El barrio que pasó de producir frutas a no poder comprarlas

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El barrio que pasó de producir frutas a no poder comprarlas

14/04/2018 | 10:17 |

Chacras de la Merced, en Córdoba, dejó de ser una zona chacarera y se convirtió en un basural, transformando por completo la alimentación de sus habitantes.

Chacras de la Merced es uno de los barrios más olvidados de la ciudad de Córdoba. “El patio trasero, bien al fondo, donde está el pozo negro”, dicen las referentes sociales de la zona. Es que en muy poco tiempo pasó de ser un sector de tierra fértil para el cultivo (era parte del cinturón verde en los 80) a convertirse en depósito de basura y líquidos cloacales.

La instalación de la planta Bajo Grande (de tratamiento de líquidos cloacales) modificó la fisonomía, el día a día y las costumbres de los habitantes del barrio. Y eso, por supuesto, significó un importante deterioro en la calidad de su alimentación.

“Cuando instalan la planta se contamina el agua de riego y, en lugar de arreglar la planta, prohibieron la venta de frutas y verduras. Los que viven acá pasaron de ser chacareros a reciclar y hurgar cosas de la basura. Y les trasladaron ese nuevo modo de vida a sus hijos”, contó Alida Weht, presidenta de la Asociación Civil OMAS, organización beneficiaria del Banco de Alimentos de Córdoba.

En Chacras se dejaron de consumir frutas y verduras, como así también carnes, porque no pueden pagarlas. Sin embargo, perdura el recuerdo de haber tenido disponibilidad de estos productos a partir de los cultivos y huertas propios. “Acá hay registro de frutas y verduras. Cuando nos llega algo del Banco de Alimentos, las madres se desesperan porque ellas vivían en la quinta y sus padres eran chacareros. Es muy diferente lo que pasa acá con respecto a otros comedores, en los que es común que los beneficiarios nunca hayan tenido la costumbre de consumir frutas y verduras”, analizó Alida.

Ahora los hábitos alimentarios son otros y las personas que tienen menos de 20 años lo padecen. “Los más jóvenes crecieron comiendo pastas, arroz, guisos... Lo que les alcanza. Lo otro era y sigue siendo inaccesible”, contó la directora de la ONG que alimenta a 250 mamás. ¿Por qué mujeres? Porque sus hijos se benefician del Paicor, pero a ellas, que los llevan caminando a la escuela, no les conviene volver a sus casas y se quedan esperando horas hasta que salgan. Muchas no saben leer ni escribir.

“La calidad del consumo de alimentos es bastante malo”, reconoce Alida, quien intenta junto al Banco de Alimentos revertir este flagelo. Eso provoca una malnutrición y un significativo aumento en las posibilidades de padecer sobrepeso y obesidad (entre otras enfermedades como la diabetes, problemas cardiovasculares y cáncer), problemas que afectan sobre todo a los que menos tienen.

Los datos demuestran esta realidad: la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo evidencia que, en promedio, la población del país consume 1,9 porciones diarias de frutas o verduras (muy por debajo de las 5 porciones recomendadas por la Organización Mundial de la Salud). El indicador aumenta significativamente entre aquellos con “secundario completo y más” respecto de quienes tienen “hasta secundario incompleto o menos”.

Además, los adolescentes de bajo nivel socioeconómico (medido a través del nivel educativo de los padres) tienen un 31% más de probabilidad de tener sobrepeso respecto de los adolescentes del nivel socioeconómico más alto.

El caso de Chacras de la Merced es particular: tras la fatídica transformación, los pocos que pudieron, se fueron. Los que no, vieron cómo su paraíso se convirtió en un basural. Y su calidad de vida, incluida su alimentación, se fue al mismo tacho.