Ayrton Senna da Silva: 60 años, siempre te recordaremos

El brasileño que reencarnaba en la pista la proeza de nuestro Juan Manuel Fangio, ser el mejor de todos sin que nadie pueda discutirlo, nació un 21 de marzo de 1960 en San Pablo y escribió desde su propio puño y letra una de las más grandes historias deportivas que puedan recordarse, hasta encontrar la muerte en el aciago Grand Prix de San Marino de 1994.

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Senna fue tres veces campeón mundial (1988, 1990 y 1991) y nos regaló inconmesurables hazañas de las que se logran solo desde el talento. Lo conocíamos desde casi niño los que leíamos cotidiananmente de automovilismo. El paulista supo siempre quién sería y a dónde llegaría y se encargaba él mismo de escribir las columnas que contaban en nuestras revistas sus participaciones en el mundo de los karts y luego en las fórmulas menores inglesas, donde sabiamente orientó su primer fogueo internacional.

No logró galardones mundiales en el karting -sí, sudamericanos, en los que nos enseño su destreza y la técnica de ahogar el carburador tapando la entrada de aire antes de las curvas, mientras cruzaba el kart para acelerarlo a fondo cuando tenía la salida a la vista y avanzar con toda la potencia-; pero barrió en las fórmulas Ford 1600, 2000 y F3 británicas.

En el automovilismo de la isla -por la frecuencia de la lluvia-, se aprende una noción fundamental: no siempre hay grip. El brasileño -ya habituado a esta condición- hizo una maestría para administrar lo que en estas tierras llamamos "agarre" cuando falta y para sacarle provecho hasta el máximo cuando la condición es favorable. Lo demostraría en F1 con su impresionante récord de 65 poles position.

Ayrton -con su meteórico ascenso- llegó a la F1 en 1984 para hacernos romper las manos con su célebre remontada en el GP de Mónaco bajo la lluvia en su modesto Toleman. Esa carrera que detuvieron antes para que no le gane a Alain Prost y su McLaren. El francés era la máxima estrella joven europea y su carrera fue creada, sostenida y vigilada de cerca por el establishment dominante en esos años, el de su compatriota Jean Marie Balestre, presidente de FIA.

Ese duelo, esa espina, nos daría diez años de una lucha inolvidable y uno de los capítulos más importantes de la historia de la Fórmula 1. El contexto nos ponía delante la llegada de los motores aspirados para reemplazar los carísimos turbo, de los bastidores de materiales compuestos, del acceso a las tecnologías espaciales, del advenimiento de la telemetría, de la explosión comercial global que convirtió a la "reina del automovilismo" en ese impresionante imperio administrado por un pequeño genio llamado Bernie Ecclestone.

Senna pasó en Lotus Team sus siguientes tres temporadas, la escuadra en descenso del malogrado Colin Chapman que todavía conservaba la aureola mítica de sus mejores años, pero no conseguía traducirlo en resultados. El paulista brilló más en las clasificaciones -obtuvo 16- que en los grandes premios -ganó 6- y los campeonatos -fue 4°, 4° y 3°-.

Su hora, llegaría a partir de 1988, para ser consecuente con el duelo directo que tenía con Alain Prost, cuando se unió al equipo McLaren-Honda, con el efectivísimo MP4 de Ron Dennis. Solo el primer año, Senna ganó más GP -8 victorias- de los que había ganado en tres años; casi duplicó su cuantía de poles position -alcanzó 13 y llevó la cuenta personal a 29-; y fue campeón del mundo, por primera vez.

Lo pudo haber sido también al año siguiente, pero tras una temporada de "guerra fría" en el box de la escuadra de Woking, el francés lo hizo suyo con la famosa maniobra de la chicana de Suzuka, en el GP de Japón, dejándole el auto puesto a su compañero para impedir el sorpasso. Aquel día, Prost quedó fuera y Ayrton volvió, remontó y ganó para ser campeón. Pero le estaban esperando las reglas y los reguladores. Para regresar del toque con Prost, había sido ayudado por los oficiales de pista y fue descalificado. Las polémicas y los duelos mediáticos fueron la parte fea de aquel hecho. Su impresionante remontada para ganar desde el fondo una carrera que valía un campeonato del mundo, todavía la tenemos en los ojos.

Senna ganó los campeonatos mundiales de 1990 -devolviendo la gentileza a un Prost emigrado a Ferrari, en Suzuka, se tocaron y quedaron fuera en la misma chicana- y 1991 con el McLaren-Honda. Pero sus siguientes dos campeonatos le decepcionaron. Fue 4° en 1992 -el último de los motores Honda en McLaren- y 2° en 1993 escoltando a Prost y a su Williams-Renault de suspensiones activas en 1993. Fue su último año en McLaren, que le había dado 35 victorias, 46 pole positions y 3 campeonatos mundiales en seis temporadas.

Para 1994 -el que ganó seis GP de Mónaco- decidió marcharse a Williams-Renault, de donde Alain Prost se había retirado cuatro veces campeón del mundo. Pero el FW16 que Frank Williams y Patrick Head le daban había perdido toda "la magia" con la prohibición de las suspensiones activas y del control de tracción. El habitáculo mismo de este coche le generaba a Ayrton muchas incomodidades. Solo lo usó tres grandes premios. En los tres, marcó la pole position. En los tres, abandonó. En el último, para siempre.

Cadena 3 Motor, una reedición de nuestra nota: "Ayrton Senna Da Silva: 60 años, siempre te recordaremos".