La amistad "catch up": el desafío de ponerse al día sin perder la conexión

La "cultura catch-up" es una forma de relacionarnos que surge como respuesta a un estilo de vida acelerado, con agendas saturadas y vínculos que se ven obligados a reorganizarse. Consiste en mantener amistades o relaciones a través de encuentros esporádicos, generalmente breves y planificados, en los que se intercambian resúmenes de lo ocurrido desde la última vez en que las personas se vieron, en lugar de compartir experiencias cotidianas o acompañarse en tiempo real.

En este modelo, las interacciones presenciales dejan de ser frecuentes y espontáneas para convertirse en momentos puntuales, casi programados, donde cada parte intenta condensar meses de vida en una conversación rápida. Aunque la tecnología facilita el contacto constante —a través de mensajes, redes sociales o reacciones— ese intercambio virtual no sustituye la experiencia emocional compartida, por lo que muchas veces las personas sienten que están conectadas, pero en realidad permanecen distanciadas.

La cultura catch up puede funcionar como una adaptación necesaria para sostener vínculos en sociedades donde el tiempo libre escasea y las dinámicas laborales se intensifican. Sin embargo, también puede generar efectos no deseados: los relatos retrospectivos dejan afuera el proceso emocional, lo que puede reducir la posibilidad de acompañamiento y hacer que los vínculos pierdan profundidad. En lugar de atravesar la vida junto al otro, se la narra a posteriori, sin el clima afectivo del momento en que ocurrió.

Aunque no es necesariamente negativa, la cultura catch up plantea un desafío: mantener relaciones significativas en un contexto que favorece lo rápido, lo fragmentado y lo utilitario. En muchos casos, expresa una paradoja de la vida contemporánea: estamos más comunicados que nunca, pero a veces menos acompañados que antes.

En ese marco, la licenciada en Psicología, Débora Pedace, advirtió en Cadena 3 que la vida contemporánea contribuyó a que las amistades pasaran de vínculos frecuentes y profundos a contactos mediáticos e intermitentes. "Pareciera que uno está conectado, pero en realidad está desconectado. Y eso termina erosionando los vínculos", sostuvo. En ese esquema, los encuentros presenciales funcionan como breves informes emocionales: "En 20 minutos me contás toda tu vida: me separé, cambié de trabajo… Y pensás: ¿Cómo puede ser que me perdí los momentos importantes de esta persona?".

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Pedace remarcó que el problema no se limita a relaciones superficiales, sino que afecta también a amistades de larga data. La distancia temporal introduce una dificultad adicional: el relato diferido de los hechos impide compartir la vivencia emocional original. “Cuando te lo voy a contar después de seis meses, te lo cuento como el diario del lunes. Entonces tampoco el otro puede hacer mucho con eso”, explicó, al señalar que el acompañamiento y la contención se vuelven silenciosos o tardíos.

Frente a ese escenario, la especialista planteó la necesidad de recuperar prácticas que restablezcan la intimidad y el sentido del vínculo. Propuso ser “intencionales” y evitar expectativas idealistas o imposibles frente a la dinámica de vida actual: “No es pensar que, a partir de ahora, nos vamos a ver todas las semanas, sino reconocer que vivimos en una era acelerada y buscar pequeños gestos que nos reconecten”.

Entre las recomendaciones, destacó la importancia de detenerse, aunque sea brevemente, para cultivar el vínculo con uno mismo como base para sostener relaciones afectivas: "Si uno no tiene un vínculo con uno mismo, menos lo va a tener con otro". También sugirió prácticas simples como frenar, respirar o tomar diez minutos diarios de quietud, para contrarrestar la lógica del tiempo fragmentado.

Pedace sostuvo que la sociabilidad sigue siendo un aspecto esencial de la condición humana: "No hay persona, por más ermitaña que sea, que pueda aguantar estar sola”. En ese sentido, la “amistad catch up" aparece como una respuesta adaptativa a las agendas contemporáneas, pero también como un recordatorio de que la conexión emocional requiere algo más que visitas esporádicas y relatos resumidos.

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Informe de Verónica Maslup.