Energía
04/03/2020 | 13:04 | El gas está un bajón récord en 10 años. YPF en su menor valor en la historia. La industria está sin una sola pista. El gobierno está atrapado en una contradicción.
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La producción de energía en la Argentina está en un parate. Todo frenado. Los datos sobran.
Por ejemplo, en febrero, por primera vez en 10 años no hubo ninguna perforación para producir gas, ni convencional, ni shale gas, ni tight gas. Nada.
El viernes pasado, la acción de YPF en Nueva York por primera vez desde que comenzó a cotizar hace 27 años traspasó el piso de 8 dólares. Hoy vale un cuarto de cuando la estatizaron Cristina y Kicillof. Es por muchas razones, pero una razón clave es el congelamiento del precio del crudo y de las tarifas de energía.
En Vaca Muerta, en febrero la producción cayó 43% interanual. Y están operando el 60% de las petroleras y las grandes empresas de servicios petroleros que trabajaban hace un año. Neuquén es una lágrima.
Cada vez más distribuidoras de electricidad, con tarifas frenadas, están acumulando cada mes miles de millones de pesos en deudas porque no están pagando la luz que reparten. Seiscientas cooperativas eléctricas de 15 provincias ya deben 9.300 millones de pesos.
El deterioro no es imputable sólo a este gobierno. Se remonta al congelamiento eterno iniciado en el 2001. Pero lo que sí es imputable es la demora en mostrar al menos una hoja de ruta, un objetivo. El gobierno apagó la luz y desde hace tres meses provincias petroleras, empresas petroleras, servicios públicos y consumidores estamos todos jugando al cuartito oscuro.
El Presidente dijo ante el Congreso que la energía va a ser una palanca para el desarrollo argentino. Pero eso es casi como nada. Volvió a decir que va a mandar una ley al Congreso. Pero había dicho lo mismo hace tres meses.
Fernández tiene al menos tres problemas. Uno, es que la energía es un campo de dura disputa con Cristina Fernández, al punto que luego de tres meses de gobierno falta cubrir puestos clave en organismos y empresas estatales, incluida YPF. Otro, es que Fernández está preso de una contradicción. Quiere, al mismo tiempo, un boom de inversiones y precios congelados. Y eso es incompatible. Para invertir las empresas tienen que saber si les van a manipular el dólar, si les van a prohibir mover su dinero, si les van a cambiar los impuestos todos los días y si las van a forzar a vender a 5 lo que a ellas les cuesta 10. Y eso no está para nada definido.
Según el gobierno, hay un tercer problema: dicen que hasta que no esté arreglada la deuda no pueden tener un plan. No sé si es así. Lo que está claro es que, si siguen sin decir qué quieren hacer, el deterioro va a continuar. Ojalá que cuando termine el juego podamos prender la luz.