Repunte histórico en las expectativas de inversión en el campo

Según explica Carlos Steiger, director del índice e investigador del Centro a El Campo Hoy, el relevamiento realizado entre el 20 de noviembre y el 10 de diciembre a 400 productores muestra un claro punto de inflexión: “Por primera vez en mucho tiempo, todos los índices son positivos”, asegura

El dato no es menor. El Ag Barometer se expresa en torno a un valor clave: 100. Por encima de ese umbral hay optimismo; por debajo, pesimismo. En esta medición, el índice general no solo superó esa barrera, sino que alcanzó 111, impulsado tanto por una mejora en las condiciones presentes como por expectativas favorables a futuro, a 12 meses y a cinco años.

Elecciones y previsibilidad, la bisagra del cambio

Para Steiger, el repunte no se explica únicamente por variables tradicionales del negocio agropecuario, como el clima o los precios internacionales. “Las expectativas políticas juegan un rol central en la Argentina”, subraya. En ese sentido, el resultado de las elecciones legislativas de octubre fue determinante: “Las urnas ratificaron una continuidad en la política económica, y eso impactó muy favorablemente en los productores”.

La previsibilidad aparece así como un insumo clave para destrabar decisiones. El salto es elocuente: mientras que en la medición anterior solo el 32% de los productores consideraba que era un buen momento para invertir, ahora ese porcentaje trepó al 55%. El cambio de clima es tan fuerte que, por sí solo, explica el regreso del optimismo.

Tierra, maquinaria y ganadería: las apuestas del productor

Cuando el ánimo mejora, las decisiones se vuelven concretas. El estudio profundiza en los destinos de inversión y allí aparecen tres grandes protagonistas. La compra de tierras encabeza las preferencias, con un 29% de las respuestas. Le siguen la maquinaria agrícola —especialmente tractores— y la ganadería, primero en cría y luego en invernada.

“La tierra es un activo que no pierde productividad, puede cambiar de manos pero no desaparece”, explica Steiger. Además, sostiene que su valor está atrasado frente a otros países competidores. Mientras que en los últimos 10 o 12 años los precios de la tierra agrícola subieron con fuerza en Estados Unidos o Brasil, en la Argentina quedaron rezagados. “Las retenciones y la menor renta percibida por el productor impactaron directamente en ese valor. Hoy hay una percepción de que eso puede empezar a cambiar”, señala.

En maquinaria, el optimismo también tiene fundamentos: el sector arrastra varios años de ventas deprimidas desde 2022, lo que generó un atraso en la renovación del parque. En ganadería, en tanto, confluyen buenas perspectivas de precios y la posibilidad de una recomposición del stock, tras años de elevada faena de vientres.

Optimismo, con cautela

Pese al cambio de humor, el informe no oculta las sombras. Un 64% de los productores reconoce que aún existen amenazas. La principal preocupación sigue siendo política: el temor a una vuelta del populismo en 2027. “El crédito que tiene hoy el gobierno no es una carta en blanco”, advierte Steiger. La historia reciente pesa: en 2017 también hubo un fuerte respaldo electoral a un modelo liberal que luego fue revertido en 2019, con políticas adversas para el agro.

El mensaje final del Ag Barometer Austral es claro: el campo volvió a mirar el futuro con esperanza, pero sin ingenuidad. El optimismo está en marcha, aunque condicionado a que en los próximos dos años se consoliden las reglas de juego que hoy alimentan la confianza. En ese delicado equilibrio entre expectativas y realidad se juega buena parte del rumbo del agro argentino.