No son dos o tres fechas, son 20 a 30 años de lo mismo

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No son dos o tres fechas, son 20 a 30 años de lo mismo

20/08/2018 | 14:15 |

Lo actuado hasta el momento obliga a ser prudentes y no arrojar juicios definitivos sobre los arranques de Talleres y Belgrano en la Superliga pero para ser honestos parece más de lo mismo.

Raúl Monti

El fútbol enseña a ser mesurado porque en un abrir y cerrar de ojos una buena tarde, una goleada o un triunfo resonante nos convierte a los periodistas en frágiles veletas que pasamos de endiosar futbolistas a liquidarlos con feroces críticas, según sea el resultado.

Sin embargo, es cada vez más evidente e inocultable la brecha, ampliada por efectos de la economía de mercado, entre los clubes grandes de frondosas billeteras y los otros que cuentan migajas.

Es claro que Talleres y Belgrano no podrían gastar en una década lo que River puso por Pratto en una sola ventana de recambios. Pero se podría, cuanto menos, sostener el nivel competitivo de la plantilla que salta a la cancha y no caer en la depresión de concluir que los cuadros cordobeses tienen menos este año que el año pasado.

Talleres estuvo de paso por la bombonera y casi no tiró al arco. Belgrano definitivamente ni se asomó por el balcón de Armani en noventa minutos y entre los dos completaron una nueva incursión, sin pena ni gloria, por la vereda de los mejores.

Hay mucha diferencia, aún jugando mal o regular. Boca y River están largamente por encima de la pálida expresión cordobesa de estas dos fechas. Parece que no serán necesarias veinte jornadas para advertir que a Talleres le costará mucho superar la media tabla y a Belgrano, otro tanto, eludir el descenso. 

Es una película que venimos viendo desde hace décadas. Falta de audacia, ausencia de recursos o incapacidad para generarlos, malas elecciones en los armados de plantel y una alarmante falta de convicción en la recta final de los campeonatos que le han regalado a los hinchas mucho menos de lo que merecen.

Se pide mucho con poco. Se da poco para pedir mucho a cambio. El fanático pirata agotó los lugares de su estadio en el acto heroico de aferrarse al aguante que el equipo necesita, para zafar de los peores pronósticos. El fans de Talleres en primera división asiste al Kempes en un número sensiblemente inferior al que lo acompañaba en los torneos Federales o en la B Nacional. Y la explicación, difícil de aceptar, es que la gente se agotó de darlo todo a cambio de nada. "No me importan los años ni la categoría, yo te sigo alentando como toda la vida" No importa la categoría, lo que importa es venderles algo llamativo y tentador a los eternos compradores de ilusiones generalmente truncas. 

Talleres y Belgrano, desde hace demasiado tiempo, son una fábrica de ilusiones con operarios de segunda mano poco calificados, con una línea de producción obsoleta y con clientes cautivos que un día se cansan de esperar. Córdoba Cuna de Campeones se dice por ahí, pero es bien sabido que el fútbol ha aportado poco y nada a ese glorioso mote. Otras plazas menos convocantes y marketineras como Mendoza, Santa Fe y Tucumán la están dejando atrás.

Puede que haya que resignarse a esta ley de la selva que es el mercado deportivo profesional donde Córdoba no ocupa un lugar preponderante, pero entre peces gordos y peces chicos algo habrá que hacer para que en este estanque, no convivan tiburones y ballenas con simples mojarritas.