Maradona y Messi, con grandes diferencias contextuales

Copa América

Cartas de la Selección: ¿Hay compañía para el as de espadas?

30/06/2019 | 14:45 |

El tiempo responderá si Lionel Messi puede ganar o no un título con la Selección mayor. Las diferencias entre el momento de esplendor de Diego Maradona y de "La Pulga". 

Mauricio Coccolo

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Sólo el tiempo responderá si Messi podrá ganar o no un título con la Selección argentina en mayores. Mientras tanto, abundan los diagnósticos. Vaivenes institucionales desfavorables. Decisiones técnicas que no colaboraron. Un cachito de suerte que nunca llegó. Y la falta de un socio. Alguien que lo rescate. Se repite hasta el hartazgo: Messi no tuvo un Burruchaga, un Valdano o un Caniggia para que lo salvaran como si pasó con Maradona.

El repaso de memoria suele ser injusto con el primer compinche que encontró Diego Maradona en la Selección: Ramón Ángel Díaz. En el Mundial juvenil de 1979 dejaron a los japoneses con los ojos abiertos. No solo fueron campeones y obligaron a los argentinos a madrugar para verlos, sino que además se llevaron todos los premios: Diego fue elegido como el mejor jugador de la Copa y Ramón se llevó el Botín de Oro por haber sido el goleador.

En el único Mundial Sub 20 que jugó, Lionel Messi empezó como suplente y terminó con las manos llenas de trofeos: alzó la copa cuando se la pasó el capitán Zabaleta, pero antes tuvo que dejar en el piso el Balón y el Botín, ambos de oro, que había recibido por ser la figura y goleador del certamen. Adentro de la cancha su mejor sociedad se dio con Fernando Gago y afuera nació una amistad eterna con Sergio Agüero.

Cuando Maradona empezó a ser Maradona, Argentina ya era campeona del Mundo por lo que Diego se sumó a un plantel donde tenía que compartir cartel con grandes figuras. Uno de los primeros que lo arropó terminaría convirtiéndose en su compadre —no solo futbolístico—: José Daniel Valencia. En rigor de verdad, la sociedad prometió más de lo que concretó porque compartieron apenas 19 partidos y decepcionaron en el gran objetivo que era el Mundial 82.

El Messi retraído y tímido, que terminó haciendo puchero en el Mundial de Alemania, encontraría un par de años más tarde a quien quizás haya sido uno de sus mejores complementos en la Selección: Juan Román Riquelme. Además, aquel Sub 23 de los Juegos Olímpicos del 2008 fue el embrión de la generación que vendría con: Romero, Mascherano, Banega, Di María, Lavezzi y Zabaleta entre otros.

Para Diego Maradona el camino a la cumbre de la selección argentina estuvo lleno de obstáculos.Desde su cuestionada designación como capitán en 1983, hasta el rendimiento en los amistosos previos al Mundial de México. Jorge Valdano contó en una entrevista con la red de corresponsales Ismas, donde participa Cadena 3, que aquel grupo pasó de no saber si podrían ganarle a Corea a estar seguros de que le ganarían a Alemania. Todo en un mes.

Lo que nació como una amistad en las juveniles entre Lionel Messi y Sergio Agüero se convirtió en una sociedad futbolística que rindió sus mejores frutos durante el ciclo de Alejandro Sabella, especialmente cuando sumados a Higuaín y Di María dieron forma a un equipo que el técnico se encargó de equilibrar tácticamente para darle libertad a los cuatro que lo llevarían a ganar al galope las Eliminatorias rumbo a Brasil.

Jorge Valdano, que en su momento fue una de las espadas salvadoras de Maradona, hasta el punto de haber terminado como segundo goleador del equipo detrás de Diego en México 86, agrega dos elementos esenciales, además de las sociedades en el campo, para construir un seleccionado campeón: la incidencia del entrenador, no solo en los aspectos futbolísticos sino también en los anímicos, y la influencia de las cuestiones psicológicas individuales y grupales.

El día que la AFA inventó un amistoso para asegurarse al pibito que deslumbraba en Barcelona, casi sin quererlo dio vida a una conexión que perduraría en el tiempo:Messi-Lavezzi. Los dos se habían criado en la escuela rosarina, uno en la leprosa y el otro en la canalla, pero terminaron yéndose al exterior. Juntos llegaron a la final de un Mundial, fueron titulares y tuvieron una buena actuación, pero faltó un centímetro, un cachito, para el metro.

Una impensada consecuencia de las finales perdidas por la Selección en los últimos años fue el surgimiento de una sentencia que lo resume todo: Messi nunca tuvo un Burruchaga. Es decir: nunca tuvo un compañero que lo salvara como Burru hizo con Diego en la final contra Alemania. Ese día no se vio al mejor Maradona, pero cuando el genio salió de la lámpara encontró a la persona con el deseo indicado. Y no fallaron.

Quién sabe lo que ocurrirá en el futuro, por eso hoy, a esta hora, no es faltar a la verdad decir que el Mundial de Messi, el Mundial con todas las letras, fue el del 2014. El escenario no podía ser mejor: la casa del eterno rival estaba invadida por los fantasmas, pero faltó una sábana. La más importante. En la final, tanto Gonzalo Higuaín como Rodrigo Palacios pudieron ser el Burruchaga de Messi, pero uno estaba en off-side y el otro la tiró por arriba.

Con un sentido peyorativo, y cierta malicia, se calificó a la selección de Messi como el “club de amigos” atribuyéndole a los miembros cualidades nunca confirmadas. Entre tantas cosas se llegó a decir, por ejemplo, que en Rusia el Diez descartó a Lo Celso porque le había ganado en un futbol-tenis. Un disparate incomprobable. Uno más de tantos en una lista de borrados que bien podría incluir nombres como los de Dybala o Icardi.

Curiosamente nunca nadie pudo confirmar que Messi haya pedido poner o sacar a un compañero, pero se da por sentado que eso ocurrió y se lo califica en consecuencia. Lo extraño del caso es que con Maradona esa misma actitud se asume como natural cuando el propio futbolista cuenta su planteo a Bilardo en la lista para el Mundial de Italia: era él o Ramón Díaz, pero los dos no.

El último compañero de aventuras que Diego Maradona adoptó en la Selección fue Claudio Caniggia, que de alguna manera ocupó el lugar que había dejado el desechado Ramón Díaz. Con un Maradona ya arriba de la montaña rusa que fue el final de su carrera, Caniggia se convirtió en las piernas, la velocidad y la inteligencia que Diego necesitaba para seguir volando. Y volaron juntos. Pueden dar fe, especialmente, brasileños, italianos y nigerianos.

El último capítulo en la película de Messi con la selección argentina, que bien podría llamarse “Buscando un socio”, abrió una puerta de ilusión con Lautaro Martínez. El pibe que la rompía en Racing y ahora trata de ganarse un lugar en el Inter ya suma seis goles en diez partidos con la celeste y blanca, pero lo más importante fue que en uno de los juegos más flojos de Leo en la Copa apareció para salvarlo. Algo que tanto se reclamaba.

El valor agregado que dejó para Argentina ganarle a Venezuela y clasificar a semifinales de la Copa América fue que no necesitó del mejor Messi, por primera vez en mucho tiempo fue el equipo quién tiró del carro sin esperar que toda la responsabilidad recayera sobre el crack. Con Martínez, Paredes, De Paul y Agüero en un buen nivel Messi ya no está tan solo, lo cual es una buena noticia porque nadie puede ganar al truco únicamente con el as de espadas.