Siguiendo las “Huellas de la Tradición”

El establecimiento “La Lechuza”, se ha ido transformando en la sede de un movimiento que intenta mantener vivas las costumbres gauchas que le dieron vida al campo y al país. A lo largo de los últimos años, un grupo de amigos llegados desde todos los rincones de Argentina (y hasta de otros países), hacen culto al pasado gaucho, al caballo y la tradición. 

Pero este año le agregaron un desafío: entregaron en marzo más de 20 potros a un grupo de paisanos de varias provincias, que este fin de semana deberán devolver domados. Y para eso, serán juzgados por expertos, a través de la realización de pruebas que lo comprueben.

Transmitir tradición

"La idea de la fiesta es mantener vivos nuestros usos y costumbres, sobre todo para que le lleguen a los más chicos, y que ellos lo puedan ver con sus propios ojos", le dice Osvaldo Raimondi, el principal impulsor de la movida, a EL CAMPO HOY.

Y anticipa que para la fecha, todo va a estar ambientado a como era años atrás, con actividades a desarrollar a campo en un corral de "palo a pique", en el que se desarrollarán actividades tales como enlazadas, pialadas, y aparte campero. También está prevista una muestra de manadas de caballos con distintos pelajes, y de hacienda bovina criolla que poco se ve, nuestra hacienda primitiva.

Pero eso no es todo. El menú incluye además una muestra de ponchos antiguos, recados y platería, que serán aportados para la ocasión por la Asociación Criolla Argentina, y que incluirá una charla sobre la evolución de los recados arriba del lomo de nuestros caballos, y cómo se fueron acortando de acuerdo al cambio de actividades.

Es una fiesta netamente cultural, que intenta resumir la importancia del caballo y de nuestra gente de campo en la consolidación del país tranqueras adentro",

sostiene Raimondi.

Llevando el cuero 

Uno de los atractivos del evento, será es la posibilidad del transporte de cueros en el anca del caballo, algo difícil de lograr, y que demuestra el grado de mansedumbre del animal. Esta vieja costumbre se remonta al pasado, cuando un vacuno moría en el campo, y el peón debía cuerearlo para dejar una constancia de su deceso, y llevarlo hasta el puesto. El caballo, reacio a transportar un cuero que todavía tenía olor a a sangre, sólo accedía merced a una relación de total confianza con el jinete.