Milei toma distancia de los asuntos domésticos y fortalece sus alianzas

Observo con atención la gira internacional del presidente Javier Milei, que lo ha llevado a Israel, Europa y, especialmente, a Francia, donde su compromiso con la energía nuclear ha generado expectativas. Desde mi perspectiva, esta actividad frenética en el escenario global plantea preguntas cruciales sobre las prioridades de su liderazgo y las implicancias para Argentina.

He notado que Milei se muestra sumamente activo en el exterior. Su participación en reuniones de Estado, como el encuentro con el nuevo Papa, y en eventos políticos, como su intervención en un mitin en España, refleja una presencia que busca posicionar a Argentina en el mapa internacional. Sin embargo, me pregunto si esta proyección responde a una estrategia clara para el país o si, en parte, está guiada por las convicciones personales del presidente.

Un punto que me parece clave es la relación que Milei está forjando con Francia. Este país, con su vasta experiencia en energía nuclear, podría ser un aliado estratégico para revitalizar nuestra industria nuclear. Creo que esta apuesta, si se concreta con acuerdos sólidos, podría marcar un antes y un después en nuestra matriz energética, un sector crítico para el desarrollo nacional.

Durante su visita a Israel, donde firmó convenios para establecer un vuelo directo entre Buenos Aires y Tel Aviv, Milei se mostró profundamente conmovido en el Muro de los Lamentos, declarando: “Estoy comprometido desde el corazón”. Esta emotividad, aunque humana y comprensible, me lleva a reflexionar. ¿Hasta qué punto las decisiones de un presidente deben estar guiadas por sus valores personales? Como líder, creo que Milei debe priorizar lo que beneficia a Argentina por encima de sus creencias individuales. Los presidentes tienen la responsabilidad de actuar en función del interés nacional, no solo de lo que consideran correcto desde su perspectiva.