Se intensifican los ejercicios militares entre las potencias

¿La Guerra Fría está de vuelta?

Se intensifican los ejercicios militares entre las potencias

05/09/2018 | 12:16 |

Se trata de Ezequiel Sabor quien recibió a la tripulación de la embarcación luciendo zapatillas y ropa deportiva. Fue en el Puerto de Cozumel, en la escala mexicana para el 47° viaje de instrucción.

Marcos Calligaris

Rusia se apresta a llevar a cabo del 11 al 15 de septiembre los ejercicios militares Vostok-2018, que se desarrollarán a una escala sin precedentes desde hace casi cuatro décadas, y que superarán a los Zapad-81, realizados en tiempos de la Unión Soviética y la Guerra Fría.

Las maniobras tendrán como escenario Siberia Oriental y el Extremo Oriente, muy cerca de las polémicas Islas Kuriles, e involucrarán a unos 300.000 soldados y a más de 1.000 aviones y helicópteros. En las mismas también participarán tropas de China y Mongolia, y se pondrán a prueba 36.000 piezas de equipo militar, entre ellas tanques y vehículos blindados de transporte e infantería.

Al mismo tiempo, Rusia ya se encuentra realizando ?desde el 1 hasta el 8 de septiembre? maniobras militares "a gran escala" en el mar Mediterráneo, con la participación de 25 buques y 30 aviones, según anunció el Ministerio de Defensa ruso.

Con qué objetivo se produce semejante gasto militar, por qué se involucra China y cuál será la respuesta de EE.UU. y la OTAN, son algunos de los interrogantes que sobrevuelan por estos días las cancillerías de las grandes potencias.

Rusia y China avisan

En una entrevista reciente, el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, recordó los ejercicios Zapad-81 ?los mayores jamás realizados por la Unión Soviética? y explicó que los Vostok-2018 se parecerán a aquellos realizados en septiembre 1981, pero a su criterio tendrán mayor envergadura. "Imagínense 36.000 unidades de equipo militar moviéndose simultáneamente […] y todo se llevará a cabo en condiciones muy similares a las de un verdadero combate", resaltó el jefe del Ministerio.

Por su parte, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, afirmó que "la capacidad de defendernos en una coyuntura internacional que a menudo es agresiva y nada amistosa hacia nuestro país, hace que los ejercicios estén justificados".

Cuando hace alusión a la coyuntura agresiva, Peskov se refiere elípticamente a lo que el Kremlin entiende como un despliegue desproporcionado de la OTAN en Polonia y los países bálticos, algo que para Moscú no tiene justificación alguna.

El ministro de Defensa chino, Wei Fenghe, fue un poco más abstracto para justificar la presencia china y sostuvo que la participación de sus militares tiene como objetivo el desarrollo de la asociación estratégica ruso-china y el refuerzo de las capacidades de reacción conjunta a las diversas amenazas a la seguridad existentes.

Pero lo que no deja de llamar la atención es que dos gigantes como Rusia y China se unan para realizar ejercicios militares. El mundo claramente vuelve a quedar, como en tiempos de la Guerra Fría, dividido en dos. En ese sentido, el analista militar ruso Víctor Baranets cree que esa comunión es justamente algo que Occidente debería temer. "La peculiaridad más temible para el Pentágono y la OTAN estriba en que en las maniobras también participarán militares chinos y unidades de Mongolia. Para EE.UU. y la OTAN, la colaboración militar entre Rusia y China es una pesadilla [...] y significa que hay fuerzas dispuestas a enfrentarse a sus aspiraciones globales", sostuvo.

La OTAN toma nota y protesta

Y efectivamente en la OTAN hay preocupación, ya que ven en las maniobras rusas nada menos que un entrenamiento para un gran conflicto. Así lo hizo saber a Sputnik el portavoz interino de esa alianza militar, Dylan White. "Los ejercicios Vostok-18 demuestran el enfoque de Rusia de entrenarse para un conflicto a gran escala", sostuvo White, y agregó que Moscú ya demostró que está dispuesta a "utilizar la fuerza contra sus vecinos cercanos, en particular, contra Ucrania y Georgia".

Cuando habla del conflicto de Georgia, el portavoz interino de la OTAN se refiere a la Guerra de Osetia del Sur de 2008, que dio inicio el 7 de agosto de ese año, cuando el entonces presidente georgiano Mijaíl Saakashvili lanzó contra Tsjinvali, capital surosetia, un ataque que fue repelido por los habitantes de aquel territorio (secesionista de Georgia) con ayuda bélica rusa. El conflicto culminó con una victoria militar de Rusia y la instauración de la independencia por parte de Osetia del Sur.

En cuanto a Ucrania, la cuestión es más reciente y peligrosamente latente. El conflicto comenzó con el Euromaidán y la Crisis de Crimea de 2014, y se perpetuó con la Guerra en el Donbás, disputa en la cual Donetsk y Lugansk, provincias surorientales de Ucrania compuestas en su mayoría por rusos étnicos y ucranianos rusófonos, declararon su independencia.

Lo que no mencionó Dylan White es que la OTAN acaba de llevar a cabo del 3 al 15 de junio en Estonia sus ejercicios anuales Saber Strike 2018, que este año reunieron a 18.000 militares de Estonia, Letonia, Lituania y Polonia, a escasos kilómetros de la frontera rusa, lo que provoca indignación en Moscú. Siguiendo el razonamiento del portavoz interino de la OTAN y empleando sus términos pero con un enroque de actores, se podría argüir que la Alianza Atlántica también se entrena “para un conflicto a gran escala”.

Japón y las islas que impiden el acuerdo de paz con Rusia

Pero la OTAN no es la única que expresó su preocupación por los ejercicios rusos. El ministro de Defensa japonés, Itsunori Onodera, advirtió el lunes que su país se enfrenta a un entorno de seguridad difícil debido al incremento de la actividad militar de China y Rusia, y a la "amenaza inminente" que representa Corea del Norte.

Onodera consideró que Rusia activa sus fuerzas militares de forma preocupante, refiriéndose a los ejercicios Vostok-2018, ya que los mismos tendrán lugar cerca de las Islas Kuriles, reivindicadas por Tokio. "Estamos viendo movimientos para empujar nuevamente sus actividades militares al Extremo Oriente", señaló el ministro nipón, según cita AFP.

Para Rusia y Japón, la normalización de las relaciones bilaterales es una materia pendiente que lleva más de 70 años: técnicamente aún no han puesto fin a la Segunda Guerra Mundial. El motivo es, justamente, las Islas Kuriles, cuatro islotes que fueron anexados en 1945 por la entonces Unión Soviética. La ocupación de las mismas ?conocidas en Japón como los Territorios del Norte? condujo a que ambos países no lograran firmar un acuerdo de paz para poner fin a aquel conflicto militar global. En ese contexto, maniobras de este tipo podrían hacer peligrar las aspiraciones de Vladímir Putin y el primer ministro japonés Shinzo Abe de firmar el tratado de paz durante sus mandatos.

¿Un conflicto a gran escala en puerta?

Si bien los ejercicios militares, tanto de la OTAN como de Rusia y China, parecen incrementarse en tiempo y en número, no se vive por el momento una situación crítica en aquellos puntos calientes donde las potencias no están dispuestas a resignar nada. (Medio Oriente queda, en ese esquema, como geografía de eternos conflictos subsidiarios).

Dadas las condiciones actuales, es poco probable que la situación en el Báltico pueda sufrir una escalada mayor, la situación allí es crónica: se repiten con frecuencia los despliegues de la OTAN, que persiguen disuadir a Rusia de “tentaciones expansivas”, lo que provoca respuestas simétricas por parte de Moscú y contra respuestas de la OTAN. Un círculo vicioso.

Poco probable es también que una hipotética escalada de tensión entre Moscú y Tokio por las Islas Kuriles pueda desembocar en un conflicto bélico. En todo caso, seguirán ‘en guerra’ varios años más.

La situación quizás más preocupante es la del este de Ucrania, donde actualmente se respira una relativa tranquilidad gracias a la implementación de los Acuerdos de Minsk, pero eventos como el atentado que el pasado 31 de agosto se cobró la vida de Aleksandr Zajárchenko, líder de la autoproclamada república de Donetsk, podrían reactivar un conflicto que implicaría a muchos más jugadores que solo Ucrania y Rusia.

De lo que no hay dudas es que nuevamente, como ocurrió en buena parte del siglo XXI, hay dos bandos armados hasta los dientes, que se escudriñan cada vez con más recelo a la hora de dirimir sus diferencias.