaciones. Por último, aseguró que iba a arreglar antes de abril con el FMI, algo que consideraba clave para generar confianza.

A semanas de todos estos anuncios, del plan de Guzmán ya no queda casi nada. Su plan duró tanto como duraban las novias de mi amigo. Él mismo anunció hace días que el dólar ya no acompañará la inflación. Al contrario, va a ir por detrás de la inflación para usarlo como ancla contra la suba de los precios recalentados. Será un dólar electoral. Y hace unas horas su mano derecha financiera, el representante argentino ante el Fondo, Sergio Chodos, acaba de decir que alcanzar un acuerdo con el FMI, de pronto, ya no es prioritario, aunque la Argentina no tiene con qué pagar los casi 15 mil millones que vencen este año con el Fondo.

¿Por qué Guzmán cambió todo tan rápidamente? La respuesta es, inusualmente, sencilla. Fue Cristina Fernández la que le ordenó, directa o indirectamente, olvidarse de su plan.

La vicepresidenta le marcó la cancha cuando le echó soda al ajuste jubilatorio. Luego le aclaró que los aumentos de tarifas van a ser tan minúsculos que no van a permitir reducir los subsidios fiscales, es decir, el gasto público. El kirchnerismo también le exige a Guzmán que haga algo con la inflación antes de los comicios, por eso aparece el dólar electoral. Y finalmente la vicepresidenta le notificó a Alberto Fernández que tenga mucho cuidado con lo que arregle con el FMI, porque ese acuerdo va a tener que pasar por el Senado y ella no piensa aprobar allí nada que contenga la palabra maldita “ajuste” justo en la campaña electoral.

Y así se terminó el amor entre el ministro Guzmán y el “plan Guzmán”. Ahora el funcionario corteja una nueva novia: las elecciones. Como pasaba con mi amigo, no es que Guzmán sea inestable. Es que su estabilidad dura lo que demora Cristina en hacer un chasquido de dedos.