El peronismo, dividido frente al dilema CFK

El kirchnerismo presenta una capacidad de movilización limitada, afectada por fracasos de gestión y decisiones políticas que han deteriorado la popularidad de Cristina. La situación actual podría profundizar la crisis en lugar de revertirla, lo que genera incertidumbre sobre el futuro del liderazgo kirchnerista.

El peronismo se encuentra dividido en múltiples facciones. Por un lado, están los gobernadores e intendentes que deben gestionar y dialogar con el gobierno nacional, lo que implica una responsabilidad que contrasta con la retórica de los sectores más radicalizados. La necesidad de ser una fuerza seria se hace evidente, especialmente ante la posibilidad de actos violentos en las movilizaciones.

Además, la CGT, representada por Hugo Moyano, se distancia de Cristina, lo que refleja la falta de unidad en el movimiento. Los gremios que dependen de la administración de obras sociales enfrentan un dilema: ¿pueden permitirse perder el apoyo del gobierno y, al mismo tiempo, mantener su viabilidad económica?

Por otro lado, hay quienes buscan construir un nuevo peronismo, consciente de que el actual se ha convertido en una máquina de perder elecciones. El pragmatismo se vuelve crucial, ya que el futuro del partido depende de la capacidad de modernizarse y adaptarse a las nuevas realidades políticas.

En este contexto, la Plaza de Mayo no representará la pluralidad del peronismo, lo que limita las oportunidades de Cristina para reposicionarse. La democracia argentina enfrenta un desafío importante, y el peronismo debe priorizar la gestión y el pragmatismo para evitar caer en una espiral de radicalización que podría tener consecuencias negativas a largo plazo.