Foto: ilustrativa.
Ex-Side. Central del espionaje en Argentina

Iosi

El oscuro mundo de los espías en Argentina

05/05/2022 | 11:42 | El fenómeno de la serie Iosi, el espía arrepentido, vuelve a poner en debate público para qué sirven realmente el espionaje local. 

Redacción Cadena 3

Juan Federico

"Porque las cloacas todavía mandan. Porque la Argentina todavía se gobierna desde allí, desde el poder de lo que no se muestra".

La frase encabeza el libro Código Stiuso. La Side, la política desde las cloacas y la muerte de Nisman, del periodista Gerardo "Tato" Young, acaso la biografía más profunda que se haya escrito en Argentina sobre lo no dicho.

Pese a promesas y a sobreactuadas indignaciones, hay una realidad inalterable en las últimas décadas: funcionarios políticos de todos los colores que caen rendidos a los pies de las tentaciones que ofrecen los "servicios".

La ex-Side, hoy llamada Agencia Federal de Inteligencia, es sólo la punta más visible (y temida) de un fenomenal mundo oculto en el país. Debajo, en una superficie que nadie admite pero que varios conocen, diferentes fuerzas de seguridad nacionales y provinciales tienen sus propios agentes de inteligencia.

El arte de aparentar, para escuchar y luego traficar sobre la vida de los otros.

Espías orgánicos e inorgánicos. "Se supone que todos son espías porque cada uno de ellos tiene sus informantes, 'buchones' que por ahí cobran un sueldo salteado o se les paga, y muy bien, cuando aportan una información que puede ser de trascendencia. Es decir que si los espías son 10, en realidad se potencian en 100, por los soplones pagos", supo confiar, años atrás, una de las personas que más conocía sobre este submundo en Córdoba.

A los verdaderos espías no los conoce nadie, y tampoco entre ellos, salvo los jefes, que se tienen que hacer responsables de sus actos. 

Por eso, Antonio "Jaime" Stiuso tiene el dudoso mérito de haberse convertido en el espía más célebre del país. Jefe de Operaciones y un verdadero poder autónomo dentro de la agencia durante más de 20 años, hasta se dio el lujo de brindar entrevistas y sonreír de manera socarrona en el documental por la muerte del fiscal federal Alberto Nisman. El agente encubierto que quedó al descubierto. ¿O no?

En 2004, cuando era ministro de Justicia del gobierno nacional de Néstor Kirchner, Gustavo Beliz mostró una foto de Stiuso en televisión y denunció sus manejos oscuros en la principal central de inteligencia del país. 

Suena extraño que un funcionario le haya exigido transparencia justamente a un ente preparado para la opacidad.

Lo concreto es que la reacción a estos dichos fue inmediata. Pero muy lejos de lo esperado por las buenas intenciones. 

Beliz terminó fuera del gabinete –y tuvo que abandonar el país– y Stiuso continuó como uno de los jefes de los Servicios de Inteligencia por 10 años más, hasta que se enfrentó a Cristina Fernández, en un enero que quedó marcado para siempre en la historia política del país: fue en medio de aquella disputa que en un departamento de Puerto Madero se encontró el cadáver del fiscal Alberto Nisman.

En Argentina, los espías no deberían realizar tareas de inteligencia al interior del país, sólo estar atentos a cualquier amenaza extranjera. En teoría...

Pero es adentro donde despliegan todas sus mañas. 

Cuenta la leyenda que cada vez que un presidente nuevo llegaba al máximo sillón del país, alguien enviado por Stiuso lo recibía con una prolija carpeta: datos sensibles sobre sus principales competidores.

Un néctar que a varios se les convirtió en adicción. De los secretos a la cloaca del poder, en un mismo momento.

Los "servicios" se dedican a husmear en los recovecos de la política, el sindicalismo y el periodismo. 

Manejar escuchas, conocer información, revelar datos es, en suma, ejercer poder, lo que no necesariamente significa buscar la verdad.

Más que resolver problemas, son especialistas en provocarlos. Más de una vez, generan las situaciones de tensión para la que luego ofrecen, a sus patrones de turno, la posible solución. Un juego tan antiguo como efectivo.

Y tienen otra afición: consumir noticias y elaborar, casi al instante, las más diversas teorías conspirativas. Saben que a las audiencias del poder siempre les interesa saberse en jaque.

Se trata de seres oscuros, que hacen de la simulación permanente su modo de vida. O sea, que viven vidas prestadas, con camuflajes que a veces ni su propia familia conocerán. 

La serie Iosi, el espía arrepentido, que continúa el libro homónimo, nos vuelve a traer a los argentinos este oscuro mundo. Lejos de los espías edulcorados como James Bond, los personajes reales que se mueven en estos laberintos tienen poco de que ufanarse. Simuladores a tiempo completo, hacen de la traición su principal virtud. 

Y logran, como falso mérito, que nadie termine de confiar en ellos, por más que digan estar arrepentidos y con ganas de contar una verdad.

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