Claves para un balance anual efectivo: errores y aprendizajes a evitar

El cierre del año suele activar una batería de preguntas inevitables en el plano profesional: qué se logró, qué quedó pendiente, si el saldo es positivo y, sobre todo, si es momento de cambiar. En ese contexto, el especialista en liderazgo y fundador de Humanize Consulting, Alejandro Melamed, propuso una mirada práctica y profunda para encarar el balance anual sin caer en trampas habituales y pensar con mayor claridad los próximos pasos.

Uno de los primeros puntos que señaló es qué errores evitar al evaluar el año. Entre ellos, el llamado efecto halo, que lleva a generalizar todo el período a partir de un solo hecho positivo o negativo; el error de recencia, que sobredimensiona lo ocurrido en los últimos meses; y el error de contraste, que implica compararse constantemente con otros en lugar de medir el propio recorrido. A eso se suma la falta de objetivos claros: “Si no sabemos qué queremos medir, es imposible saber si nos fue bien o mal”, advirtió. Para Melamed, la clave es tomar distancia, “salir al balcón” y observar el año completo con mayor objetividad.

A partir de allí, propuso ordenar el balance en cuatro grandes preguntas. La primera es el qué, vinculada a los resultados: identificar un logro profesional del que uno se sienta genuinamente orgulloso. Luego aparece el cómo, que invita a revisar las decisiones más importantes tomadas durante el año, aquello a lo que se dijo que sí —o que no— y qué se haría distinto con la misma información. El tercer eje es el aprendizaje: qué cosas hoy se saben que hace un año no, y cuál fue el error que más enseñó. Finalmente, el con quién, que pone el foco en las relaciones laborales, las que se fortalecieron, las que se descuidaron y las conversaciones difíciles que se tuvieron —o se evitaron—.

Melamed también puso en discusión la idea de que todo balance negativo exige un cambio drástico. En muchos casos, explicó, es posible mejorar la experiencia laboral a través del job crafting: pequeños ajustes cotidianos que permiten “esculpir” el propio rol dentro de una organización. Desde modificar rutinas hasta dejar de hacer tareas innecesarias, esos “pequeños empujoncitos” pueden generar grandes cambios en el bienestar y la productividad.

Sin embargo, reconoció que hay situaciones en las que el malestar es profundo. Citó estadísticas que indican que tres de cada cuatro personas cambiarían de trabajo si pudieran y habló de la “jaula de oro”: permanecer en un empleo que no gusta por miedo a perder estabilidad. Allí, sostuvo, entran en juego el coraje y la valentía, entendidos como la capacidad de conectar con los propios valores. “Trabajamos las horas más importantes de nuestra vida. No puede ser que estemos enojados en ese lugar”, afirmó.

Por último, para quienes sienten un llamado vocacional fuerte hacia otro camino, diferenció entre cambio y transformación. Mientras el cambio suele venir de afuera, la transformación nace de adentro. Identificar qué apasiona, qué se hace mejor y qué necesita el entorno es, según Melamed, el primer paso para iniciar un proceso que puede comenzar de manera gradual pero con alto impacto a largo plazo.

En tiempos de balances, el mensaje es claro: más que juzgarse, se trata de comprender el recorrido, aprender de él y animarse —con conciencia y valentía— a construir el próximo capítulo profesional.