Investigación de la ESA sobre alimentación en el espacio
07/11/2025 | 15:02
Redacción Cadena 3
Mucho antes de que los humanos alcanzaran la órbita, los insectos ya demostraron su capacidad para enfrentar los desafíos del vuelo espacial. Ligeros, altamente adaptables y ricos en nutrientes, estos animales resilientes se presentan como una opción atractiva para los investigadores europeos que estudian fuentes de alimento confiables para misiones de larga duración.
Consumir insectos no es inusual: miles de millones de personas lo hacen a diario. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, los humanos consumen más de 2,000 especies de insectos en todo el planeta.
La Agencia Espacial Europea ha reunido a un equipo de expertos en alimentación, biología y espacio de toda Europa para investigar si los insectos podrían formar parte del menú de un astronauta.
La forma en que estos pequeños seres se desenvuelven en el espacio ha sido objeto de varios experimentos desde la década de 1940. Aunque los resultados varían según la especie, la microgravedad no parece interrumpir su desarrollo o comportamiento de manera significativa.
"Los insectos parecen adaptarse bastante bien a los entornos espaciales. Tienen una buena capacidad para soportar el estrés físico", afirmó Åsa Berggren, profesora de la Universidad Sueca de Ciencias Agrícolas y autora principal de un estudio publicado en la revista Frontiers in Physiology.
"Estos pequeños animales también son muy buenos en convertir materiales que nosotros no podemos comer en su propio crecimiento y proporcionarnos alimentos nutritivos", añadió Åsa.
El equipo encontró en estas diminutas criaturas un claro potencial para reciclar nutrientes y producir proteínas de manera sostenible. Sin embargo, antes de que los insectos puedan incluirse en el menú espacial, los investigadores europeos quieren comprender cómo la microgravedad afecta procesos biológicos clave, como los ciclos de vida, la fisiología y la reproducción.
El primer animal en alcanzar el espacio y sobrevivir al viaje fue la mosca de la fruta en 1947. Este humilde insecto viajó en un cohete V-2 para estudiar el impacto de la radiación en los organismos vivos.
Desde entonces, las moscas de la fruta se han convertido en un modelo estándar para la investigación en fisiología, comportamiento y desarrollo en el espacio. Lograron completar todo su ciclo de vida en microgravedad, desde la fertilización hasta convertirse en insectos adultos capaces de reproducirse.
Muchos más han seguido: abejorros, moscas domésticas, orugas y hormigas. Las hormigas mostraron una notable capacidad para aferrarse a la superficie, mientras que especies como los insectos palo tuvieron dificultades con el movimiento, la radiación y la reproducción.
En una sorprendente prueba de resistencia, los osos de agua—pequeños invertebrados conocidos por sobrevivir en condiciones extremas—soportaron la exposición al espacio durante el experimento de ESA sobre tardígrados en el espacio en 2007.
Comprender los mecanismos por los cuales los organismos sobreviven en el espacio puede abrir nuevas puertas en la biosciencia.
En la Tierra, los insectos son valorados tanto por su sabor como por su nutrición, ganando visibilidad en Europa como parte de sistemas alimentarios más sostenibles. Las formas más populares de cocinarlos y sazonarlos hacen que los grillos tengan un sabor similar a las nueces con un regusto ahumado, mientras que las larvas de harina se asemejan al tocino y las hormigas tienen un toque de limón.
Los gusanos y otros insectos son una excelente fuente de proteínas, ácidos grasos, hierro, zinc y vitaminas del grupo B, con valores a menudo comparables o superiores a los de la carne, el pescado y las legumbres.
Para la investigación espacial, el grillo doméstico y la larva amarilla han sido algunos de los invertebrados más utilizados. Ambas especies fueron autorizadas por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria para la venta y el consumo humano en 2023.
La harina de grillo es una fuente de proteínas comúnmente utilizada para hacer pan, pasta y galletas.
La astronauta de la ESA Samantha Cristoforetti incluso empacó una barra de cereal de arándano con harina de grillo para su misión espacial en 2022.
El panorama general del impacto del espacio en los insectos aún está incompleto. Gran parte de los datos disponibles son antiguos—muchos experimentos se realizaron entre 1960 y 2000—y están dispersos en diferentes misiones.
La duración de los experimentos es otra limitación. Muchos estudios en vuelos parabólicos duraron solo unos minutos, y las estancias más largas en el espacio no superaron los 50 días, menos que el ciclo de vida completo de un insecto.
Los investigadores ahora quieren probar especies que puedan completar cada etapa durante su estancia en órbita. Para ello, la ESA y sus socios están diseñando nuevos experimentos sobre los efectos de la microgravedad en los insectos.
¿Qué se estudia sobre los insectos en el espacio?
Se investiga su potencial como fuente de alimento para astronautas en misiones prolongadas.
¿Quién lidera la investigación?
La investigación es liderada por la Agencia Espacial Europea con un equipo de expertos en alimentación y biología.
¿Cuándo se realizaron experimentos previos?
Los experimentos sobre insectos en el espacio datan de la década de 1940.
¿Dónde se han realizado los estudios?
Los estudios se han llevado a cabo en diversas misiones espaciales y en la Estación Espacial Internacional.
¿Por qué son importantes los insectos para la alimentación espacial?
Son una fuente sostenible de proteínas y nutrientes, capaces de reciclar materiales no comestibles para los humanos.
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