Los cambios de Scaloni

De Pizarro a Lautaro

Los cambios de Scaloni

20/06/2019 | 14:48 |

Fue 2-2, en un partidazo en Porto Alegre. "La Celeste" sufrió y pudo ganarlo al final. Al sumar, se acercó a cuartos de final. El resultado, potencialmente, puede beneficiar a Argentina.

Diego Borinsky

Llegó al puesto porque no había tiempo, o no había plata, o el presidente de la AFA no se quiso exponer a un desaire de los entrenadores top, o el presidente de la AFA quiso ganar tiempo para elaborar un proyecto a largo plazo y seducir a esos entrenadores top con reglas claras para la cesión de jugadores locales, entre otras cosas (eso realmente tenía cierta lógica, si fuera cierto; aún esperamos ese proyecto a 10 años). 

Por cualquiera de esos motivos, y porque había que arrancar dirigiendo un equipo sub 23 en el torneo de L’Alcudia y no había entrenador (buena coartada para abrirle la puerta de salida a Sampaoli), y ese equipo luego ganó el torneo y mostró comportamiento y funcionamiento destacados, y porque luego se venían 6 amistosos que no le interesan a nadie (salvo a las tesorerías de la FIFA y de las Federaciones que la componen), entonces Lionel Scaloni accedió al cargo de entrenador de la Selección Mayor sin haber dirigido ni un solo partido como DT de un equipo de primera.

Pues bien, en esos 6 amistosos en los que ejerció como DT interino tenía que probar jugadores. Era totalmente razonable que ensayara y cambiara. Scaloni debía observar en acción la mayor cantidad de futbolistas posibles para complacer el reclamo popular de renovación tras el fracaso en Rusia 2018 y, con el argumento de “dejar algo para el futuro” de paso pensar, ya afirmado en el cargo y no como interino, en una posible Copa América (y por qué no Eliminatoria a Qatar 2022 posterior). Convocó a 42 futbolistas para formar 6 equipos distintos en los 6 amistosos. Fueron llamados, entre otros, Lionel Di Plácido, Rodrigo Battaglia, Gio Simeone, Alan Franco, Gastón Giménez, Franco Cervi, el Monito Vargas y Paulo Gazzaniga. Scaloni cambió mucho de partido a partido. Y se entiende, aunque quizás haya exagerado un poquito.

Cuando dejó de ser interino y fue confirmado hasta la finalización de la Copa América, Scaloni puso manos a la obra y planeó su primer cambio grande para darle su sello al equipo: jugar con línea de 3. Sabemos en qué terminó: derrota fea ante Venezuela, con el estreno de Messi en el ciclo, y entierro definitivo de esa táctica, que ya había merecido un cantito reprobatorio con Sampaoli en el micro post victoria en Quito: “Vamo’ a ser feliz con línea de cuatro”.

A la hora de armar la lista para la Copa América, Scaloni afirmó que no iba a hacer uso de la opción de elegir a 40 futbolistas para no generar falsas expectativas y sólo nombraría a 23. A los pocos días cambió: primero extendió a 30 y más tarde llegó a los 40. Cuando se lesionó Exequiel Palacios la lógica era echar mano a uno de los hombres de Reserva. Pero allí, Scaloni volvió a cambiar: no convocó a ninguno de los 17 que habían quedado en espera y trajo a Guido Pizarro.

En el debut ante Colombia, Scaloni mandó a la cancha por primera vez en su ciclo a Di María y Agüero. Al Fideo lo sacó en el entretiempo y al Kun algunos minutos después. Perdimos. Reunión ante las cámaras, diálogos intensos, intercambios esperables en un plantel que se dan con mayor frecuencia de lo pensado por los que estamos afuera (pero reuniones que suelen darse en privado y no ante las cámaras de TV). Y un nuevo cambio de Scaloni. Un cambio de los fuertes, un portazo, como se titula habitualmente: afuera los históricos Di María y Agüero. Listo, se la juega con los jóvenes a los que apostó de entrada.

Un primer tiempo pésimo ante Paraguay, con derrota incluída, lleva a pensar en una hecatombe. Lautaro Martínez es el mejorcito dentro de un equipo que arranca teniendo la pelota, haciéndola circular con cierto ritmo, pero que no patea ni una sola vez al arco. Que no fabrica una sola situación de gol. Lautaro aguanta de espaldas, descarga, genera faltas peligrosas para el excelso ejecutante de tiros libres que es Messi. Recibe un rodillazo en la espalda, una de esas paralíticas en el ciático que te parten al medio. Se le notan los gestos de dolor a Lautaro, es atendido por los médicos, camina con dificultad. Luego de terminado el partido, admitirá que estaba mal, pero que en el entretiempo elongó y recibió masajes para seguir jugando.

Para el segundo tiempo, Scaloni vuelve a cambiar y mete en cancha al recientemente borrado Agüero. Por primera vez Messi tiene por delante a dos delanteros, dos posibilidades de descarga en el área, dos chances de compañeros que le devuelvan una pared de espaldas para que defina con su maestría habitual o que se muestren como posibles receptores ante un pase quirúrgico en profundidad de esos que nos deslumbran cada fin de semana. Argentina presiona con ímpetu, desordenada, pero al fin se percibe sensación de peligro, de que algo puede ocurrir. Lautaro patea dentro del área y antes de que su disparo se estrelle en el travesaño roza en la mano del defensor Piris. El VAR hace el resto. Messi empata. 

Unos minutos después del 1-1, Lautaro cabecea en el área chica, con el Kun al lado, tras un desborde de Lo Celso. Hay dos centrodelanteros al acecho. Al Kun le sobra el centro y Lautaro no llega a conectar el frentazo, porque la pelota le queda alta, y al final su cabezazo se va apenas por arriba. Es el mejor momento de la Selección. ¿Y que ocurre? Scaloni vuelve a cambiar. Y saca al mejor, al más peligroso, a Lautaro. 

Luego explicará que su 9 estaba mal físicamente por aquel golpe, que no podía seguir. Lautaro no pensaba lo mismo. Lo manifestó aporreando una botellita de agua contra el piso, ya sentado en el banco de suplentes, y fue mucho más explícito, cuando su calentura podría haber bajado, en nota en campo de juego con el 1-1 consumado. “Estaba para seguir, fue una decisión del entrenador”.

Claramente, el golpe en la espalda de Lautaro existió, y sus dificultades también, pero los minutos que jugó en el segundo tiempo los hizo muy bien y fue el más peligroso. Era evidente hasta para los que veíamos el partido por TV. De última, el DT podría haberse acercado a la línea y preguntarle cómo se sentía. Y encima al salir Lautaro entró Di María, que no es un delantero neto. Es decir: otra vez Messi tenía por delante un solo delantero neto. Pareció como que Scaloni hubiera querido emparchar la decisión inicial de sacar a los históricos, como si aquella charla grupal lo hubiera aflojado y pretendiera mostrarse más cercano con el Kun y Fideo.

En síntesis, el cambio de Scaloni fue desarmar lo que estaba andando bien. En todo caso, si salía Lautaro, la lógica era que entrara el otro delantero, Matías Suárez, para continuar con ese predominio que al final alcanzaba nuestra Selección. Todavía me pregunto el porqué de estos cambios inentendibles. En realidad, la respuesta es sencilla: un entrenador se hace andando, dirigiendo, equivocándose sobre todo, con el correr de los partidos. Y Scaloni lleva apenas 2 como entrenador en una competición oficial. Está todo dicho.